Ya está en marcha el festival que Gasteiz dedica a la poesía. Como los días son muchos y las actividades más, os dejo aquí enlazado el programa completo, que es variadísimo.
Para quienes preferís acceder mediante código QR, aquí lo tenéis:
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
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La mayor parte de las fotografías que hago en mis callejeos sin rumbo o con él suelen terminar en alguna carpeta. Intento archivarlas según temas y lugares, pero no siempre cumplo el objetivo. Hoy andaba buscando una fotografía de unas carpas japonesas en su estanque y no he conseguido encontrarlas. En cambio, mientras saltaba de carpeta en carpeta, me he encontrado con estas tres que bien merecen, por su simpatía, que se aireen un poco.
No tengo ningún interés por los enanitos de adorno para jardines, aunque tampoco estoy en contra de que cada cual adorne con lo que le apetezca su territorio. Sin embargo, la primera vez que vi este enanito vestido de futbolista me hizo mucha gracia, entre otras cosas porque el muro que lo acoge está coronado por los famosos siete enanitos del cuento de Blancanieves —se vislumbran detrás de él—, y me parece una manera original y divertida de mostrar la afición que se profesa y de introducir un cambio en el cuento.
De un nivel mucho más creativo, pero dentro del mismo espíritu lúdico y el buen humor, son estos dos quioscos de prensa que ambientan el escaparate de... ¡un quiosco de prensa!
Y atención al detalle: redundando en la idea del quiosco dentro del quiosco, la dueña del mismo se ha incluido en la escena del de arriba, es decir, la quiosquera "de juguete", la que mantiene abierto el periódico que más se vende en la ciudad mientras nos observa por encima de las gafas es la quiosquera "de verdad". Toda una demostración de humor y, por supuesto, de habilidad manual.
Feliz día y que los hallazgos sean de vuestro agrado.
Y del Stabat mater de Vivaldi al de Pergolesi.
A mí el de Vivaldi me parece superior, pero si alguien se molesta, puedo cambiar la frase y decir que, simplemente, me gusta más.
En cualquier caso, que me guste más, no quiere decir que el de su compatriota me disguste, ni mucho menos. El dueto, se escuche como se escuche, es estremecedor a poco sensible que se sea, y Rousseau, gran aficionado, no se cortó lo más mínimo para escribir que era el dúo más perfecto y conmovedor que viene de la pluma de cualquier compositor.
Ciertamente, Pergolesi fue muy apreciado durante el siglo XVIII en toda Europa. Su música se utilizó, por ejemplo, para musicalizar textos de Alexander Pope. Bach —y este es un gesto mayor—, por su lado, aprovechó la música del italiano para su Salmo 51.
Interpretan: Academy of Ancient music, Keri Fuge y Tim Mead bajo la dirección de Richard Egarr.
Cerrad los ojos y dejaos llevar.
Créditos y derechos de imagen : Alice Ross |
LUNA: la noche del 25 al 26 tendremos la segunda luna llena más grande del año, lo que no es mucho decir, pero da mucho que hablar. Llena, el 26. Nueva, el 11.
LLUVIA DE METEOROS: las Eta-Acuáridas alcanzarán su máximo apogeo la noche del 6.
ECLIPSE DE LUNA: 26 de mayo. Visible desde el Pacífico.
ESTACIÓN ESPACIAL INTERNACIONAL Y OTROS SATÉLITES ARTIFICIALES: para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.
Ejemplar del KM |
Portada del folleto de la exposición |
Me gusta mucho la fotografía en blanco y negro, especialmente para el retrato, y en esta exposición hay mucho retrato y también, como dice su título, mucha mirada próxima, y entrañable, y limpia, y serena, y profunda. Yo, aunque solo sea por ver las miradas de las niñas y de los niños de Tanzania, de Perú, de Etiopía, de Mongolia y de la República Dominicana, debo aconsejar que no os la perdáis. No sé si es mérito de Carmen Ballvé o de la mirada de esas criaturas que parecen venir del centro mismo de lo humano, pero dejarnos alcanzar por ellas es, en mi opinión, el mayor placer de esta exposición. Aunque no el único.
En los santuarios sintoístas y en los templos budistas de Japón, cuando alguien realiza una pequeña ofrenda, toma al azar una predicción escrita en un papelito (omikuji). Si lo que se expresa en el papel no es un buen augurio, sino todo lo contrario, la costumbre es dejarlo atado en la ramita de un árbol para que la predicción no se "vaya" con quien la obtuvo.
Feliz miércoles.
