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miércoles, 6 de diciembre de 2023

UN LIBRO, UN POEMA (Homero Aridjis)

Editorial
#unlibrounpoema


Un librito de poemas de Homero Aridjis de la hace mucho tiempo absorbida editorial Lumen me acompañó en mi primer viaje a París hace ya muchos años.

De Aridjis, su compatriota y premio nobel O. Paz dejó escrito esto en el poemario del primero, PérsefoneEn la poesía de Homero Aridjis hay la mirada, el pulso del poeta; hay el tono inconfundible de aquel que tiene necesidad de decir y que sabe que todo decir es imposible; hay la palabra plena y la conciencia de la oquedad de la palabra; hay erotismo y también amor; hay el tiempo discontinuo de la vida práctica y racional y la continuidad del deseo y de la muerte; hay la verdad original del poeta.



TE AMO AHÍ CONTRA EL MURO DESTRUIDO



Te amo ahí contra el muro destruido

contra la ciudad y contra el sol y contra el viento

contra lo otro que yo amo y se ha quedado

como un guerrero entrampado en los recuerdos


Te amo contra tus ojos que se apagan

y sufren adentro esta superficie vana

y sospechan venganzas

y muertes por desolación o por fastidio


Te amo más allá de puertas y esquinas

de trenes que se han ido sin llevarnos

de amigos que se hundieron ascendiendo

ventanas periódicas y estrellas


Te amo contra tu alegría y tu regreso

contra el dolor que astilla tus seres más amados

contra lo que puede ser y lo que fuiste

ceremonia nocturna por lugares fantásticos


Te amo contra la noche y el verano

contra la luz y tu semejanza silenciosa

contra el mar y septiembre y los labios que te expresan

contra el humo invencible de los muertos.


De Antes del reino, 1963.





VISTA DEL VALLE DE MÉXICO DESDE CHAPULTEPEC, CIRCA 1825


Todo valle se abre desde lo alto

de la roca pórfida de Chapultepec

este viernes de julio, después de la lluvia.


Caminos de álamos y olmos llevan a la ciudad,

salen de la ciudad bañados por las aguas

del lago de Texcoco, plateado de orillas.


Hacia el sureste, los dedos púrpuras del sol postrero

acarician los hombros nevados de la Mujer Blanca

y el cono estricto de la Montaña Humeante.


Por el Norte, en la falda del cerro del Tepeyac,

más allá de las praderas mojadas de luz,

aparece el santuario de la Virgen, morena de tierra.


Allá entre los magueyes, por donde las calles verdes

van hacia el oriente, viene una mujer sola, la bisabuela

de mi madre, en la que yo ya voy, enamorado y diurno.


En el lejano sur, todo sur es lejano,

por caminos carretero el día viejo se dirige a San Ángel

y el ojo, lleno de azul, parece querer irse de viaje.


Los pueblos indios se duermen entre los sembrados,

la ciudad culebrea metiéndose en la noche, y un colibrí,

forma de la fuga, se figura en las fauces del felino amarillo.


El tiempo mece la cabellera verde de los sauces;

en el poniente, un cenzontle retumba

y el paisaje se anima, el pasado se mueve.


De El poeta en peligro de extinción, 1992.

***


jueves, 4 de febrero de 2021

DE LA ILÍADA, UN HERMOSÍSIMO ENSAYO DE RACHEL BESPALOFF

Editorial
Traducción: Rosa Rius Gatell.
He conocido la existencia de Rachel Bespaloff gracias al programa de Radio Clásica que dirige Mercedes Menchero Verdugo, Música y pensamiento. En él, además de los cometarios propios para enmarcar la vida y la obra de la pensadora de origen búlgaro, la directora y locutora va leyendo fragmentos de este magnífico trabajo que, como su título indica, es un ensayo (breve pero intenso) sobre la obra de Homero

La reflexión de Bespaloff en torno a la Ilíada le sirve para adentrarse en el tema de la guerra, especialmente a partir de los paralelismo que desarrolla con otras dos grandes obras: Guerra y paz y la Biblia. Lo mejor de su trabajo es lo luminoso y atractivo que resulta. A mí, al menos, me resultaba hipnotizante por la belleza y la capacidad de ahondar en el tema. No pude dejar de leer hasta que lo hube terminado. Aquí tenéis tres párrafos. Ellos hablarán mejor que yo de la necesidad de leerlo.

