domingo, 11 de julio de 2021

LACRIMOSA, MOZART

¡Solamente tres minutos, pero cuánta belleza!

VOCES: Victoria Jung, soprano; Aliénor Feix, alto; Andrés Agudelo, tenor; Jean-Christophe Lanièce, barítono.

INSTUMENTOS: L’ensemble Contraste: Arnaud Thorette et Anaïs Perrin, violines; Maria Mosconi, viola; Antoine Pierlot, violoncello; Johan Farjot, órgano positivo.

***

Permitidme que os deje aquí un texto de la escritora Zadie Smith que aparece en su Sobre la belleza (el Lacrimosa es la parte final del Dies irae del Réquiem):

El Réquiem de Mozart empieza contigo caminando hacia una fosa. La fosa está al otro lado de un precipicio que no ves hasta que llegas al borde. En la fosa fe aguarda la muerte. No sabes cómo es, ni cómo suena, ni cómo huele. No sabes si será buena o mala. Te limitas a andar hacia ella. Tu voluntad es un clarinete y todos los violines siguen tus pasos. A medida que te acercas a la fosa, vas comprendiendo que lo que allí te espera es aterrador. No obstante, sientes ese terror como una especie de bendición, como un don. Tu largo caminar no habría tenido sentido de no conducirte hasta la fosa. Te asomas al precipicio: por encima de ti estallan sonidos etéreos. En la fosa hay un gran coro como al que te uniste durante dos meses en Wellington en el que eras la única mujer negra. Este coro es la hueste celestial y al mismo tiempo el ejército del diablo. También es cada una de las personas que te ha cambiado durante tu vida en este mundo: tus muchos amantes; tu familia; tus enemigos, la mujer sin nombre ni rostro que dormía con tu marido; el hombre con el que creías que te ibas a contraer matrimonio; el hombre con el que lo contrajiste. La misión de este coro es juzgar. Primero cantan los hombres y su juicio es muy severo. Y cuando se les unen las mujeres, ya no hay tregua, el debate crece en volumen y seriedad. Porque es un debate, de eso te das cuenta ahora. El juicio aún no está decidido. Es sorprendente lo encarnizadamente que luchas por tu mísera alma.

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