Editorial |
Desde que se hicieron realidad las vacunas contra la COVID-19, gobiernos y responsables de todo el mundo comenzaron a hablar de la "salida al final del túnel". Y hasta la mismísima bolsa de valores pegó un subidón, tan sensible ella a los distintos estados de ánimo.
Con AstraZeneca llegaron las dudas y reaparecieron la inseguridad y los miedos. Algunos datos confusos y el apoyo unánime de la comunidad científica a seguir utilizándola. No tengo ninguna duda de que los beneficios sociales de su utilización estén muy por encima de su no utilización. No seré yo quien ponga en tela de juicio los datos que nos ofrecen las distintas agencias oficiales sobre su bondad y la protección del grupo.
Más tarde aparecieron señales de alarma con la vacuna de Janssen y las reacciones por parte de la comunidad científica fue la misma: otros medicamentos ofrecen un porcentaje de riesgo superior, los beneficios para el grupo son infinitamente superiores a los posibles perjuicios, no está del todo probada la relación causal... Más adelante sí se comprobó.
Y dirigentes, responsables, comunidad científica y sociedad decidimos seguir hacia adelante, porque es cierto que los riesgos son muy pequeños porcentualmente considerados, estamos muy cansados del largo año de pandemia y restricciones, y queremos que esta pesadilla se acabe cuanto antes, si es posible, para este mismo verano.
Sin duda, conseguir la protección de grupo es fundamental. Sentirnos seguros y que la actividad económica salga del estado agónico en que se encuentra, también. Es decir, recuperar la "normalidad". Es más, las ganas son tantas que hasta las administraciones parece que tiran la toalla. Dos ejemplos: el presidente del gobierno dice que el 9 de mayo finalizará el estado de alarma; en Euskadi, y en pleno crecimiento de los números rojos, el LABI técnico dice que esto va a terminar y no es necesario adoptar nuevas medidas ni endurecer las que ya existen.
Entiendo perfectamente el cansancio, aunque comprendo mejor el que se vive en hospitales y centros de salud, donde la delgada línea entre la vida y la muerte se franquea a diario. La pregunta que me hago, y para la que no tengo respuesta, es ¿cuántas vidas humanas son necesarias para, por ejemplo, dejar de utilizar una vacuna que ha ocasionado alguna muerte? ¿Una por millón, ocho, ochenta...? ¿No importa el número con tal de que siga siendo beneficiosa para una mayoría? Y sigo preguntando: ¿cuántas muertes son asumibles para dejar de tomar medidas restrictivas porque la población ya está cansada de ellas?
¿Cuánta solidaridad es necesaria para asumir responsablemente el valor de una vida humana? ¿La vida de una persona a la que no conozco tiene el derecho moral a imponerme restricciones? ¿Qué vale más, la libertad de juntarme con quien quiera y moverme por donde me apetezca o la vida de alguien que, insisto, seguramente no es la mía?
¿Cuánto vale realmente una vida humana?
MAGIA
INSISTO: se halla uno sobrado de motivos
para ver que la vida es así de enigmática.
Y caigo en que es así porque llego a mi hogar
está el poto en sazón, y eso que no es fecha,
y la dama de noche ilumina mi día,
y observo que septiembre no es siempre el mes más triste.
Lo que cuento, supongo que se puede aplicar
a otras situaciones: al estado del alma,
por ejemplo; a esos tragos que se pasan a veces
y que dan la impresión de que acaban con uno.
Más tarde o más temprano, el misterio fecunda
de magia el universo. Se observa el mismo impulso
en el paso del tiempo: la gracia desparrama
sus raíces e irrumpe, cada vez que ella quiere,
sin que nos demos cuenta, cuando y como ella quiere,
y es así de insondable: llega uno a su casa
y, a la buena de Dios, tras pasar el umbral,
atisba al fondo luz —que es a lo que aspira—,
y advierte que su vida se llena de sentido.
Ayer por la mañana subí a Ulía con la cámara, por si al día le daba por ofrecer alguna imagen que captar. A media ladera, desde el primer mirador del paseo que lleva el nombre del monte, me paro, como el instinto de quien está en un alto manda, y como la atmósfera estaba absolutamente limpia, abro la cámara, meto zoom, enfoco y disparo. De esa fotografía, más bien trivial, me encanta la palmera que se enseñorea a casi dos kilómetros de mi puesto de fotógrafo, orgullosa superviviente entre el acoso humano del cemento y el del mar.
Continuo subiendo y llego hasta el mirador que se encuentra instalado en la zona más alta, junto al merendero. Ahí está, casi al lado, el Faro de la Plata, el Jazkibel y esa franja azul-pálido-casi-invisible que es la costa francesa a la izquierda de la imagen, como una ligera mancha que emborrona el horizonte del mar.