Donde la historia muestra murallas y fronteras, la poesía descubre, más allá de los conflictos, la misteriosa predestinación que hace dignos el uno del otro a los adversarios llamados a un encuentro inexorable [está hablando de Héctor y Aquiles]. Por eso Homero pide reparación únicamente a la poesía, la cual extrae de la belleza reconquistada el secreto de la justicia vetado a la historia. Solo ella restituye al mundo oscurecido la dignidad ofuscada por el orgullo de los vencedores y el silencio de los vencidos. Que otros ataquen a Zeus y se sorprendan de que permita "poner en el mismo plano a los malos a los buenos, a aquellos cuyas almas se orientan hacia la justicia y a los que, obedeciendo a la iniquidad, se abandonan a la violencia" [Teognis I, 377-380]. ¿Dónde están los buenos en la Ilíada?¿Dónde los malos? En ella solo vemos hombres en apuros, guerreros que luchan, que triunfan o sucumben. Las reivindicaciones de la justicia solo forman un murmullo de lágrimas y lamentos a los pies de mármol de la necesidad (...) Hija de la amargura, la filosofía de Ilíada expulsa el resentimiento (pp 16-17).

[Sobre Helena] Esta reclusa real es la menos libre de las criaturas, menos aun que la esclava que en su corazón confía en el fin de la opresión. ¿Puede esperar Helena la muerte de los inmortales? No son los hombres sino los dioses quienes pretenden someterla. Su suerte no depende del desenlace de la guerra: venza Paris o Menelao, nadie cambiará para ella (p 25).

La belleza hace brillar sobre el sufrimiento la posibilidad de la salvación (...) Estas pausas del devenir, en las que la belleza ofrece su transparencia a lo eterno, no son "bellos instantes" sueltos, sin lazos con una realidad que los ignora. No pueden separarse de la duración que acompasa el ritmo endiablado de la acción. La muralla de Troya, en el momento en que aparece Helena, o la tienda de Aquiles, cuando Príamo entra en ella, son lugares de verdad en los que es posible, no el perdón de la ofensa, que los antiguos desconocen, sino el olvido de la ofensa en la contemplación de lo eterno. Así, encontramos ya expresada en Homero, con una plenitud que los filósofos no igualarán, aquella intuición de la identidad entre lo bello y lo verdadero que fecunda el pensamiento griego (p 61).

Lacónica biografía de la autora: Búlgara y judía de nacimiento. Estudió música y danza. Llegó a ser pianista virtuosa. Dio clases de música en París entre 1919 y 1922. Deja la música y empieza a escribir. Sus trabajos sobre Heidegger y Kierkegaard llamaron la atención de Gabriel Marcel y Jean Wahl. En 1942 abandona Francia para refugiarse en EEUU. El 6 de abril de 1949 puso fin a su vida. Se encontraba sumida en una "extrema fatiga".

martes, 19 de junio de 2018

LA ILÍADA, clásico entre los clásicos

Retomo una antigua entrada que necesitaba alguna corrección, algún que otro retoque y la restauración de casi todos los enlaces.

