miércoles, 19 de agosto de 2020

LA ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS

Editorial
 

No dudo de que, por ejemplo, la mecánica newtoniana mejoró gracias a la de Aristóteles, y que la de Einstein mejoró gracias a Newton, como instrumento para resolver el rompecabezas. Pero soy incapaz de encontrar en su sucesión una dirección coherente en el desarrollo ontológico (la negrita es mía).

Creo que esta es la gran intuición de Kuhn que dio origen a un nuevo enfoque, a una nueva explicación de cómo se realiza el avance del conocimiento científico. Hasta la publicación (1962) de este texto todos pensábamos que la ciencia avanzaba por acumulación, de manera progresiva, ininterrumpida y lineal. Así nos lo hacía saber la petulante contestación de Newton al pobre Hooke: Si he visto un poco más lejos es porque me he subido a hombros de gigantes.

Thomas Kuhn, físico y filósofo de la ciencia, puso patas arriba este convencimiento. Digamos que, como otros muchos antes que él, se dio cuenta de que el conocimiento había tenido a lo largo de la historia muchas y grandes meteduras de pata y que gracias a la refutación de esos disparates la ciencia ha seguido progresando. Pero de esa percepción, Kuhn fue capaz de sacar otra conclusión.

Ejemplar y archiconocido es el convencimiento de que todo cuanto había en el universo giraba en torno a la Tierra en que vivimos durante miles de años. Más divertido, quizá, el de que todas las sustancias contenían flogisto. Esta suposición fue, además, muy fecunda e incluso propició otros descubrimientos. Pero la existencia del flogisto era la misma que la de los enanitos del bosque. Pura invención.

Durante cierto tiempo, que puede durar siglos, la comunidad científica, y con ella la humanidad, está convencida de que las cosas son como son y seguimos realizando algunos progresos dentro de esa forma de entenderla. De pronto, hay una fractura, una revolución, se produce un descubrimiento que pone en cuestión el consenso científico, se produce un cambio de paradigma, de modelo. 

Los ejemplos a los que recurre Kuhn para ilustrar su modo de entender el progreso científico mediante revoluciones que implican ese cambio de paradigma son, entre otros, Copérnico, Newton, LavoisierEinstein, y los saltos cualitativos que sus investigaciones supusieron. 

Un libro relativamente fácil de leer, muy bien escrito e indispensable para cualquier persona interesada no solo en la filosofía de la ciencia, sino en la cultura en general. Y con el valor añadido de ser un texto que cambió la forma de entender el progreso del conocimiento en las ciencias naturales.

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