jueves, 21 de mayo de 2020

GRABADOS JAPONESES, Gabriele Fahr-Becker (editora)


Sólo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar, como una calabaza arrastrada por la corriente del río, sin perder el ánimo ni por un instante. Esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero
.

Con esta cita de Narraciones sobre el mundo efímero de las diversiones, del monje budista y escritor, Asai Ryoi (1612-1691), comienza el breve pero intenso ensayo de Thomas Zacharias que nos introduce en los pormenores del arte japonés de la era Edo.

Por su parte, Mitsunobu Sato, especialista en ukiyo-e, nos ha introducido previamente en esta manera de trabajar el grabado que tanto éxito alcanzó en Japón durante los siglos XVIII y XIX. 

Pero me imagino que quien suele acercarse a este tipo de libros lo hace más por la reproducción de imágenes, siempre de alta calidad y buen tamaño, que por los textos que las acompañan, y es que Taschen se ha forjado un gran reputación entre la gente aficionada a los libros de arte por la calidad "visual" de sus ediciones.

Esta, ciertamente bien cuidada, no alcanza, ni de lejos, a la que os presente anteayer, martes, sobre Cien famosas vistas de Edo, de Hiroshige, pero tiene su encanto, sobre todo porque es una muy buena selección de los artistas que practicaron la técnica del ukiyo-e, esas pinturas del mundo flotante a cuyo meollo se quería aludir metafóricamente con el texto del poeta Asai Ryoi.

Os dejo un pequeño muestrario de las delicias que podéis encontrar dentro del libro:

La inefable ola y un puente colgante de Hokusai.


De Eizan, dos grabados de la serie El encuentro con las bellezas.


Un par de retratos de actores, de Sharaku.

Dos escenas costumbrista de Kiyonaga.

El libro ya no se edita, pero podéis encontrarlo fácilmente en bibliotecas o a través de Iberlibro. Hiroshige, por supuesto, también está presente, aunque yo no haya fotografiado ninguna página dedicada a sus trabajos. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES (Un punto de encuentro)

Gracias, Jose.

Aquí lo puedes leer completo.


Hace unos días recibí el Vals de Carcassi para que lo utilizara acompañando la lectura de algún poema. Creo que un vals es una de esas piezas que mejoran si se baila en pareja. Este peculiar principio de Arquímedes creo que se siente muy complacido con la invitación. 

Este es el poema:


Todo cuerpo 
sumergido en otro cuerpo 
experimenta un rejuvenecimiento 
igual al placer 
con que se ha visto regalado. 

Esta ley física 
debe aplicarse por igual 
al cuerpo receptor 
y al cuerpo recibido. 

Cualquier alteración de la igualdad 
debe ser conscientemente aceptada 
para que el resultado 
no entre en colapso con la ley.

Y este es el baile en pareja:

TIMÓN DE ATENAS (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 28)



Astrana Marín nos recuerda que el personaje histórico, este Timón de Atenas, procede, una vez más, de Plutarco, de la Vida de Marco Antonio, donde  se le menciona como hombre perverso y enemigo del género humano, y un poco más adelante se le califica de misántropo. Los estudios actuales son un poco más precisos y hablan de la Vida de Alcibíades de Plutarco, y el diálogo de Luciano, Timón, el misántropo, como fuentes directas. Sea como fuere, continúa el traductor comentando la obra y realiza una de las mayores alabanzas que se pueden hacer: 

La obra shakespeariana es verdaderamente admirable. Jamás se ha delineado mejor (ni tan bien) el tipo de misántropo; y quien quisiere aquilatar la excelencia del Timón de Shakespeare, compárelo con El misántropo de Molière, y notará cuán por debajo quedará la producción francesaKarl Marx también estaba entusiasmado con la obra. 

Más equilibrada me parece la opinión de G. T. de Lampedusa, el autor de El gatopardo, quien nos dejó estas agudas palabras sobre la obra: Parece uno de esos guisotes de caza que los cocineros apañan con las partes menos selectas de los faisanes, de las libres o de los jabalíes. Si el cocinero conoce su oficio te chupas los dedos. Y en este caso el jabalí es Macbeth y el faisán, El rey Lear. Y el cocinero es Shakespeare. La presentación de ese guisote no es muy buena, de acuerdo, y se sirve en la mesa en tajados y bocados poco agradables a la vista. Pero si uno se arriesga a probarlos, encuentra en ellos el aroma de la bestia salvaje y el perfume de los bosques.

Timón de Atenas es, pues, la historia de un dirigente que si bien al comienzo de la obra se muestra generoso y liberal, cuando se hace consciente del endeudamiento en que ha caído y los prestamistas empiezan a pedirle que devuelva lo que debe, busca la ayuda de todos cuantos han vivido a su costa, pero estos se excusan. Se retira al campo con un profundo odio hacia todo el mundo. En su retiro asceta encuentra un tesoro, que no le sirve para aliviar sus penas porque, lleno de amargura, se dispone a utilizar toda la riqueza encontrada para destruir la ciudad que le ha defraudado.