La Ilíada es uno de esos textos fundacionales de la literatura occidental que todos los aficionados a la literatura deberíamos conocer. De esta obra se han realizado todo tipo de adaptaciones, resúmenes, lecturas y versiones. Es un clásico entre los clásicos. Sobre su estilo, Northrop Frye escribió: 

La nervuda fuerza de Homero es la desesperación de imitadores y traductores: el estilo no es ni elevado ni familiar, ni ingenuo ni ingenioso, sino que pasa por encima de todas estas distinciones (...) La energía de Homero puede ser igualada por los poetas posteriores de una cultura escrita en la medida en que se trata de una técnica, pero el tipo de expectativa general que levanta se basa en algo que difícilmente puede ser igualado. Se trata de la empatía total que se establece entre el poeta y su auditorio y que surge cuando el primero no es tanto maestro del segundo o portavoz suyo como ambas cosas a la vez (El camino crítico pp 36-37).

A pesar de que nos separan más de 2.500 años del momento en que se escribió, de que nuestra sociedad es muy distinta en mitos, creencias, formas culturales, y de que la relación que mantenemos con la naturaleza y la tecnología poco tienen que ver con la de aquella época en la que surgió el relato,todavía hoy nos sentimos conmovidos ante la despedida de Héctor de su esposa Andrómaca y su hijo (canto VI), nos emocionamos con la respuesta de Andrómaca ante la visión del cuerpo sin vida de su amado (canto XXIV), o nos resultan fascinantes las palabras de Helena en el canto fúnebre en honor de Héctor (mismo canto).


La Ilíada se puede leer de muchas maneras: como una novela llena de violencia, como un relato mítico, como una aproximación a la cultura griega antigua, como un poema sobre la condición humana, como una reflexión sobre el destino, como una metáfora de todas las guerras... Se puede incluso no leer, y el mundo va a seguir girando igual, pero si se lee, posiblemente, alguno de sus versos se nos queden aferrados a la conciencia. Quizás estos que pronuncia Príamo cuando se presenta ante Aquiles solicitando el cuerpo sin vida de su hijo:


                                            ...Yo soy aún más digno de piedad 

y he osado hacer lo que ningún terrestre mortal hasta ahora:
acercar a mi boca la mano del asesino de mi hijo.

                     (Canto XXIV, 504-506. Traducción de Emilio Crespo)

Si sabéis griego clásico, o simplemente queréis oír cómo sonaba, una lectura del primer canto la tenéis aquí.


Y una introducción al mito de Aquiles (22 minutos) en este vídeo:



Feliz lectura.

domingo, 18 de octubre de 2015

POEMAD: V FESTIVAL DE POESÍA DE MADRID

Programa completo
Ya está preparado el V Festival de Poesía de Madrid, que se celebrará durante el último fin de semana de octubre (jueves, viernes y sábado).

Son tan sólo dos días y medio, pero durante ese tiempo presentan sus trabajos un nutrido y muy interesante grupo de poetas. Aquí os los dejo por riguroso orden de intervención:

Fernando Beltrán, Franco Buffoni, Laura Pugno, Marta Sanz, Lara Moreno, Mercedes Castro, Susana Ada Villalba, Esther Ramón, Juan Malpartida, Jordi Doce, Darío Jaramillo, Elsa Cross, Pura López-Colomé, Óscar Hahn, Luna Miguel, Jesús Carmona-Robles, Óscar García Sierra, Rocíop Torres, Homero Aridjis y Ángel González (en las voces de Eliana Sánchez y Miguel Munárriz). 

Me salto los enlaces de rigor porque en el programa que tenéis enlazado disponéis de una buena presentación de cada uno de ellos.

Si estáis por Madrid esos días, daos una vuelta por el Centro Cultural Conde Duque. La entrada es libre hasta completar el aforo.

