viernes, 27 de diciembre de 2024

LEER CONTRA LA NADA, Antonio Basanta

Editorial
No sé por qué he tardado tanto tiempo en dar noticia de esta joyita, pues es un libro que me encanta tener entre las manos y al que acudo con frecuencia, tal y como si fuera uno de esos libros de poesía que no queremos leer de una vez y vamos degustando poco a poco, para que el placer y la sorpresa se alarguen durante más tiempo. Absolutamente delicioso y recomendable para quienes gusten de los libros que hablan de la lectura. 

Para que os hagáis una idea de la muy atractiva y entrañable escritura de Antonio Basanta, transcribo el Incipit, que es, en sí mismo, una invitación a la lectura : 

¡¡¡Medalla de penúltimo en lectura!!! 
Jamás lo olvidaré. 
Estaba a punto de cumplir siete años. Por no sé qué arrebato de insólita magnanimidad, aquella tarde el hermano Apolinar, nuestro profesor de preparatorio, decidió premiarnos a todos los alumnos; eso sí, no sin antes clasificarnos del primero al último… 
No cabía en mí de emoción. Deseaba llegar a casa y hacer partícipe a los míos de aquel emblema minúsculo, algo roñoso, pero que yo sentía como mi primera gran victoria sobre la dislexia que me atormentaba, felizmente superada —prefiero no detallar cómo— pocos años después. 
Paradojas de la vida, después, todo mi discurrir profesional —y personal— ha girado en torno a la lectura: como docente, como coautor de libros escolares, como editor, como conferenciante, como articulista, como gestor de proyectos culturales… Y, sobre todo, como lector. 

Nada encuentro en mi vida más decisivo que leer. Ni experiencia más grata que pueda compartir con cuantos lo deseen. Ese es el propósito de este libro, nacido a petición de alguien a quien admiro tanto como quiero. 
Me declaro lector enamorado de las palabras. Tal vez porque amar es la condición que más se asemeja al leer, también él, como el amor, pura emoción. Descubrimiento. Diálogo permanente. Mutua entrega. 
Lo que la lectura concede solo la lectura nos lo puede otorgar. Esa es su genuina exclusividad. Y semejante particularidad cobra ahora, en nuestra turbulenta, cambiante y esperanzadora contemporaneidad, un valor extraordinario. 
Tal vez, desde la propia invención de la escritura, no haya vivido nuestra sociedad un proceso de mutación similar al que experimentamos en el momento presente. No hay aspecto de nuestras vidas que no haya sido sometido a un proceso de cambio extraordinario. Y la lectura no podía quedar ajena a semejante transformación. 
Leer, a lo largo de la historia, ha ido construyendo su sentido a través de capas que, superpuestas, ampliaron de continuo su valor y su pertinencia. Escribe Emilia Ferreiro, siempre magistral: 

Los verbos leer y escribir no tienen una definición unívoca. Son verbos que remiten a construcciones sociales, a actividades socialmente definidas. La relación de los hombres y mujeres con lo escrito (y lo leído) no está dada de una vez por todas ni ha sido siempre igual: se fue construyendo en la historia. 
         (…) Cada época y cada circunstancia dan nuevos sentidos a esos verbos.                                                                             EMILIA FERREIRO
                                Pasado y presente de los verbos leer y escribir 

La irrupción de la electrónica en nuestras vidas, la extensión de las redes comunicativas, los nuevos soportes en los que la información se traslada aportan sus propios códigos, sus propias prácticas y estrategias, que es necesario conocer para —como ya ocurriera en etapas anteriores—, a su vez, gobernar y usar en la mejor de las formas, con el máximo aprovechamiento. 
La cuestión capital no es el enfrentamiento entre lo ya conocido y lo que, por obedecer a reglas distintas, se presenta para algunos como el nuevo apocalipsis. Todo lo contrario. Lo realmente importante es saber que a la lectura se le pueden sumar nuevas funciones y formas de expresión. 
Y que nuestro deber, antes de denostarlas —muchas veces movidos tan solo por la comodidad, el mantenimiento de lo establecido o simplemente por una no confesada ignorancia—, es tratar de entender sus normas, su formulación, conocer sus fortalezas y debilidades, desde la certeza de que lo que ahora se nos presenta no es un ligero matiz con el que colorear el cuadro ya pintado con anterioridad, sino una nueva concepción de la pintura, que no acaba con lo anterior, pero que sin duda lo transformará. Perdón: que ya lo está transformando. 
Este pequeño libro nace de esa convicción, de ese esperanzado deseo. Y de un compromiso que es también moral: el de hacer de la lectura un "arma cargada de futuro", como Gabriel Celaya definía la poesía. 
Escrito desde la mayor humildad, muy consciente de lo modesto de mi reflexión, Leer contra la nada bebe de la sabiduría de tantos otros que me han iluminado en el camino. Felizmente no son pocos, de entre ellos, los que han accedido a mi invitación y aquí se hacen presentes, bien en las citas textuales, bien en la selección de textos que ofrezco al final de cada apartado de esta obra, o en la bibliografía que cierra este breve volumen. 
De muchos de ellos he recibido historias, geniales pensamientos, anécdotas pletóricas del palpitar de la vida. Y, sobre todo, palabras, palabras, siempre palabras, llegadas tantas veces de los poetas, que, como inagotable manantial, siguen dando alma a cada uno de mis sueños. 

Si he perdido la vida, el tiempo, todo 
lo que tiré, como un anillo, al agua, 
si he perdido la voz en la maleza, 
me queda la palabra. 

Si he sufrido la sed, el hambre, todo 
lo que era mío y resultó ser nada, 
si he segado las sombras en silencio, 
me queda la palabra

Si abrí los labios para ver el rostro 
puro y terrible de mi patria, 
si abrí los labios hasta desgarrármelos, 
me queda la palabra. 

                   BLAS DE OTERO, "En el principio" 

A todos, mi gratitud y reconocimiento. También a cuantos pueblan el universo lector: escritores, ilustradores, traductores, críticos, periodistas, comunicadores, diseñadores, madres y padres de familia, docentes, bibliotecarios, archiveros, documentalistas, editores, libreros, impresores, distribuidores, mediadores, lectores en general… Y a quienes, como heraldos de un mañana que ya es hoy, diariamente se suman a este territorio lector, más rico y más radiante, por más renovado y más diverso. 
"Leer es siempre una expedición a la verdad", escribió Franz Kafka
Con todo afecto, les invito a tan feliz travesía.

En este libro aprendí que de las 59 áreas del cerebro que tienen que ver la inteligencia, 5 se activan cuando vemos un programa de tv, 42 cuando escuchamos música, y todas ellas, las 59, cuando ejercitamos la lectura. Fascinante. Otro motivo más para seguir leyendo. Regaláoslo. 


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