A pesar de que la obra tiene algunas debilidades en su construcción y más de una incoherencia, lo mejor de ella es, como siempre, la capacidad de su autor para ofrecernos algunos de los aspectos más escabrosos del carácter humano. 

Timón: ¿Qué es eso? ¿Oro amarillo, brillante, precioso? No, dioses, no soy un suplicante sin convicción. ¡Dadme raíces, cielos sin nubes! Este oro podría volver blanco lo que es negro, hermoso lo que es feo, justo lo que es injusto, noble lo que es vil, joven lo que es viejo, valiente lo que es cobarde. Dioses, ¿a qué viene esto? ¿Qué es esto, dioses? Esto alejará de vosotros a vuestros sacerdotes y a vuestros servidores, y quitará la almohada en que reposa el enfermo. Este esclavo amarillo consagrará promesas para infringirlas; bendecirá al maldito; hará adorar la podredumbre de la lepra; sentará a ladrones en el banco de los senadores, confiriéndoles títulos, homenajes y alabanzas. Él será quien obligue a casarse en nuevas nupcias a la viuda desolada. A la mujer cubierta de úlceras que sale del hospital, la embalsama, la perfuma y hace de ella un nuevo día de abril. ¡Condenado metal, puta de la humanidad, que llevas el desorden a las naciones, vuelve a la tierra en donde te puso la Naturaleza! (Act IV, esc 3).

Quienes leímos antes a Quevedo que a Shakespeare no podemos evitar el run-run del poderoso caballero.

martes, 19 de mayo de 2020

HIROSHIGE, CIEN FAMOSAS VISTAS DE EDO

Editorial. Ahí disponéis de más imágenes.

Ahora que estamos empezando a desconfinarnos y las librerías ya están abiertas traigo una propuesta de regalo para quienes gustáis de las delicadezas —pocas veces el sustantivo habrá sido tan apropiado— del grabado japonés. 

A pesar del lujo con que han editado las mundialmente famosas vistas de Hiroshige, no es en absoluto cara, tan solo 30 €. Viene en caja recubierta de seda; formato grande, 25 x 31,3 cm; casi dos kilo de peso; encuadernación japonesa en doble hoja y cosido especial; cada una de las 119 láminas se acompaña de un texto explicativo. Una pasada. En el vídeo enlazado podéis ver los detalles (está en inglés). 



¿Y quién fue Hiroshige? Para quien no lo conozca, Hiroshige ( ¿1797?-1858) fue uno de los grandes artistas del siglo XIX japonés que alcanzó una enorme fama por sus grabados acerca del monte Fuji y de la ciudad en la que nació, Edo —hoy Tokio—. Enamorado visualmente de su ciudad natal, a ella le dedicó 119 espléndidos grabados, que son los que aquí se recogen, aunque hayan pasado a conocerse como cien.


La colección se enmarca dentro del estilo ukiyo-e. Eran grabados con imágenes muy populares destinados a la clase media urbana, que utilizaban para adornar sus casas. Las imágenes son muy coloristas, de dibujo claro y limpio, que recrean lugares idealizados líricamente. La visión es siempre optimista. Con mucha frecuencia solía aparecer la población practicando las actividades propias del lugar y las costumbres de la época.


Cuando Japón fue obligado a abrirse al comercio con Occidente, empezó a descubrirse el arte de Hiroshige, quien en el último tercio del siglo XIX fue muy admirado en Europa, especialmente entre artistas, quienes se encargaron de difundir el gusto por lo oriental que dio lugar a lo que se conoció como japonismo, el que tanto influiría luego en los movimientos impresionista y modernista.


Podéis ver todas las imágenes, acompañadas de un breve comentario, al final del artículo de Wikipedia sobre las Cien famosas vistas de Edo.

***
Nota: Las imágenes que aparecen aquí corresponden a una edición trilingüe y de un formato considerablemente mayor que en la actualidad no está disponible, pero el contenido y la disposición son los mismos.

lunes, 18 de mayo de 2020

FERNANDO (Con vuestros nombres he tejido mis sueños)


Cubierta de Irene Rodríguez

FERNANDO 

No sé si me duele más 
no poder recordar tu imagen 
o saber perdida para siempre 
aquella sensación de felicidad 
que me daban las horas compartidas 
fuera de la escuela. 
La duda contigo no era decidir con qué juego 
pasaríamos la tarde, 
sino dónde. 
Todo se reducía a saber 
si sería en tu casa o en la mía 
donde quedaríamos al resguardo 
de las miradas ajenas, 
protegidos de la envidia 
de no necesitar nada más 
que nuestra mutua compañía. 
Momentos memorables de la infancia 
cuando casi todo era gris 
y un poco triste: 
la escuela, 
el cocido de los lunes, 
el barro de las calles 
y la luz 
que muy a menudo andaba de viaje 
e ignorábamos el momento de su regreso. 
Igual que tú. 

Un día tus padres anunciaron vuestra partida 
hacia algún destino inasequible en aquellos años 
 —Valencia, creo—.
Yo conocí entonces, por vez primera, 
lo material que podía ser la soledad. 

Aquel verano fue el más largo y el más vacío 
de mi poco añorada infancia.



