En primer lugar, conviene que tengamos un mapa de la misma para saber qué es lo que estamos viendo. Se puede empezar con un mapa tan sencillo como el que aparece aquí, donde sólo se reconocen los elementos más característicos de la cara visible de la Luna. Cualquier publicación para iniciarse en la observación del cielo dispone de un mapa lunar con el que podemos empezar a aprender y distinguir los elementos más sobresalientes (mares, océanos, cordilleras, golfos o grandes cráteres) de nuestro satélite.
Imagen tomada de astrocosmos.es Atención: esta imagen de la Luna corresponde a una imagen tomada por un telescopio reflector. Con unos prismáticos la Luna se ve tal y como la vemos a simple vista, el norte está en el norte y la izquierda a la izquierda. |
En segundo lugar, sin recurrir a telescopios de aficionado, unos prismáticos 7X50 son más que suficientes, pero procurad estar bien apoyados para que la observación sea buena. El 7 indica el diámetro de apertura y el 50 la cantidad de aumentos. Binoculares mayores exigen la utilización de un trípode para evitar el movimiento.
En tercer lugar, conviene observar la Luna en distintas fases y hacerlo por el borde de iluminación y sombra —línea terminador—, porque la luz rasante que llega del Sol hace que los objetos cobren relieve. Podéis comprobarlo en las dos imágenes que aparecen aquí mismo. El resto aparece "aplanado" y sin detalles.
Y si esto os sabe a poco y queréis ver y saber mucho más, aquí os dejo unas cuantas direcciones con información clara y exacta:
- Mapa completo de Luna.
- Los 1.517 cráteres de impacto.
- Consejos más detallados.
- Un buen libro para guiar nuestra observación.
Feliz observación.