lunes, 28 de diciembre de 2020

SIN MIEDO. Formas de resistencia a la violencia de hoy

Ejemplar de la Biblioteca Central.
Me gusta el título de la última obra traducida al castellano de Judith Butler, Sin miedo, porque recoge muy bien la intención de la autora y porque es, supongo que sin quererlo, una invitación a leerla. Es como decir: venga, atrévete, que lo vas a entender. Y es que la prosa de Butler suele tener un exceso de tecnicismos posestructuralistas y una retórica de los estudios de género que no suelen facilitar su lectura. En este texto, en cambio, todo es claridad, sin duda, porque lo que en él se recogen son cinco conferencias, y no es lo mismo escribir un ensayo que preparar un texto para ser leído ante un público más o menos amplio. Podrás estar de acuerdo o no con lo que dice, pero nunca vas a tener dificultades para entenderla.

De las cinco conferencias recogidas —Discurso valiente y resistencia; Una crítica de la violencia de nuestro tiempo; Sin aliento: la risa y el llanto al límite del cuerpo; Crítica, discrepancia y el futuro de las humanidades; Justicia y memoria—, la que más me ha gustado ha sido la referida al futuro de las humanidades, que comentaré brevemente. 

Comienza con una afirmación un tanto hiperbólica: Nos es imposible aprehender nuestro mundo sin las humanidades. Yo me declaro defensor de los estudios humanísticos, pero no creo que sean indispensables ni para aprehenderlo ni para comprenderlo. Pero esto no importa mucho. Más adelante se centra en el tema y nos recuerda algo esencial, que la posibilidad de pensar con libertad amplía la capacidad de una persona de juzgar correctamente, y ese precepto educativo no es equiparable a un adoctrinamiento. Una vez que ha entrado sin miedo en el meollo de la cuestión es cuando la escuchamos el mejor párrafo:

En las humanidades nos ocupamos muy a menudo de los mundos imaginarios. No son exactamente lo que vivimos en nuestra vida cotidiana, pero mantienen una vinculación crucial, si no crítica, con nuestras vidas, con la labor de persistir y prosperar como seres corpóreos. Si bien los mundos que construyen las obras de ficción y los mundos en los que vivimos no son los mismos, sin duda vivimos mientras leemos esas obras de ficción. Y a veces, mientras leemos, cobramos vida de una manera nueva, o el mundo se ilumina de un modo que no habíamos visto nunca antes.

En cuanto al resto de las ponencias..., bueno, el resto es una versión con más o menos ramas, con más o menos ejemplos, con más o menos argumentos, citas y matices de ese impecable y magnífico artículo dos de la Declaración Universal de DDHH que toda la humanidad (gobiernos primero, por favor) debería tener grabado en la memoria: 

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

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