***

Y ahora una solicitud de ayuda: Con vuestros nombres he escrito mis sueños es algo así como una autobiografía con nombres o, si lo preferís, una galería de personas con las que he compartido algún momento feliz de mi vida. A todas las que aparecen en él les he hecho llegar un ejemplar. De Fernando no sé nada. Cuanto puedo decir es que estudiamos juntos en una escuela de Bilbao. Era un patronato de la entonces Caja de Ahorros de Vizcaya. Tenía tres unidades: párvulos, chicas y chicos. Estaba situada en los bajos de un grupo de edificios que formaban un triángulo —está aquí, entre las calles Zumaia, Doctor Alberca y Av. Maurice Ravel—. Fernando y yo coincidimos en la de chicos. No recuerdo cuándo se fue, pero tendría 8 o 9 años, y creo que se iba a vivir a Valencia. Ahora tendrá 64, uno más uno menos. Es decir, estuvimos en la escuela juntos durante los años 1962-1964, tal vez 65.

Si alguien le localiza, estaría enormemente agradecido si me lo hiciera saber. Mi correo electrónico está en la columna de la derecha.

domingo, 17 de mayo de 2020

ABRÁZAME





Abrázame, 
detén el tiempo con tus brazos,
protégeme del mundo
y sus miserias,
envuélveme con tus paréntesis 
vitales,
que hoy me siento torpe
y necesito un poco de calor
para aguantar el aguacero.


Y en audio:



El fondo musical lo ha puesto J. Cabañes interpretando a la guitarra Españoleta, de Gaspar Sanz.

El poemario podéis comprarlo o descargarlo gratuitamente en este enlace.

sábado, 16 de mayo de 2020

LA NECESARIA CONVIVENCIA EN ARMONÍA


Un día de mayo.

Alteri vivas oportet, si vis tibi vivere —es necesario que vivas para los demás si quieres vivir para ti— Séneca, Ep. 48,2.

Habrá que repetir cuantas veces sean necesarias ideas ya sabidas, porque parece que tenemos la memoria frágil y la paciencia corta. Somos animales sociales. Nos necesitamos mutuamente y hemos conseguido grandes resultados gracias a la colaboración. Eso no impide que tengamos nuestras propias ideas, que ejerzamos el pensamiento crítico, que pongamos en común nuestras opiniones más diversas y que después del contraste y del análisis elijamos las mejores para la colectividad. Ese comportamiento sería el mejor homenaje al día de hoy, el Día Internacional de la Convivencia en Paz.

En realidad me da igual el día internacional que hoy nos corresponda, lo que me preocupa es lo que desde hace ya unas semanas vengo percibiendo en la sociedad. Cuando se inició el estado de alarma, y a pesar del enorme cambio que supuso en la vida cotidiana, todo parecía colaboración y ganas de ayudarnos mutuamente. Las muestras de solidaridad se multiplicaban y los gestos altruistas eran noticia diaria. Éramos una sociedad dispuesta a la cooperación cada cual en la medida de sus posibilidades.

En estos momentos el signo más notorio de que flaqueamos es que los aplausos de las ocho de la tarde han perdido intensidad y duran menos tiempo. Comprendo que el cansancio haga su trabajo, lo mismo que lo hace la repetición. Y menos mal que hemos acordado realizar una última sesión este domingo para que esos aplausos suenen con la suficiente fuerza y dignidad, antes de que se conviertan en un signo más de indiferencia y apatía.

Pero los aplausos no son nada más que un símbolo sin excesiva importancia. El verdadero problema es que lo que comenzó con ganas y buen ánimo se ha ido transformando en un repaso de culpas y responsabilidades que solo conducen al enfrentamiento. No digo que hayan desparecido los gestos solidarios y hasta los comportamiento heroicos, que los hay. Lo que digo y percibo es que cada vez son más las palabras gruesas y se dejan oír con mayor frecuencia las discrepancias. Y ese un camino peligroso. 

No hemos superado la epidemia. Estamos aún muy lejos de hacerlo y lo que necesitamos —además de una vacuna que nos ayude a poner fin a tanto sufrimiento— son voces claras y valientes que nos empujen a seguir sacando lo mejor de cada persona. Lo que era cierto y necesario hace dos meses sigue siendo cierto y necesario hoy, mañana y pasado mañana: 


Se lo debemos a cuantas personas hemos perdido en el camino, a cuantas personas han quedado sumidas en un abismo de dificultades, a cuantas personas esperan todavía nuestros esfuerzos para empezar a ver el futuro, a todos y cada uno de nosotros mismos, porque como decía Séneca, es imprescindible vivir para los demás si queremos ayudarnos a nosotros mismos.

viernes, 15 de mayo de 2020

JUAN GENOVÉS, UN ABRAZO

El abrazo. 1976. Juan Genovés. Fuente: Museo Reina Sofía.

Pocos días después de que iniciaramos el confinamiento, comencé a grabar poemas que pudieran llevar algo de alivio y de espíritu solidario. El 28 de marzo elegí "Pie para el Niño de Vallecas"de León Felipe, un poema que nos recuerda la necesidad de solucionar los problemas entre todos. Utilicé como imagen para ilustrar la lectura esta obra de Genovés, El abrazo. 

