sábado, 5 de marzo de 2022

UN WOLLEMIA NOBILIS EN CRISTINA ENEA


 Cristina Enea es una sorpresa continua y un impulso para que nos sumerjamos en la información botánica. 

El pasado 19 de febrero me di una vuelta por el parque para ver cómo andaban mis muy queridas campanillas de invierno y, además de comprobar con alegría que se habían extendido por el territorio y que hay unas cuantas más que las poquitas que aparecieron el año pasado, descubrí que la imparable primavera anunciaba su proximidad a través de ese indicador infalible llamado narciso:


Pero vamos con la sorpresa, ese árbol raro que abre esta entrada. 

Es cierto que hay otras especies que también tienen esa forma como de palmera desde abajo hasta arriba, es igualmente cierto que otros árboles gozan de esas ramas de las que salen hojas estrechas, planas y lineales, conformando algo parecido a las palmas. Sin embargo, no todos los días se puede estar delante de un ejemplar que pertenece a una especie descubierta hace menos de treinta años. Vamos, que hasta hace unos días no teníamos ni idea de sus existencia. 

El árbol fue descubierto por un guardabosques en las Montañas Azules, gracias a sus habilidades para manejarse en bosques frondosos y a sus buenos conocimientos botánicos. Al darse cuenta de que árboles como ese no los había visto nunca, cogió unas muestras, las llevó para que las analizaran y se comprobó que era una especie nueva. La investigación probó que se trataba de una especie de la familia de las Araucariaceae; es decir, estamos ante eso que se conoce como un fósil viviente, lo mismo que el ginkgo biloba, que todos conocemos.

No sé a quién pertenecerá el mérito de que la ciudadanía donostiarra pueda ver crecer un árbol tan singular y curioso como este wollemia nobilis. Yo, desde aquí, quiero hacer público mi agradecimiento.

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Путин, немедленно останови войну!

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