Cierro esta nota con un poema del poeta mexicano Homero Aridjis (tenéis más poemas suyos en este mismo blog):


MONTE ALBÁN

AQUÍ CAYÓ la luz.
Aquí el olvido se hizo piedra,
ceniza y lodo,
hueso y cráneo.
Aquí el aire se hizo ave,
el vuelo árbol,
el hambre hombre,
el valle fuga
y el monte lluvia verde.
Aquí el hombre volvió al barro,
regresó al silencio,
se metió en la noche.

jueves, 19 de diciembre de 2019

HESÍODO

Librerías donde se puede encontrar
Si de Homero lo desconocemos todo, de Hesíodo algo sabemos, aunque no mucho. Sabemos que escribió lo que ha llegado hasta nosotros de los tres poemas que recoge este tomo. Sabemos que era hombre de campo y que tenía unas tierras heredadas de su padre en la localidad de Ascra, y que allí pasó buena parte de su vida como pastor y campesino. Sabemos que tenía un hermano llamado Perses que dilapidó rápidamente la herencia recibida y que luego pleiteó con él, con Hesíodo, para hacerse con una parte de la que correspondía a su hermano. Sabemos que los sinsabores y desengaños del pleito y su resolución fueron uno de los motivos, si no el motivo, para la redacción de Los trabajos y los días. Sabemos que poco después de su muerte, los tespios destruyeron la ciudad y que los que sobrevivieron se llevaron las cenizas del poeta, lo que nos habla del prestigio que había alcanzado en vida. Y sabemos que vivió después de Homero, pero no sabemos exactamente cuándo.

Seguramente a causa de la lectura de Los trabajos y los días, Alejandro Magno se refirió a él como el poeta de los campesinos, pero Hesíodo no es un poeta campesino, si bien es cierto que ejerció ambas actividades, la de escritor y la de agricultor. Más acertado es el juicio de Schlegel cuando nos dice en Sobre el estudio de la poesía griega que la poesía hesiódica, severa, a menudo árida y salvaje... no pretende ser nunca pura representación, gozar ni hacer gozar de sí misma; pero, preocupándose poco de la narración, se preocupa más de enseñar y de recopilar hechos.

En mi opinión, pero es solo una opinión, en la actualidad, el más atractivo de los tres títulos recogidos en el tomo es La Teogonía, donde se canta, como el título indica, la genealogía de los antiguos dioses griegos. Se inicia con el Caos y la Noche y llega hasta el momento en que fue escrita. Es decir, se trata del repertorio sistemático de mitología griega más antiguo. Y si en algún momento os perdéis entre tanto nombre, siempre podéis acudir al árbol genealógico, o a los apéndices que suelen ofrecer todas las ediciones.

Los trabajos y los días, además de contener consejos prácticos dirigidos a su hermano, recoger una alabanza del trabajo honesto y una exposición de las cinco edades de la humanidad, es un alegato contra la injusticia y la ociosidad. El autor viene a decirnos que si el espíritu de lucha que existe en el ser humano se utiliza para el trabajo, resulta fecundo; pero si toma el camino de la violencia, nos llevará a la perdición. Trabaja para ser justo y sé justo para que el trabajo sea provechoso.

El escudo de Heracles nos cuenta la expedición del héroe griego y de Yolao contra el hijo de Ares llamado Cicno, quien había desafiado a Heracles a un combate cuando este pasaba cerca de Itono (Tesalia). No deja de ser una descripción del escudo con el que Hércules acudió al combate contra Cicno, único momento en que el héroe griego utilizó el armamento completo, pues habitualmente solo llevaba la piel del león de Nemea para protegerse y la clava o porra de madera de olivo como arma.

Y ya sabéis, para empezar, cantemos invocando a las Musas Helicónides, que habitan en el grande sacro monte Helicón, y que, a menudo, danzan con sus ligeros pies alrededor del manantial de violáceas aguas del altar del todopoderoso hijo de Cronos (preludio de La Teogonía, en traducción de María Josefa Lecluyse y Enrique Palau).

jueves, 3 de enero de 2019

LA POESÍA LLAMA, Homero Aridjis

La poesía llama es el último título-antología —recoge cuatro poemarios— publicado por Homero Aridjisuno de los poetas vivos más reconocido y premiado de México, de quien su compatriota Octavio Paz dejó escrito que en su poesía hay la mirada, el pulso del poeta: hay el tono inconfundible de aquel que tiene necesidad de decir y que sabe que todo decir es imposible; hay la palabra plena y la conciencia de la oquedad de la palabra; hay erotismo y también amor; hay el tiempo discontinuo de la vida práctica y racional y la continuidad del deseo y de la muerte; hay la verdad original del poeta. Su extensísima obra poética abarca 48 títulos, buena parte de ellos recogidos en Ojos de otro mirar (1988), todavía disponible en las librerías.