Tanto el poema como la obra pictórica me han acompañado durante muchos años y los he empleado en numerosas ocasiones por motivos distintos, siempre unidos por esa conexión solidaria, de llamada al esfuerzo colectivo, de empeño en lo común como forma de superar dificultades, como modo y manera de reivindicar lo mejor que tenemos como especie. 

Se ha ido Genovés, pero nos deja para siempre la imagen más solidaria, afable, grata y abierta de nuestro ser social. Pocas obras del arte contemporáneo tienen tanta fuerza visual y una proyección semántica tan nítida. Se ha ido. Nos deja su abrazo. A ver si somos capaces de hacerle caso.

INVITACIÓN A LA NOCHE (TODOS LOS AUDIOS E ILUSTRACIONES)


Ya he terminado de grabar todos los poemas. Como no he podido realizar la grabación en un solo audio, y para que no andéis buscando por un sitio u otro, dejo aquí agrupadas las cinco secciones y el índice de lo que váis a encontrar cuando os pongáis a escuchar el contenido. 

Primera parte:

Dedicatoria, epígrafe de T. Tasso, "Cúpula primigenia" y primera sección, Donde la mirada aprende que comprende los poemas Osa Mayor, Osa Menor y Dragón. 



Segunda parte: 

Sección Invierno —Orión, Can Mayor, Can Menor, Géminis, Tauro y Auriga— y Primer escolio.


Tercera parte:

Sección Primavera —Boyero, Corona, Hércules, Cabellera de Berenice y Leo— y Segundo escolio.

 

Cuarta parte: 

Sección Verano —Águila, Ofiuco, Cisne, Lira y Escorpión— y Tercer escolio.

 

Quinta parte:

Sección Otoño —Andrómeda, Pegaso, Perseo, Cefeo y Casiopea— más Cuarto escolioEpílogo y ¿Dónde la realidad?


Y para que esté completo el contenido, los dibujos que acompañan a alguno de los poemas, realizados por Irene Rodríguez cuando tenía 14 años (la ilustración de la portada también es suya):

Página 14.

Página 22.

Página 34.

Página 44.

Página 50.

jueves, 14 de mayo de 2020

CORIOLANO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 27)



Coriolano es junto con Julio César el drama político más interesante y arriesgado de Shakespeare. El más poliédrico, el que más puntos de vista concita. Dicho de otra manera: el más escabroso. 

Como en otras muchas ocasiones, Shakespeare parte de la traducción de las Vidas paralelas de Plutarco en la traducción de Thomas North. Plutarco daba a Coriolano, Cayo Marcio Coriolano, como un personaje realmente existente del siglo V a.e.c., la historiografía actual lo considera una figura semilegendaria. En cualquier caso a Shakespeare le sirve para indagar las relaciones de poder, las actuaciones políticas, el papel de los dirigentes, la actuación del pueblo y, en definitiva, el comportamiento público y social de cada uno de los estratos sociales.

Leída sin mucha atención, o montada la obra demagógicamente, puede parecer una simple denuncia del orgulloso poder de las figuras singulares y sus derivas fascistoides. Pero hay más lecturas. William Hazlitt estaba convencido de que Shakespeare albergaba una cierta simpatía hacia Cayo Marcio por motivos "poéticos". T. S. Eliot, inclinado políticamente hacia la derecha, la consideraba la mejor obra de Shakespeare. Bertolt Brecht, comunista, pensaba, en cambio, que era una gran obra porque expresaba con nitidez la lucha de clases. Hay quien ha visto elementos más que suficientes del héroe nietzscheano abandonado a su soledad. También existen interpretaciones freudianas que nos recuerdan la filiación edípica de Coriolano y otras que acentúan la tendencia homoerótica del jefe volsco Aufidio.

Lo cierto es que la obra se sigue representando hoy con gran éxito y que, rica en matices y capaz de ofrecer muchos puntos de vista sobre los que debatir, posiblemente solo seamos capaces de ponernos de acuerdo en considerar la tragedia de Coriolano como una resolución lógica ante la imposibilidad absoluta de convivir ya sea con sus conciudadanos ya sea  con los volscos. Y aunque cualquier persona medianamente sensible desde el punto de vista social se sienta horrorizada por el apabullante orgullo moral del héroe, lo cierto es que difícilmente encontrará motivos para situarse al lado de cualquier otro personaje de la obra. 

Con Coriolano no podemos separar la reflexión política de la reflexión moral, ambas son requeridas para encontrar una salida razonable a los comportamientos claramente ambivalentes de cuanto grupo y personaje aparece en la obra. Ni tan siquiera las mujeres del drama, que aparentemente tienen menos juego político y mayor recorrido personal, se libran de esa ambivalencia. 

Aquí tenéis la puesta en escena que la compañía Arán Dramática realizó en 2014 para la sexagésima edición del Festival de Teatro de Mérida:

INVITACIÓN A LA NOCHE (AUDIO)


Como hoy es mi cumpleaños he decidido regalarme a mí mismo la grabación completa del primer poemario que escribí, crear mi propio audiolibro, que es una manera de conservar su existencia y seguir manteniéndolo al alcance de cualquiera.

