Gracias, Lupe.
Shakespeare ha sido lo mejor de este extraño y epidémico tiempo.
Cualquiera que repase con atención este "universo" podrá echar en falta un par de obras, Enrique VI y El rey Juan. El problema es que a mí no me gustan ninguna de las dos y prefiero no comentar aquello de lo que no voy a saber recomendar de ninguna manera. En cualquier caso, si alguien tiene la curiosidad de saber de qué tratan, le aconsejaría que echara un vistazo en Wikipedia, donde siempre aparece un resumen del argumento, o, mejor aún, en el blog Shakespeare Total. En ese blog encontrará un resumen de todas y cada una de las obras que escribió el bardo inglés, así como muchas referencias interesantes para ahondar en su lectura.
Tampoco quiero olvidarme de sugerir dos ciclos de conferencias a las que tenéis acceso con un simple clic. Son las que ofrecieron los grandes especialistas y traductores Ángel-Luis Pujante:
- Shakespeare y su tiempo.
- La obra de Shakespeare.
- El soneto isabelino y los Sonetos de Shakespeare (esta conferencia incluía la lectura de algunos de ellos a cargo de Elvira Mínguez y Tristán Ulloa. Os dejo el enlace en sus nombres).
- La mujer en Shakespeare.
- Shakespeare: Eros adolescente.
- La relación amorosa en Shakespeare.
- La construcción estética en Shakespeare.
Podréis leer algunos sonetos más y hallar otras referencias en las entradas que dediqué a la poesía de Shakespeare cuando preparé una tertulia en la biblioteca irunesa hace ahora once años. Y, por supuesto, en cualquiera de las múltiples traducciones que podemos encontrar en librerías y bibliotecas. De las cinco que poseo, yo recomiendo esta de Ramón Gutiérrez Izquierdo, que además de darnos una estupenda traducción, nos ofrece un cúmulo de notas y comentarios —las más de 700 páginas avisan de la amplitud del trabajo— que enriquecen de manera inusual su lectura y comprensión.
Editorial |
Y cuando no dispongamos de un libro cerca, siempre podremos recurrir a la traducción de los 154 sonetos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. La traducción, en este caso, es de Ramón García González.