Aquí os dejo un par de muestras de la poesía entendida como llama, como fuego inicial, como pasión por el lenguaje y la comunicación, pero también como llamada, como señal, como voz que nos enseña otro mirar.

CEREMONIA AL ROMPER EL DÍA

Oye la palpitación de la piedra,
la respiración de la luz,
mira el árbol atado por la sombra a la tierra,
la voz del Invisible soplar las lápidas de papel,
siente la pasión del trueno que persigue a la sombra
de la lluvia en el cerro de Altamirano;
mira la voz de los zapatos viejos
que andan sin agujetas debajo de la cama,
sólo tú puedes ver a los soñadores antiguos
que te procrearon en los talleres de la resurrección,
sólo tú puedes escucharlos con los párpados cerrados.
Sólo tú puedes oír el paso de los ausentes
caminando delante y detrás de tu sombra
cuando sufres un apagón de la conciencia.
Sólo tú ves a los fantasmas de ti mismo bailar la música
de la melancolía frente a los reflectores de la nada.
Sólo tú puedes ver los trenes de la infancia
correr veloces hacia atrás, hacia el abismo de ti mismo.
Ven, ven conmigo a la ceremonia del no-yo. 


LA POESÍA LLAMA

Las llamas del poema iluminarán tu noche,
los verbos de sus cenizas arderán en tu principio.
Todo yo seré ella, toda ella seré yo.
Los dos seremos un cuerpo en combustión
que da a luz a la muerte.
Muerto el yo, la poesía,
huérfana de palabras,
abrirá las puertas del misterio.

sábado, 23 de noviembre de 2019

LEER A HOMERO HOY (ILÍADA)

No voy a decir que leer en la actualidad la Ilíada sea cómodo ni sencillo. Tampoco creo que la edad ayude. No me imagino a una persona adulta leyéndola para entretenerse tres o cuatro tardes de invierno. Las tres situaciones típicas para que nos adentremos en esta fabulosa epopeya son la juventud —podemos con todo y nuestra curiosidad está intacta—, el estudio —nuestra profesión exige su lectura y análisis— o la escritura —vivimos de ella y leer a los clásicos forma parte de nuestro trabajo—.

Es evidente que la distancia que se abre entre los combatientes aqueos y troyanos y la sociedad actual es simplemente gigantesca. Homero no sabía nada de nuestra forma de vida y mucho menos de las comodidades de las que podemos disfrutar para leer sus versos. Ni tan siquiera componía para lectores, sino para gente que escuchaba. Sin embargo, conocía todo cuanto hay que saber sobre sentimientos. El miedo, la ira, la vergüenza, la cobardía o el amor son parte fundamental de la obra. 

Para quien no la conozca o para quien se niegue a entrar en la escabechina que los enfrentamientos entre héroes de un bando y de otro produce, yo me atrevo a recomendar como primera aproximación unas pocas escenas para ser leídas en voz alta:

  • El momento en que Héctor se despide de Andrómaca y de su hijo, canto VI, versos 441-465.
  • La súplica de Príamo ante Aquiles para conseguir el cuerpo de su hijo, canto XXIV, versos 484-506.
  • La respuesta de Andrómaca cuando traen el cuerpo de su esposo, canto XXIV, versos 725-745.
  • El canto fúnebre de Helena en honor del héroe troyano, canto XXIV, versos 762-765).
Cualquiera de esos textos son suficientes para causar una conmoción sentimental. Luego ya vendrá el tiempo de adentrarse en otras lecturas y disfrutar con otras averiguaciones, examinar el alto contenido ético, debatir sobre la importancia del destino en la época o profundizar en el manejo del ritmo por medio de la repetición de epítetos.