He escrito "la grabación completa", pero hay que aceptar las propias limitaciones. No soy un profesional del medio y no estoy acostumbrado a leer durante mucho rato seguido en voz alta teniendo en cuenta al mismo tiempo el ruido del papel, la proximidad del micrófono y la pantalla del ordenador. Es decir, no tengo medios para organizar una grabación adecuada y cómoda. Resultado: he tardado poco en darme cuenta de que este trabajo solamente sería posible si lo repartía en tiempos menos ambiciosos. 

Iré grabando el resto del libro. Hoy, como celebración y festejo, me conformo con la primera sección, la que recoge el texto de Torquato Tasso y los poemas dedicados a las constelaciones circumpolares. En próximos días iré subiendo las demás secciones, las que corresponden a cada una de las estaciones. 


miércoles, 13 de mayo de 2020

ONDINA Y EL LAGO ENCANTADO

Librerías

Yo intento convencerle de que las penas y las alegrías del amor están unidas unas a otras por un dulce y misterioso encanto, pero hablo en vano, porque no me cree. Y sin embargo, a través de las lágrimas puede brillar la sonrisa, y a veces la sonrisa trae consigo lágrimas...  

Medio siglo cumple esta edición que anda por casa. Un número suficientemente redondo como para dedicar a La Motte-Fouqué (1777-1843) y su Ondina un recuerdo, aunque el autor no sea uno de los grandes y la obra no vaya a pasar nunca a las páginas de oro de la literatura universal.

Lo primero que hay que advertir es que es esta una historia que podríamos etiquetar como "infantil-juvenil". Y, por favor, no os dejéis llevar por la ilustración de la sobrecubierta, muy del gusto —¿mal gusto?— de aquella época, y muy dirigida a la población lectora femenina preadolescente.

Ondina y el lago encantado es una emotiva historia fantástica, muy propia del romanticismo europeo, que nos cuenta la imposible relación entre una habitante del mundo acuático absolutamente deliciosa y un hombre que, como representante de la especie humana y sus limitaciones, no sabe apreciar lo que tiene. 

Las tradiciones populares, y también la mitología, han recogido desde muy antiguo el intento de relacionar a los seres humanos con seres de otros mundos. Pero las barreras para saltar de un lado a otro son siempre difíciles y casi siempre han terminado en fracaso. La mala utilización de la naturaleza y la incomprensión de sus leyes por nuestra parte suele ser el sustrato en el que se apoyan. 

Esta historia recoge el intento de Ondina por dotarse de un alma. Para eso necesita enamorarse de un humano y que este sea fiel. Ondina conocerá el amor, pero no su duración, y la barrera que separa a los seres humanos del resto de los seres de la naturaleza permanecerá, una vez más infranqueable.

El gran Goethe dijo de esta Ondina que era realmente encantadora. Si os queda una pizca de romanticismo en las venas, si no os disgustan las historias fantásticas de hadas y bosques y lagos, si aún conserváis la capacidad de conmoveros con historias de amor, seguro que estaréis de acuerdo con el autor del Fausto.

martes, 12 de mayo de 2020

HÖLDERLIN, "LO QUE PERMANECE LO FUNDAN LOS POETAS"


¡Feliz naturaleza! No sé lo que me pasa cuando alzo los ojos ante tu belleza, pero en las lágrimas que lloro ante ti, la bien amada de las bien amadas, hay toda la alegría del cielo.

Todo mi ser calla y escucha cuando las dulces ondas del aire juegan en torno de mi pecho. Perdido en el inmenso azul, levanto a menudo los ojos al éter y los inclino hacia el sagrado mar, y es como si un espíritu familiar me abriera los brazos, como si me disolviera el dolor de la soledad en la vida de la divinidad.

Ser uno con todo, esa es la vida de la divinidad, ese es el cielo del hombre. Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza, esa es la cima de los pensamientos y alegrías, esta es la sagrada cumbre de la montaña, el lugar del reposo eterno donde el mediodía pierde su calor sofocante y el trueno su voz, y el hirviente mar se asemeja a los trigales ondulantes.

¡Ser uno con todo lo viviente! Con esta consigna, la virtud abandona su airada armadura y el espíritu de hombre su cetro, y todos los pensamientos desaparecen ante la imagen del mundo eternamente uno, como las reglas del artista esforzado ante su Urania, y el férreo destino abdica de su soberanía, y la muerte desaparece de la alianza de los seres, y lo imposible de la separación y la juventud eterna dan felicidad y embellecen al mundo.

A menudo alcanzo esa cumbre, Belarmino. Pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo eternamente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y no la comprendo.

¡Ojala no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de la que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.

En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol de mediodía.

Sí, el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, y cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplado los miserables céntimos con que la compasión alivió su camino.


Hölderlin (1793-1843) es uno de esos poetas imprescindibles de la literatura occidental porque enseñó a pensar poéticamente. Si es cierto que toda oración expresa un pensamiento, también es cierto que no todas las oraciones que se escriben merecen emplear en ellas el tiempo que tardamos en leerlas, pues lo que dicen es tan pobre, tan sabido, tan menesteroso que no mejoran el silencio. 

