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domingo, 17 de septiembre de 2017

EL CAZADOR DE AUTÓGRAFOS, Zadie Smith

Parece que no he tenido mucha suerte con Zadie Smith. O al menos eso es lo que borbotean las críticas especializadas. Me explico: en algún medio de comunicación había leído que la "gran novela del otoño" podía ser Tiempos de swing. Acudo al catálogo de las bibliotecas que están en mi radio de acción, pero el libro ha salido hace poco y no está en ninguna. Miro a ver qué hay libre de la autora y me encuentro que solamente está disponible El cazador de autógrafos (2003). No sé si es el más flojo de Zadie Smith tal y como dicen las críticas, pero a mí me ha gustado. 

Primero, ¿cuál es el argumento? La novela nos cuenta la historia de un cazador de autógrafos, Alex-Li Tandem, de origen chino y judío. Vive, y parece que no vive mal del todo, de la compraventa de cualquier papel que tenga una firma de alguien famoso plasmada en su superficie. Si es necesario falsificar, se puede hacer. Las peripecias de este personaje están circunscritas por tres ejes: el consumo de drogas —sus colocones pueden ser extraordinarios—, los altibajos de sus relaciones con novia y amigos —también pueden ser extraordinarios—, y la supervivencia, es decir, conseguir algún dinero moviéndose en el peculiar negocio de la compraventa de tan peculiar mercancia.

La historia está dividida en dos partes. En la primera aparecen las cotidianas andanzas y desventuras del joven Alex-Li por Londres, ciudad en la que reside. La segunda se desencadena en su ciudad natal, Londres, pero toma forma en Nueva York, a donde acude para intentar conocer en persona a una actriz ya retirada y muy mayor, de la que él es admirador incondicional, y que le ha mandado un autógrafo personal que puede valer un dinerito. A partir de aquí comienza lo que podríamos denominar como el acontecimiento, o conjunto de acontecimientos, más importante de su vida.

Segundo, ¿por qué me ha gustado? Pues me ha gustado porque Smith escribe con absoluta soltura, sin importarle nada eso que Bloom llama la angustia de las influencias. Porque me gustan las historias imaginativas que se desbordan en situaciones imprevistas —los escritores que continuamente hablan de sí mismos y no dejan de dar vueltas alrededor de sus propias anécdotas me aburren—. Porque es capaz de mezclar humor, ironía, ternura y seriedad con una facilidad pasmosa. Porque la sociedad que recoge es la de hoy mismo, con sus fantasías, sus preocupaciones y sus miserias. Porque entre sonrisa y sonrisa hay siempre una sólida escritora que tiene las ideas muy claras. 

Porque... Me alegro de que esta sea su novela más floja. Eso quiere decir que me están esperando sus mejores novelas. ¡Qué suerte tengo!

jueves, 14 de diciembre de 2017

CAMBIAR DE IDEA, ZADIE SMITH

Llegué a este libro después de leer El cazador de autógrafos, y no precisamente por Wikipedia, porque la información que ofrece está desactualizada, tal y como se advierte en la entrada que dedica a la escritora, sino gracias al Koldo Mitxelena, que es mi gran abastecedor de materia lectora.

Si Zadie Smith me gustó como narradora, me ha gustado todavía más como ensayista. Cambiar de idea recoge variados y breves ensayos sobre temas muy diferentes que la autora fue publicando en medios diversos o a través de conferencias. Se encuentran agrupados bajo los epígrafes siguientes: leer, ser, ver, sentir y recordar. En ellos habla de cine, de política, de mujeres, de hombres, de identidad, de asuntos personales y, cómo no, de literatura.

El mayor placer que he encontrado al leerla es que Zadie Smith escribe desde la pasión que siente por lo que ha leído, visto o vivido, sabe transmitirlo de forma directa y, cuando se trata de un libro, lo hace desde dentro del propio texto, como si ella misma fuera la autora. Y esto es algo que el lector agradece sobremanera, porque el punto de vista que arroja, sin dejar de ser crítico, trasciende la exégesis y se convierte en un emocionado descubrimiento del texto.

A mí me han gustado especialmente dos trabajos, el que dedica a Sus ojos miraban a Dios, de Zora Neale Hurston, y el que dedica a explorar las afirmaciones antagónicas de dos grandes del siglo XX, Nabokov y Barthes. Novelista el uno, filósofo el otro; creador versus teórico. Resulta admirable cómo entra en el debate acerca de la muerte del autor y cómo es capaz de transmitirnos un tema tan teórico desde una escritura emocionada.

Seguramente, quienes estéis más inclinados al cine o hacia los temas sociales que hacia la literatura, encontraréis más placer al leer esos otros trabajos; pero, en cualquier caso, seguro que descubrís —si aún no la conocéis— a una ensayista que no os va a dejar indiferentes. Y, quién sabe, acaso cambiéis de idea.

domingo, 11 de julio de 2021

LACRIMOSA, MOZART

¡Solamente tres minutos, pero cuánta belleza!

VOCES: Victoria Jung, soprano; Aliénor Feix, alto; Andrés Agudelo, tenor; Jean-Christophe Lanièce, barítono.

INSTUMENTOS: L’ensemble Contraste: Arnaud Thorette et Anaïs Perrin, violines; Maria Mosconi, viola; Antoine Pierlot, violoncello; Johan Farjot, órgano positivo.

***

Permitidme que os deje aquí un texto de la escritora Zadie Smith que aparece en su Sobre la belleza (el Lacrimosa es la parte final del Dies irae del Réquiem):

El Réquiem de Mozart empieza contigo caminando hacia una fosa. La fosa está al otro lado de un precipicio que no ves hasta que llegas al borde. En la fosa fe aguarda la muerte. No sabes cómo es, ni cómo suena, ni cómo huele. No sabes si será buena o mala. Te limitas a andar hacia ella. Tu voluntad es un clarinete y todos los violines siguen tus pasos. A medida que te acercas a la fosa, vas comprendiendo que lo que allí te espera es aterrador. No obstante, sientes ese terror como una especie de bendición, como un don. Tu largo caminar no habría tenido sentido de no conducirte hasta la fosa. Te asomas al precipicio: por encima de ti estallan sonidos etéreos. En la fosa hay un gran coro como al que te uniste durante dos meses en Wellington en el que eras la única mujer negra. Este coro es la hueste celestial y al mismo tiempo el ejército del diablo. También es cada una de las personas que te ha cambiado durante tu vida en este mundo: tus muchos amantes; tu familia; tus enemigos, la mujer sin nombre ni rostro que dormía con tu marido; el hombre con el que creías que te ibas a contraer matrimonio; el hombre con el que lo contrajiste. La misión de este coro es juzgar. Primero cantan los hombres y su juicio es muy severo. Y cuando se les unen las mujeres, ya no hay tregua, el debate crece en volumen y seriedad. Porque es un debate, de eso te das cuenta ahora. El juicio aún no está decidido. Es sorprendente lo encarnizadamente que luchas por tu mísera alma.