Me gusta descubrir sitios de la mano de la literatura, la mitología o algún tema que me atraiga especialmente. Me gusta viajar con la intención de adentrarme en algo más que un simple lugar desconocido. Así, durante los primeros días de agosto, he estado en el sur de Inglaterra, más concretamente en el condado de Cornualles, sumergido en la leyenda del rey Arturo.
La primera etapa del periplo ha sido
Winchester, donde se encuentra el tablero de la mesa redonda (aparece en la foto). En el tablero se pueden leer los nombres de cada uno de los caballeros. ¡Qué poderoso atractivo el del mito, capaz de concentrar a una multitud de personas en torno a una mesa, que ni tan siquiera es de la época a la que la leyenda se refiere! ¡Qué fuerza! ¡Qué capacidad de expresión a través del tiempo! La ciudad, por supuesto, tiene más atractivos que el de albergar la mesa en la que los caballeros compartían tertulias y manjares.
El segundo punto del recorrido ha sido Salisbury, por donde Arturo y sus caballero anduvieron batallando, y donde
Constable dejó para siempre la impronta de su buen hacer artístico. Ciudad amable donde las haya, Salisbury se ofrece generosa como un buen punto de descanso para poder disfrutar de la leyenda, de una buena pinta de cerveza, o de una siesta en el inmaculado césped que rodea una de las catedrales más bellas del gótico inglés.
Desde esta ciudad es muy fácil acercarse a Stonehenge y sumergirse en la milenaria historia de unas piedras, cuyo misterio no ha sido definitivamente desvelado, aunque ya sepamos muchas cosas. En cualquier caso, una vez allí, no está de más imaginarse a Merlín, el mago-chamán de la tribu artúruca, haciendo sus invocaciones para conseguir salvar a su rey de algún apuro o, simplemente, como una de las más fantásticas leyendas dice, levantando con sus poderes esos círculos de piedra.
Muy próxima a la ciudad de Salisbury se encuentra un pueblecito muy pequeño, pero de gran significado para la leyenda artúrica, pues en su parroquia se refugió Ginebra después de que Arturo muriera en la batalla de Camlann. En ese convento, dice la leyenda, estuvo recluida hasta que murió. Una vez muerta, Lanzarote fue a recoger el cuerpo de la reina para enterrarlo en Ávalon junto al que había sido su esposo, Arturo.
Desde allí me he dirigido al extremo sur occidental de la isla, al finisterre anglosajón. Es una zona plagada de referencias a los personajes de la leyenda artúrica, especialmente Merlín y Tristán. De esta zona, hoy sumergida por las aguas, era originario el caballero que amó a Isolda. Los arqueólogos han encontrado bajo esas aguas numerosos restos de poblaciones.
A pocos kilómetros se encuentra la roca de Merlín, islote situado frente al pueblo pesquero de Mousehole. La tradición dice que desde ese islote realizó una fatídica predicción que se cumplió bastante años más tarde. En ella afirmaba que el hermoso y pacífico pueblo sería arrasado por tropas españolas, y así ocurrió en 1595, cuando Carlos de Amezketa y sus soldados dieron fuego al caserío.
Desde Mousehole se divisa el islote de San Miguel (Saint Michael's Mount), hermano gemelo del Saint-Michel francés. Lógicamente, también este islote se convierte en península cuando la marea sube. Lo que no dice la leyenda es si la marea estaba alta o baja cuando Arturo luchó aquí con un temible dragón al que venció, liberando así a los habitantes costeros de tan temible animal.
Después de visitar uno de los lagos donde la leyenda dice que fue arrojada Excalibur y el monolito que indica el lugar del enterramiento del noble caballero Tristán, he pasado por uno de los castillos más míticos de todo el Reino Unido, Tintagel. En este castillo sitúa la leyenda el nacimiento del rey Arturo, hijo de Uther y de Igraine. El castillo está situado en otro casi islote de la costa y su acceso resulta ser un aventura si se padece vértigo, pero el ascenso merece la pena porque las vistas de la costa y sus acantilados son magníficas desde allí. Alguna foto podéis ver sobre lo que digo en enlace que os dejo al final de la entrada.
En este recorrido por la leyenda de Arturo no puede faltar una visita al único centro dedicado al mítico rey que existe en Inglaterra. Es muy humilde, pero tiene todos los elementos necesarios para informar agradablemente sobre lo que hay de mito y lo que hay de realidad en este personaje novelado magistralmente por Thomas Malory en el siglo XV. El centro se sitúa en Slaughter Bridge, zona en la que se produjo la batalla final entre Arturo y su hijo Mordred, en la que ambos murieron, y por donde yo anduve jugueteando como un crío con su espada.
Si queréis saber más sobre las aventuras de Arturo y sus caballeros, sobre sus aventuras y sus desdichas, podéis acudir a :
-
La muerte de Arturo. Thomas Malory. Siruela. 2008.
-
Excalibur, película dirigida por J. Boorman. 1985.
Y para terminar, si lo que queréis es ver unas cuantas fotos más del viaje, por si estáis pensando en preparar el vuestro, pinchad
aquí.