Hölderlin, muy estudiado por Heidegger, interpretado muy a su manera por Berteaux, consiguió hacer de su escritura una propuesta en la que se aunaban la naturaleza, el mundo griego, la revolución ilustrada y el ser humano. Y eso, en mi opinión, lo consigue de forma magistral con Hiperión, un texto a medio camino entre la narración, la epístola y la poesía. Tan entrañable y fácil de leer como El principito. Seguramente, la novela más conmovedora que conozco. 

Pero no me hagáis caso a mí, hacédselo a Thomas Mann quien para expresar la importancia de la propuesta estética y social de su compatriota dijo aquello de que las cosas andarían mejor si Marx le hubiera leído.




A LAS PARCAS


Sólo un verano me otorgáis, vosotras las poderosas
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto se me muera.

El alma que no obtuvo en vida derecho
divino, tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzó lo sagrado, aquello
que es caro a mi corazón, el poema,

bienvenido entonces, oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré, aunque mi lira
allí no me acompañe; por una vez
habré vivido como un dios, y más no hace falta.


Este audio es de un recital que se produjo en la Fundación Juan March. En él la mezzosoprano Elena Gragera y el pianista Antón Cardó interpretan unos lieder que tienen textos de Hölderlin; el actor Ernesto Arias lee los poemas, y la profesora, investigadora y traductora Helena Cortés Gabaudan se encarga de los muy útiles y acertados comentarios. Si queréis ver el vídeo, lo tenéis aquí. No dejéis de ver o escuchar su ponencia sobre el poeta alemán, está enlazada con su nombre.

 

lunes, 11 de mayo de 2020

RICARDO III (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 26)



Ricardo III contiene dos de las frases más populares de Shakespeare. Con una de ellas da comienzo la obra, con la otra lo termina. La primera de ellas tiene un aire más culto, se utiliza mucho más en medios intelectuales, entre gente que escribe y ha servido para generar otros títulos —dos ejemplos ilustres: Steinbeck y Reverdy— e incluso crónicas periodísticas siempre que se alude a los malos tiempos pasados. Nada me extrañaría, por ejemplo, que cuando hayamos superado esta pandemia alguien comenzara una crónica con ella. Me estoy refiriendo a el invierno de nuestro descontento o el invierno de nuestra desventura, según traducciones. Así se abre la obra, con el primer parlamento del ambicioso duque de Gloucester, luego Ricardo III:

Ahora el invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York; y todas las nubes que se encapotaban sobre nuestra casa están sepultadas en el hondo seno del océano. Ahora nuestras frentes están ceñidas por guirnaldas victoriosas; nuestras melladas armas, colgadas e trofeos; nuestras amenazadoras llamadas al arma se han cambiado en alegres reuniones, nuestras temibles músicas de marcha, en danzas deliciosas.

Cuando está a punto de acabar el último acto y Ricardo III ha sido derrotado, grita eso que seguramente todos hemos dicho alguna vez en un tono de broma, porque la situación no tiene ningún riesgo real, pero queremos darle una importancia de la que carece:

Ricardo: ¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo! 
Catesby: Retiraos, señor: os ayudaré a encontrar un caballo. 
Ricardo: ¡Villano, he echado la vida a una tirada de dados, y afrontaré el azar de la suerte! Creo que hay seis Richmond en el campo: he matado a cinco en vez de él. ¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!

Y no voy a hablar de esa otra que he colocado en negrita, que también tiene lo suyo. Así es Shakespeare.

Con Ricardo III nos encontramos ante una de las reflexiones sobre la ambición de poder y la maldad más potentes de la literatura. La perversidad de este personaje es similar a la de Yago en Otelo. La diferencia entre uno y otro radica en que Yago carecía de poder político y este, en cambio, tiene poder y quiere llegar a tenerlo de forma absoluta. Hará cualquier cosa y traicionará a cualquier persona, ya sea amante, familiar o amigo, con tal de sentarse en lo más alto de la escala política. Curiosamente, esos dos papeles fueron interpretados por el mismo gran actor en el teatro español, José María Prada, y a quien tenemos la suerte de ver en este Teatro de siempre de 1967.

Por si alguien tiende a identificar la obra con un libro de historia no viene mal recordar que aquí estamos ante una propuesta dramática para llevar a cabo una reflexión sobre la ambición humana, el poder y la maldad. El Ricardo III que nos presenta Shakespeare poco tuvo que ver con el histórico. La verdad del arte no necesita de los hechos verdaderamente acontecidos, pero puede ser tan intensa y verdadera como ella.


domingo, 10 de mayo de 2020

UN ÁRBOL, UN REY Y LA EPOPEYA MÁS ANTIGUA DE LA LITERATURA

Cedro del Líbano. Parque de Cristina enea.