Cojo el camino de vuelta siguiendo el tramo del Camino de Santiago costero que me conduce a la ciudad. El mar siempre a la derecha. A lo lejos se un barco velero de apariencia antigua. Me paro y busco apoyo para la cámara porque voy a tener que utilizar todos y cada uno de los 1440 mm del zoom.
El velero de estilo antiguo no es uno, sino dos, y tienen nombre propio: Étoile du Roy y Shtandart. Ambas son réplicas de fragatas del XVIII que el director Alejandro Amenábar está utilizando para grabar una serie que se titulará La fortuna. Si echáis un vistazo a cada uno de los enlaces, podréis ver que se trata de un par de réplicas de lujo. No me quedé para ver el humo de la batalla.
Editorial |
Librerías que lo tienen en una u otra edición |
LA PRIMAVERA
Homenaje a Franz Lehár
¿Quién no se ha puesto un día una guerrera
de húsares, azul, un quepis negro
con un aigrette flamante, y las espuelas
con que el caballo vals galopa firme
dentro de los espejos fugitivos
y cual viento de mayo se ha lanzado
a la ocasión que pasa, al dulce atisbo
de la aventura errante, para luego
llorar amargamente sobre el rastro
de una estrella fugaz?
Este es uno de los escasos diecinueve poemas —todos magníficos— recogidos en la antología de Poemas memorables. Antología consultada y comentada que publicó Castalia poco antes de finalizar el siglo pasado. Allí aparecía con la dedicatoria ligeramente cambiada, tal y como apareció en la primera recopilación de la Obra poética completa en el año 1981. Así:
Homenaje de Franz Lehár a Jaime Gil de BiedmaAcudo a la Wikipedia para informarme sobre la etimología del nombre científico (tropaeolum majus) que nada tiene que ver ni con tropas ni con majos ni majas. Esto es lo que dice:
Tropaeolum: nombre genérico conocido como la capuchina de jardineros, aunque no de los botánicos, y nombrado por Linneo, que deriva del griego tropaion y del latín tropaeum de "trofeo", por la manera en que crece la planta, sobre un soporte, recordando un trofeo clásico con escudos y cascos de oro como las que colgaban como un signo de la victoria en un campo de batalla.
Majus: epíteto latíno que significa "el más grande".
Pero los trofeos, en ocasiones, no vienen solos. Un poco más adelante, como si él me estuviera preguntando que es lo que yo hacía por ahí, me encuentro con este hermoso ejemplar de zorzal.
Las entradas (4,50 €) saldrán a la venta el próximo lunes 19 de abril a partir de las 11:30 horas en las taquillas de los teatros Principal y Victoria Eugenia y a través de Internet.
Las invitaciones para las sesiones gratuitas se pondrán a disposición del público el mismo día 19 en las taquillas de ambos teatros.
Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián 2021: Programa (pdf)
Editorial |
El aspecto interior del Islam es conocido por un nombre, sufismo (tasawwuf), habitualmente traducido por “mística islámica”. Este libro recoge la obra de uno de los más grandes representantes de esta línea, Ibn Al Hallâg, donde en forma de poemas presenta su experiencia de lo divino.
Hombre excesivo tanto en la vida como en la muerte, encarna como ningún otro espiritual musulmán un original camino de sabiduría que trasciende los límites no solo del marco religioso institucional islámico, sino también del propio sufismo, del que es uno de los representantes más destacados. Ejecutado por su enseñanza espiritual, Hallāg está considerado el mártir por excelencia del islam: un mártir del amor místico que solo se debe a la pasión por la verdad, deseo esencial que mueve a todo ser espiritual.
Esta edición incorpora el texto árabe caligrafiado por el propio traductor y presenta la poesía hallāgiana con una nueva ordenación temática que facilita su lectura.
San Juan kalea, 11 |
Mientras unos cuantos miles de aficionados se concentraban ayer en un partido de fútbol, yo me sumergía en este prodigio musical que es el Stabat mater. La reacción a la vacuna resultó un poco mayor de lo esperada y los algo más de 39º me pedían tranquilidad y recogimiento. La música no me baja la fiebre, pero me ayuda a estar a gusto. Así que cuando iba por la tercera vez, emocionado, me levanté, busqué una versión, la coloqué aquí y la programé para que apareciera a la mañana.
Eja mater, fons amoris, (¡Madre, fuente de amor!
me sentire vin doloris Hazme sentir tu dolor
fac, ut tecum lugeam y llorar contigo).
