Hacía mucho tiempo que tenía guardada esta fotografía del monumento a Mari, a Aita Mari, nombre hoy conocido en toda Europa por el atunero Stella Maris Berria que, destinado al desguace, fue transformado por Íñigo Mijangos e Íñigo Gutiérrez para dedicarlo a embarcación de rescate en el mar Mediterráneo. Fue entonces cuando tomó el nombre con el que se conocía a aquel abnegado patrón de pesca, quien hace más de siglo y medio salvó muchas vidas en el Cantábrico.
Un 9 de enero de 1866 se desató, de repente, una tormenta. Unos pescadores que estaban en una chalupa intentaban entrar en la Bahía de la Concha para protegerse, pero el oleaje se lo impedía. Mari partió inmediatamente desde el puerto de San Sebastián para rescatarlos. Y lo logró, pero un golpe de mar le arrastró a él.
Esta es la traducción del texto de la placa (la tomo de Wikipedia): Dio usted su vida queriendo salvar a los náufragos y hoy tiene, ensalzado, como su tumba, el gran mar. Duerma con el sonido de las olas profundas. Oh, hombre adorable. Honradas con su gloria San Sebastián y el Cantábrico.