Tal vez sea por el confinamiento o tal vez sea porque el otro día andaba uno de los pavos del parque glugluteando como un loco desde lo alto de una de las ramas de este magnífico cedro del Líbano, el caso es que desde que podemos salir a pasear estoy más atento a todas esas maravillas que tengo a unos cuantos pasos de casa y que habitualmente no me paraba mucho a contemplar. Vamos, que estoy algo así como haciendo turismo alrededor de mi domicilio y entre voceo y voceo del pavo —era macho y estamos en época de celo—, saqué el teléfono del bolsillo y tomé un par de imágenes. 

Los árboles son seres vivos extraordinarios por muchas razones. Si hablamos de tamaño, entre ellos están los mayores seres vivos que podemos encontrar en la Tierra. Este cedro es un estupendo ejemplar, aunque "solo" tiene 25 metros de altura y 5 de diámetro en su tronco. Pero lo que a mí se me hace más atractivo es que se trata de un tipo de árbol unido directamente con nuestra imaginación. El cedro del Líbano aparece en la primera epopeya escrita de la historia de la humanidad, La epopeya de Gilgamesh, que, por si no la habéis leído, debéis saber que no solamente influyó en Homero, sino también en la Biblia. 

En ella podemos leer la aventura de los dos amigos, Enkidu y Gilgamesh, en lucha con el monstruo Humbaba cuando llegan al bosque de cedros. Comienza así:

Allí se pararon admirando el bosque

contemplando los elevados cedros

contemplando la entrada al bosque


Por donde Humbaba había ido y venido

había una huella

El sendero lucía recto y muy recorrido


Vieron entonces la Montaña del Cedro

paradero del trono de diosas y dioses.

        
                                                                  

Pero si las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, se os hacen demasiado lejanas y su lucha contra la muerte no es suficiente para mover vuestro afecto e interés por este árbol, acaso sintáis un poco más próximas las menciones que de él se hacen en el Levítico cuando Moisés ordena a los sacerdotes hebreos que usen la corteza del cedro del Líbano en el tratamiento de la lepra: Si la plaga de lepra ha desaparecido del leproso, mandará tomar para el que se ha de purificar dos avecillas vivas, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo... (Levítico 14:3 y 4); o cuando Salomón ordena construir el Templo de Jerusalén: Construyó la casa "Bosque del Líbano", de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre tres filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas (1 Reyes, 7:2).

Pero también podríamos mencionar que las naves fenicias que surcaron el Mediterráneo entero llevando su alfabeto por todos los pueblos costeros estaban hechas con la madera de este árbol. O que la actual bandera del país que les da nombre tiene su dibujo en el centro de la misma. Ya véis si hay motivos más que suficientes para detenerse delante de este magnífico árbol y dejarnos llevar durante un momento a través de la historia porque su adn está inscrito en nuestra vida. El turismo de proximidad siempre tiene algún regalo esperándonos.


sábado, 9 de mayo de 2020

FLORENCIA



No seré yo quien diga que Florencia es la ciudad más bella del mundo, pero a mí es una de las que más me gusta de cuantas conozco y no en vano el síndrome de Stendhal también se conoce como síndrome de Florencia, y aunque yo no lo haya padecido, sí puedo decir que ha sido en esa hermosísima ciudad donde me he encontrado más cerca de la felicidad que produce la belleza que en ninguna otra de cuantas he visitado. 

Todavía hoy puedo recordar con absoluta nitidez la emoción que me causó encontrarme frente a la puerta del paraíso, entrar por primera vez en la Plaza de la Señoría, plantarme ante el David de Miguel Ángel en el Museo de la Academia, recorrer las salas de los Uffizi y tropezar con Botticelli o penetrar en la iglesia de Santa María del Carmine y dar de bruces con Masaccio.

Toda Florencia rezuma belleza, toda Florencia está impregnada tanto en mi memoria personal como en la más libresca y académica de formas y arquitecturas que tengo grabadas en la parte de la conciencia que asocio con lo sublime. Por eso, descubrir este vídeo encargado por el Ayuntamiento de la ciudad me ha hecho una ilusión especial y lo he sentido como propio. Los poco más de mil kilómetros que me separan de ella en línea recta, afectivamente no son nada.

Nos veremos pronto, claro que sí, aunque para eso tenga que practicar turismo de km 0, es decir, ir andando o en bicicleta.

viernes, 8 de mayo de 2020

VENDRÁN MÁS Y ABRIRÁN NUEVOS CAMINOS



Vendrán más y abrirán nuevos caminos, 
descubrirán formas aún no imaginadas
y aunque los lenguajes sean muchos y distintos,
llegarán y nos hablarán más claro,
sabrán explicar lo que aún no entendemos.
Descubrirán el peso de lo humano en la materia 
y el hálito matérico de nuestros gustos.
Dejarán un aliento de bondad palpitando
entre lo más oscuro del ser
y nuestro afecto por lo mágico.
Unificarán el vuelo de las aves,
la lentitud del pensamiento
y el interno quehacer de lo invisible.

Otros vendrán

y seremos mejores
y más sabios.

            
Este poema lo publiqué por primera vez el 11 de marzo de 2013, al día siguiente de haberlo escrito. Es el que cierra la colección y el que expresa más nítidamente el deseo de que realmente nuestra sociedad sea mejor algún día.

