Ejemplar de Ubik. |
Tolstoi escribió este ensayo en 1897. En 1902 se publicó en castellano, tal y como se puede ver en la cubierta de esta edición facsímil realizada por Maxtor en 2012.
Como es ya una pieza clásica en torno al significado del arte y la belleza, y además podéis encontrar todo tipo de comentarios y análisis en internet, recojo tan solo algunos párrafos.
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¿Será cierto que el arte tiene importancia bastante para cohonestar tales sacrificios? Tanto más urgente es resolver esto cuanto que el arte, en provecho del cual se sacrifica el trabajo de millones de hombres, y por el que se pierden millares de vidas, aparece a la inteligencia de un modo cada vez más vago y más incierto (p 18).He aquí, por ejemplo, lo que dice el tratadista de estética, el alemán Schasler, en el prefacio de su famosa, voluminosa y minuciosa obra de estética: "En ninguna parte, en el dominio de la filosofía, es tan grande la disparidad de opiniones como en estética. Tampoco en ninguna parte se halla tanta palabrería hueca, un empleo tan constante de tecnicismos vacíos de sentido o mal definidos, una erudición más pedantesca y al propio tiempo más superficial". Y, en efecto, basta leer la propia obra de Schasler para convencerse de lo acertado de esta observación (p 23).
Toda obra de arte pone en relación el hombre a quien se dirige con el que la produjo, y con todos los hombres que simultánea, anterior o posteriormente, reciben impresión de ella. La palabra que transmiten los pensamientos de los hombres, es un lazo de unión entre ellos; lo mismo le ocurre al arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus pensamientos, mientras que, por medio del arte, solo le transmite sus sentimientos y emociones (p 49).
Pero si el arte es una actividad que tiene por objeto transmitir de un hombre a otro los sentimientos mejores y más elevados del alma humana, ¿cómo explicar que la humanidad, durante todo el período moderno, haya prescindido de tal actividad y la haya sustituido por una actividad artística inferior, sin otro fin que el placer? (p 71).
Cuando un artista, en las épocas en que el arte era universal, componía una obra, como por ejemplo un escultor griego o un profeta judío, se esforzaban por decir lo que querían, de modo que su obra la comprendieran todos. Pero cuando el artista sólo ha trabajado para un pequeño círculo de gentes que ocupan posiciones excepcionales, para los Papas, cardenales, Reyes, duques, o para la querida de un príncipe, no ha procurado hacerse comprender más que de esas gentes de quienes conocía bien las costumbres y los gustos. Era esta una tarea mucho más fácil; y así el artista se expresaba por alusiones que entendían los iniciados, pero que eran oscuras para el resto de los mortales. Podía de este modo decir más cosas, y además el iniciado sentía cierto placer y encanto en lo vago y nebuloso de tal forma de expresión. Esta tendencia, que se traducía por alusiones mitológicas e históricas, y también por lo que se ha llamado eufemismo, ha ido adquiriendo prestigio de día en día; hasta alcanzar sus límites extremos en el arte de nuestros modernos decadentes. No solo la afectación, la confusión, la oscuridad han sido elevadas a la categoría de cualidades, y aún de condiciones de toda poesía, sino que lo incorrecto, lo indefinido, lo no elocuente, están a punto de sentar plaza de virtudes artísticas (pp 85,86).
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