Y que la musa siga cantando la cólera de Aquiles, cólera funesta, que causó tantas calamidades a los aqueos, que precipitó en los infiernos las vigorosas almas de multitud de héroes, y que entregó sus cuerpos a la presa de los perros y de las aves todas (trad. de Vicente López Soto).

***

Podéis encontrar los pasajes que nombro en la traducción de Luis Segalá y Estalella que el Proyecto Gutenberg ha recogido en su página web. La traducción que realizó Emilio Crespo Güemes para Gredos también está convenientemente numerada.

***

sábado, 27 de febrero de 2021

ANNE CARSON, La belleza del marido

Ejemplar de la biblioteca de Egia
II. PERO UNA DEDICATORIA SOLO ES AFORTUNADA SI SE REALIZA EN PRESENCIA DE TESTIGOS. ES ESENCIALMENTE UNA PÚBLICA RENDICIÓN COMO LA DE ESTANDARTES EN UNA BATALLA


Sabes hace años estuve casada y cuando se fue mi marido se llevó mis libretas.
Libretas con espiral.
Ya sabes ese frío y ladino verbo escribir. Le gustaba escribir, no le gustaba tener que empezar él mismo cada pensamiento. 
Utilizaba mis comienzos con varios propósitos, por ejemplo en un bolsillo encontré una carta que había empezado (a su amante de aquel momento)
que contenía una frase que yo había copiado de Homero: 'εντροπαλιζομένη, es como cuenta Homero que Andrómaca se fue
cuando se separó de Héctor: "mirando a menudo hacia atrás" 
bajó 
de la torre de Troya y fue a través de las calles empedradas a la casa de su leal
marido y ahí 
con sus mujeres entonó un lamento por un hombre con vida en su su propia morada.
Leal a nada 
mi marido. ¿Entonces por qué le amé desde la temprana adolescencia hasta entrada la madurez 
y la sentencia de divorcio llegó por correo?
La belleza. No tiene mucho secreto. No me da vergüenza decir que le amé por su belleza.
Como volvería a hacerlo
si se acercara. La belleza convence. Ya sabes que la belleza hace posible el sexo.
La belleza hace el sexo sexo.
Tú lo 
entiendes mejor que nadie… silencio, pasemos

a las situaciones naturales.
Otras especies, que no son venenosas, a menudo tienen coloraciones y estampados 
parecidos a las especies venenosas.
Esta imitación de una venenosa por otra especie que no lo es se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Hablarás sin duda de los juegos de guerra. Me oíste quejarme a menudo 
cuando estaban aquí toda la noche 
con los tableros tirados y tapetes y lucecitas y cigarrillos como la tienda de Napoleón, 
supongo, ¿quién podía dormir? Después de todo mi marido era un hombre que sabía más 
acerca de la batalla de Borodino 
que sobre el cuerpo de su propia mujer, mucho más. La tensión se derramaba por las paredes 
y el techo,
a veces jugaban desde el viernes por la noche hasta la mañana del lunes sin parar,
él y sus pálidos y furiosos amigos.
Sudaban mucho. Comían carne de los países en los que jugaban.
Los celos 
no eran precisamente una pequeña parte de mi relación con la batalla de Borodino.

Lo odio.
¿Ah, sí?
Por qué jugar toda la noche.
Es en tiempo real.
Es un juego.
Es un juego real.
Es eso una cita.
Ven aquí.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.

Aquella noche hicimos el amor "de manera real", cosa que no habíamos intentado
aunque lleváramos seis meses casados.
Gran misterio. Ninguno de los dos sabía dónde poner la pierna y hasta hoy aún no sé 
si lo hicimos bien.
Parecía feliz. Eres como Venecia dijo encantador.
A la mañana siguiente temprano 
escribí una breve conferencia ("Sobre la desfloración") que me robó y publicó 
en una pequeña revista trimestral.
Por encima de todo esa era una característica interacción entre nosotros.