ANTONIO Y CLEOPATRA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 25)

Se ha dicho multitud de veces que Shakespeare no es original, que toma sus historias y argumentos de otros textos que saquea, pero los engrandece de tal forma que aquello que era trivial y sin gracia pasa a ser en sus manos algo realmente interesante y lleno de vida. Creo que esta es una ocasión inmejorable para ofrecer un ejemplo de eso que tantas veces se dice.

Thomas North tradujo al inglés las Vidas paralelas de Plutarco. De ese texto se valió Shakespeare para componer sus Julio César, Coriolano y esta que ahora comento, Antonio y Cleopatra. La cita es un poco larga, pero merece la pena. En el capítulo XXVI de su vida de Marco Antonio, el Plutarco de North describe la primera aparición de Cleopatra así:

Por lo cual, cuando ella recibió diversas cartas, así del propio Antonio como de los amigos de este, hizo tan poco caso y se burló tanto de él, que no se dignó avanzar de otra manera más que tomando en el río Cidno su barca, cuya popa era de oro, las velas de púrpura y los remos de plata, manejados y movidos al son de la música de flautas, oboes, cítaras, violas y otros instrumentos parecidos que tocaban en la barca. Y en cuanto a la persona misma de ella, iba acostada bajo un dosel de tela tejida de oro, aparejada y ataviada de la manera como se pinta comúnmente en los cuadros de la diosa Venus; y junto a ella, a cada lado, unos graciosos niñitos vestidos como los pintores suelen retratar al dios Cupido, con abanicos en sus manos, con los cuales la abanicaban. Sus damas y doncellas, asimismo las más hermosas, estaban vestidas como las ninfas Nereidas (que son hadas de las aguas) y como las Gracias, gobernando unas el timón, tendiendo otras los aparejos y jarcias de la barca, de la cual salía una maravillosa emanación de perfumes que perfumaban la parte del embarcadero, atestada de innumerable multitud de personas. Algunas de ellas seguían la barca a lo largo del río; otras salían corriendo de la ciudad para verla entrar, de modo que al final corría a verla multitud de personas, unas tras otras, que Antonio se quedó solo en la plaza del mercado, en la silla imperial donde daba audiencia.

Y esto queda transformado así en el segundo acto, escena segunda: 

ENOBARBO: Desde su primer encuentro con Marco Antonio, se metió su corazón en su bolsa; fue sobre el río Cidno.
AGRIPA: Allí apareció, en efecto; o el que me lo ha referido se la imaginó felizmente.
ENOBARBO: Vaya contároslo. La galera en que iba sentada, resplandeciente como un trono, parecía arder sobre el agua. La popa era de oro batido; las velas, de púrpura, y tan perfumadas, que se dijera que los vientos languidecían de amor por ellas; los remos, que eran de plata, acordaban sus golpes al son de flautas y forzaban al agua que batían a seguir más a prisa, como enamorada de ellos. En cuanto a la persona misma de Cleopatra, hacía pobre toda descripción. Reclinada en su pabellón, hecho de brocado de oro, excedía a la pintura de esa Venus, donde vemos, sin embargo, a la imaginación sobrepujar la naturaleza. En cada uno de sus costados se hallaban lindos niños con hoyuelos, semejantes a Cupidos sonrientes, con abanicos de diversos colores. El viento parecía encenderles las delicadas mejillas, al mismo tiempo que las refrescaba, haciendo así lo que deshacía.
AGRIPA: ¡Oh, espléndido espectáculo para Antonio!
ENOBARBO: Sus mujeres, parecidas a las nereidas, como otras tantas sirenas, acechaban con sus ojos los deseos y añadían a la belleza de la escena la gracia de sus inclinaciones. En el timón, una de ellas, que podría tornar por sirena, dirige la embarcación; el velamen de seda se infla bajo la maniobra de esas manos suaves como las flores, que llevan a cabo listamente su oficio. De la embarcación se escapa invisible un perfume extraño, que embriaga los sentidos del malecón adyacente. La ciudad envía su población entera a su encuentro, y Antonio queda solo, sentado en su trono, en la plaza pública, silbando al aire qUe, si hubiera podido hacerse reemplazar, habría ido también a contemplar a Cleopatra, y creado un vacío en la Naturaleza.
AGRIPA: ¡Maravillosa egipcia!

Esta es la diferencia.

Para no alargar excesivamente esta entrada, tan solo quiero recordar que Antonio y Cleopatra es la obra que Shakespeare dedica a la pasión erótica. El personaje femenino, Cleopatra, brilla por encima de todos los demás —¿qué raro, verdad?—. Rica en matices y en acciones, se mueve siempre en el terreno del límite, de lo impreciso, de lo indeterminado; por eso, todavía hoy los especialista siguen discutiendo acerca de si es lujuria o es amor lo que mueve a los protagonistas; si son héroes trágicos o, por el contrario, se dejan arrastrar por sus defectos... Decidir estas y otras cuestiones compete a quien lee y a su capacidad de dejarse arrastrar o no por las palabras, tarea siempre grata cuando lo que tenemos delante de los ojos es un texto tan rico como este.