domingo, 10 de mayo de 2020

UN ÁRBOL, UN REY Y LA EPOPEYA MÁS ANTIGUA DE LA LITERATURA

Cedro del Líbano. Parque de Cristina enea.


Tal vez sea por el confinamiento o tal vez sea porque el otro día andaba uno de los pavos del parque glugluteando como un loco desde lo alto de una de las ramas de este magnífico cedro del Líbano, el caso es que desde que podemos salir a pasear estoy más atento a todas esas maravillas que tengo a unos cuantos pasos de casa y que habitualmente no me paraba mucho a contemplar. Vamos, que estoy algo así como haciendo turismo alrededor de mi domicilio y entre voceo y voceo del pavo —era macho y estamos en época de celo—, saqué el teléfono del bolsillo y tomé un par de imágenes. 

Los árboles son seres vivos extraordinarios por muchas razones. Si hablamos de tamaño, entre ellos están los mayores seres vivos que podemos encontrar en la Tierra. Este cedro es un estupendo ejemplar, aunque "solo" tiene 25 metros de altura y 5 de diámetro en su tronco. Pero lo que a mí se me hace más atractivo es que se trata de un tipo de árbol unido directamente con nuestra imaginación. El cedro del Líbano aparece en la primera epopeya escrita de la historia de la humanidad, La epopeya de Gilgamesh, que, por si no la habéis leído, debéis saber que no solamente influyó en Homero, sino también en la Biblia. 

En ella podemos leer la aventura de los dos amigos, Enkidu y Gilgamesh, en lucha con el monstruo Humbaba cuando llegan al bosque de cedros. Comienza así:

Allí se pararon admirando el bosque

contemplando los elevados cedros

contemplando la entrada al bosque


Por donde Humbaba había ido y venido

había una huella

El sendero lucía recto y muy recorrido


Vieron entonces la Montaña del Cedro

paradero del trono de diosas y dioses.

        
                                                                  

Pero si las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, se os hacen demasiado lejanas y su lucha contra la muerte no es suficiente para mover vuestro afecto e interés por este árbol, acaso sintáis un poco más próximas las menciones que de él se hacen en el Levítico cuando Moisés ordena a los sacerdotes hebreos que usen la corteza del cedro del Líbano en el tratamiento de la lepra: Si la plaga de lepra ha desaparecido del leproso, mandará tomar para el que se ha de purificar dos avecillas vivas, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo... (Levítico 14:3 y 4); o cuando Salomón ordena construir el Templo de Jerusalén: Construyó la casa "Bosque del Líbano", de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre tres filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas (1 Reyes, 7:2).

Pero también podríamos mencionar que las naves fenicias que surcaron el Mediterráneo entero llevando su alfabeto por todos los pueblos costeros estaban hechas con la madera de este árbol. O que la actual bandera del país que les da nombre tiene su dibujo en el centro de la misma. Ya véis si hay motivos más que suficientes para detenerse delante de este magnífico árbol y dejarnos llevar durante un momento a través de la historia porque su adn está inscrito en nuestra vida. El turismo de proximidad siempre tiene algún regalo esperándonos.


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