Stonehenge |
El druida contempla orgulloso las piedras
y luego penetra en el bosque
en busca de la rama dorada.
Él tiene las respuestas,
nosotros tenemos las preguntas.
Algunos dirán que fue el gigante
enamorado de la tarea,
poseído por la pasión constructora,
el que conjeturó las líneas
y resolvió la belleza del tamaño.
La niebla envuelve de nostalgia y de deseo
los caminos del conocimiento.
La vida eterna pedía a gritos
moradas inmortales.
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