domingo, 25 de abril de 2021

¿CUÁNTO VALE UNA VIDA HUMANA?

Desde que se hicieron realidad las vacunas contra la COVID-19, gobiernos y responsables de todo el mundo comenzaron a hablar de la "salida al final del túnel". Y hasta la mismísima bolsa de valores pegó un subidón, tan sensible ella a los distintos estados de ánimo.

Con AstraZeneca llegaron las dudas y reaparecieron la inseguridad y los miedos. Algunos datos confusos y el apoyo unánime de la comunidad científica a seguir utilizándola. No tengo ninguna duda de que los beneficios sociales de su utilización estén muy por encima de su no utilización. No seré yo quien ponga en tela de juicio los datos que nos ofrecen las distintas agencias oficiales sobre su bondad y la protección del grupo.

Más tarde aparecieron señales de alarma con la vacuna de Janssen y las reacciones por parte de la comunidad científica fue la misma: otros medicamentos ofrecen un porcentaje de riesgo superior, los beneficios para el grupo son infinitamente superiores a los posibles perjuicios, no está del todo probada la relación causal... Más adelante sí se comprobó.

Y dirigentes, responsables, comunidad científica y sociedad decidimos seguir hacia adelante, porque es cierto que los riesgos son muy pequeños porcentualmente considerados, estamos muy cansados del largo año de pandemia y restricciones, y queremos que esta pesadilla se acabe cuanto antes, si es posible, para este mismo verano.

Sin duda, conseguir la protección de grupo es fundamental. Sentirnos seguros y que la actividad económica salga del estado agónico en que se encuentra, también. Es decir, recuperar la "normalidad". Es más, las ganas son tantas que hasta las administraciones parece que tiran la toalla. Dos ejemplos: el presidente del gobierno dice que el 9 de mayo finalizará el estado de alarma; en Euskadi, y en pleno crecimiento de los números rojos, el LABI técnico dice que esto va a terminar y no es necesario adoptar nuevas medidas ni endurecer las que ya existen.

Entiendo perfectamente el cansancio, aunque comprendo mejor el que se vive en hospitales y centros de salud, donde la delgada línea entre la vida y la muerte se franquea a diario. La pregunta que me hago, y para la que no tengo respuesta, es ¿cuántas vidas humanas son necesarias para, por ejemplo, dejar de utilizar una vacuna que ha ocasionado alguna muerte? ¿Una por millón, ocho, ochenta...? ¿No importa el número con tal de que siga siendo beneficiosa para una mayoría? Y sigo preguntando: ¿cuántas muertes son asumibles para dejar de tomar medidas restrictivas porque la población ya está cansada de ellas? 

¿Cuánta solidaridad es necesaria para asumir responsablemente el valor de una vida humana? ¿La vida de una persona a la que no conozco tiene el derecho moral a imponerme restricciones? ¿Qué vale más, la libertad de juntarme con quien quiera y moverme por donde me apetezca o la vida de alguien que, insisto, seguramente no es la mía?

¿Cuánto vale realmente una vida humana?

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