En el deslumbrante escenario de la Sainte-Chapelle de París, el contratenor británico Tim Mead interpreta dos de las obras sagradas de Antonio Vivaldi, el "Nisi Dominus" y el "Stabat Mater". Un puro momento de gracia.
El cantante, Tim Mead. La interpretación, maravillosa.
Feliz día de primavera.
El Criticón es la gran novela alegórica y filosófica del XVII español. Narra las andanzas y aventuras de Andrenio (joven) y Critilo (en la edad madura) en busca de la felicidad. Comienza la historia con el naufragio de Critilo, símbolo del hombre juicioso y cultivado, en la isla de Santa Elena. Andrenio, símbolo del hombre natural, lo salva de la muerte.
La obra se divide en tres partes: En la primavera de la niñez y en el estío de la juventud, Juiciosa cortesana filosofía (en el otoño de la varonil edad) y En el invierno de la vejez. Si toda historia, toda novela, todo discurso, es un viaje, El Criticón lo explicita claramente. Estamos ante el viaje que en sí mismo es la vida. El viaje en busca del conocimiento, el que va desde la cueva a la luz de la civilización.
A través del viaje de Andrenio y Critilo, que enseguida descubrirán que son padre e hijo, asistimos al gran viaje en busca de la verdad, en busca del conocimiento, en busca de cuanto nos va a dar la felicidad. Pero el camino está lleno de obstáculos, de dificultades, de elementos engañosos que nos ofrecen la inmediata gratificación de los sentidos, aunque una vez poseídos no son nada más que un lastre para alcanzar el objetivo final.
Contra los avatares de la fortuna y las tentaciones de lo vulgar e innecesario, Gracián defiende que somos dueños de nuestro destino y podemos y debemos tomar nuestras propias decisiones sin caer en el deslumbramiento del oropel. Ese es nuestro trabajo más difícil, y también provechoso. Frente a la vulgaridad, lo fácil y lo vano, siempre tendremos el arte, la cultura y los libros. A ellos debemos agarrarnos.
El camino es un proceso de aprendizaje si nos conducimos con arreglo a la prudencia. El universo es un libro y viajar es como leer, hay que ir descifrando los significados. El recorrido que se realiza en esta novela es el que hacemos desde la oscuridad de la cueva a la iluminación del conocimiento, ayudados por la fantástica herramienta que es el lenguaje, sobre el cual se asienta la misma dignidad del ser humano.
En cualquier caso, no es fácil la lectura de esta obra imprescindible del barroco. En primer lugar, porque, como la Divina Comedia introduce la historia de su tiempo en ella y está llena de personajes y alusiones hoy desconocidos. En segundo lugar, porque es absolutamente conceptista, prevalece la intensidad semántica y, por lo tanto, el significado se encuentra extraordinariamente apretado. Eso sí, solventar las dificultades produce un mayor placer en la lectura.
A la estela de El Criticón irán apareciendo por Europa títulos de lectura más sencilla pero de intenciones similares como Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe y Cándido.
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Para quienes deseen realizar una lectura ayudada por todo tipo de notas y aclaraciones existe desde hace pocos años la edición crítica definitiva realizada por Luis Sánchez Laílla, José Enrique Laplana y M.ª Pilar Cuartero. La de Santos Alonso para Ediciones Cátedra no es lo mismo, pero puede resultar suficiente.
No son árboles especialmente grandes, ni robustos, ni estilizados, pero sus racimos de flores me gustan especialmente porque me hacen recordar el tiempo de la primera escuela en la que estuve, en Toledo.
Tenía cuatro o cinco años y ninguna obligación. Mi padre era maestro en una escuela unitaria y el día que me despertaba iba con él, el día que me quedaba dormido permanecía jugando en casa y trasteando alrededor de mi madre.
Un día de primavera de los que sí me había despertado, mientras estábamos unos cuantos de los más pequeños mirando embobados los racimos de una falsa acacia, se acercó mi padre, cogió uno y se lo llevó a la boca.
—Hala, tu padre se está comiendo el árbol —me dijo un compañero del que ya no recuerdo el nombre.
—Son dulces. ¿Queréis?
Y allí nos pusimos todos con los brazos extendidos, reclamando cada uno el nuestro.
Mucho más tarde aprendí que tanto las hojas como las semillas son tóxicas, pero para entonces ya había adquirido la costumbre de aquilatar las primaveras probando el primer racimo de flores que me encontrara. Como si el dulzor mayor o menor de sus flores me indicara el grado de generosidad con que se iba a mostrar la nueva estación ese año.