O debería decir ideal.
Ninguno de los dos había estado nunca en Venecia.

            Edición y traducción: Andreu Jaume.

Anne Carson es inclasificable. Sí, ya sé que todas las personas somos únicas y distintas e inclasificables. Pero Carson lo ejerce, lo escribe y resulta fascinante e insuperable si ponemos sus textos al lado de otros textos de, digamos, poetas de su generación. ¿Es poesía, es novela, es ensayo lo que escribe?

Preguntarse por eso no deja de ser una pérdida de tiempo desde hace muchísimos años. Hace más de un siglo que las vanguardias rompieron esas barreras. Lo que tenemos que preguntarnos, o mejor, lo que tenemos que apreciar es la calidad del texto. Si el texto es eficaz en su intención, si produce emoción, si nos atrapa, si es capaz de ofrecernos algo nuevo, si es coherente consigo mismo, y si además abre caminos, ese texto, esa obra, merece toda nuestra atención. Estamos hablando de literatura, no de pasatiempo.

En cuanto a los géneros, la misma autora lo advierte en el subtítulo: un ensayo narrativo en 29 tangos. El elemento narrativo queda claro desde el primer momento, es la historia de una ruptura. El ensayo se ve venir a través de las citas de Keats que inauguran cada poema, cada ¿sección?, y en las notas que indican la procedencia de las alusiones que impregnan todo el texto. La poesía se ve en cada verso, en la manera de escribir y en el punto de vista. 

Pero que nadie piense que este es un libro difícil de leer. Al contrario, se lee de un tirón, como pocos libros de poesía se leen. Se lee de un tirón y es divertido, y se agradece la profunda mirada que es capaz de realizar sobre el anhelo romántico y los dolores y angustias que provoca, sobre el deseo, sobre el lamento, sobre la mentira y sobre el desafecto. Y sobre quiénes somos. Y hasta sobre debates posestructuralistas, pero todo eso lo podemos dejar de lado y seguir disfrutando igualmente del libro porque la de Carson es gran literatura.

jueves, 12 de diciembre de 2019

LA ODISEA

En el Tratado sobre lo sublime, el tratado de estética más importante de la antigüedad junto con la Poética de Aristóteles, se lee lo siguiente: El haber escrito la Ilíada en la plenitud de su genio es la razón, creo yo, de que lograra dar a este poema un tono dramático y combativo, mientras que en la Odisea predomina lo narrativo, rasgo precisamente típico de la vejez. Y, así, en la Odisea se puede comparar perfectamente a Homero con el sol poniente, que, sin poseer ya su fuerza, conserva sin embargo todo su esplendor

El siglo I no es el siglo XXI y hoy sentimos mucho más próximas las aventuras de Ulises que las de los héroes que lucharon en Troya. Sin duda, la influencia popular de esta obra en los últimos cien años a través del cine, el cómic, la televisión o la novela es muy superior a la de la Ilíada, hasta tal punto que mucha gente conoce pasajes de la misma sin haberla leído. Todo el mundo tiene alguna idea del sudario que teje y desteje Penélope, de la aventura con Polifemo o la de las sirenas.

Lo cierto es que las aventuras que sufre Ulises para llegar hasta su casa y encontrarse con su familia las sentimos mucho más cercanas que las de Aquiles. Pesan menos, están menos teñidas de tragedia y, fundamentalmente, no están sujetas a la fuerza sobrenatural del destino, sino que el agudo ingenio de su protagonista y la voluntad irreductible de Penélope y Telémaco ponen en el centro de la trama la posibilidad de ejercer la libertad, aunque sea con la ayuda de la diosa Atenea

Otro elemento sustancial que nos aproxima la Odisea a nuestra manera de sentir y de leer es el clima poético, la atmósfera en la que se desenvuelve. La Odisea nos muestra una relación abierta con el paisaje, con la naturaleza, con la belleza intrínseca del medio en que se desenvuelve. Y eso es totalmente moderno. El ser humano vive en un entorno que es capaz de apreciar.

