Librerías que lo tienen. |
Bueno, lo del canon es más que discutible. No así el hecho de que sea la primera "novela" de la historia de la literatura occidental. Y aunque este dato no aporte peso al argumento, no deja de tener su atractivo y hasta su morbo.
Pero la razón principal, o al menos mayoritaria —en el sentido de que la mayoría de la gente quiere leer cosas que la entretengan— , es que se trata de una historia muy divertida: un joven y engreído Lucio, aguijoneado por la curiosidad, prueba un ungüento mágico que lo transforma en burro. A partir de ahí, se suceden todo tipo de aventuras.
Dentro de la historia principal, la del asno y sus múltiples peripecias y desgracias, se van insertando otras muchas, cuentos de carácter realista en los que el engaño y las travesuras sexuales de sus protagonistas marcan el tono de los mismos.
Dentro de esas historias insertadas, sin duda, la más famosa y la que mayor eco ha tenido, es el cuento de hadas que narra la historia de Psique y Eros. Tanto es así, que ha pasado a formar parte de la mitología clásica, siendo como es creación de Apuleyo, y ha servido de inspiración a una pléyade de artistas. Aunque solo contuviera esta historia, El asno de oro ya sería digno de ser leído.
Irreverente en ocasiones e imaginativa siempre, la obra de Apuleyo es una pequeña obra maestra, anticipo de las novelas picarescas. Además, como nos recuerdan las divertidas y sabias lectoras Ellen Berthoud y Susan Elderkin, es un estupendo remedio para sanar el exceso de confianza en uno mismo. Ahí queda eso.
Y de tanto en tanto, te puedes encontrar con alguna máxima para que la rumies durante un rato:
El hombre no es feliz cuando nadie tiene noticias de sus riquezas.
Hasta entre los muertos sigue en vida la avaricia.
Una cosa que nadie sabe, no llega a ser auténtica realidad.
No quiero terminar sin aludir a uno de los pasajes que más me divierte. Es el de Júpiter convocando a todos los dioses a una asamblea. Pero por lo que vas a leer, las asambleas celestiales debían de ser muy similares a las humanas, porque la convocatoria la hizo recordando que si alguno faltara a la cita divina incurriría en una multa de diez mil sestercios. Esta amenaza hizo que se llenara enseguida el anfiteatro del cielo.
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