Igualmente reseñable como elemento de proximidad es la técnica narrativa. Mientras que en la Ilíada el desarrollo es lineal, aquí se nos ofrecen tres lineas argumentales, la correspondiente a Telémaco y su viaje en busca de noticias, los avatares del sufrido Ulises por llegar a Ítaca y el resultado final en que desembocan ambas: la venganza. Toda una demostración del dominio de la técnica de lo que José Alsina denominó el principio de retardación.


***

Quienes sepan alemán o hayan leído el poema, disfrutarán con este clásico de 1911 dirigido por Francesco Bertolini, Adolfo Padovan y G. De Liguoro.




***
NOTA PARA LA TERTULIA: Como seguramente nadie va a leer todas las obras de Homero y de Hesíodo, sugiero que se lea una y que de ella se seleccione un párrafo, una página, un texto, el que más haya gustado, para ser leído en voz alta y contar al resto por qué es el que más ha gustado.

viernes, 17 de abril de 2020

HOMERO AL FONDO

Vuelvo a sacar este poema 
ahora que "los dioses castigan los campos con su nieve".
Cerraba el poemario que publiqué en 2008 y los recogía a todos.
Son lo que tenemos.
Amparo y apoyo en las dificultades.
Aferraos bien. 

Cubierta de Irene Rodríguez

HOMERO AL FONDO 


Aquí os tengo, 
como si ahora pudiera hablar con todos a la vez, 
como si fuera cierto 
que esto es una casa 
en la que todos los inviernos 
calienta el fuego, 
mientras fuera los dioses 
castigan los campos con su nieve. 
A vosotros voy 
y de vosotros vengo. 
Ya sé que hemos vivido duros momentos, 
que los planes no han salido siempre tal como 
pensábamos, 
que a veces un malentendido ha provocado fuertes 
discusiones. 
Todo esto forma parte de la vida, 
viene con nosotros cuando nosotros 
llegamos a ella. 
Sin embargo, no quiero medir la fiesta 
por el número de silencios, 
sino por la profundidad de los hallazgos 
y soy feliz anotando resplandores, 
me siento agradecido por aquel gesto, 
aquella caricia, 
aquel momento 
que, a pesar del tiempo y la distancia, 
aún alumbra las sombras de la noche 
y hace que los miedos se diluyan. 
Sólo quiero dejar aquí constancia 
de que unos pocos detalles 
me han hecho la vida más hermosa, 
cuando he sido capaz de interpretarlos. 

Ya sé que cuando escribo estas palabras 
u otras cualesquiera, 
de alguna forma estoy escribiendo 
en contra de la muerte, 
pero no quiero ni pretendo vivir en la memoria, 
tan sólo deseo agradeceros el camino compartido 
y que la fiesta dure muchos años.

***
Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

miércoles, 21 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Leopoldo Lugones)

#unlibrounpoema
En librerías


Aclaración previa: Leopoldo Lugones dejó escritos una docena de poemarios, una copiosa cantidad de poemas sueltos y muchas traducciones de poesía, que van desde Homero a contemporáneos suyos. Eso es lo que recoge este libro de Obras poética completas en sus algo más de 1500 páginas. Como más adelante me ocuparé de él, aquí solamente recojo un poema de su célebre e influyente Lunario sentimental, sin duda alguna el más importante de sus libros de poesía y, como dijo Ricardo Barnatán, piedra angular del escándalo durante muchos años.

Lunario sentimental se publicó en 1909, pero el poema que aquí recojo apareció cinco años antes y en él se pueden apreciar muchas de las características que anunciaban lo que iba a venir: la disconformidad, tan típica del modernismo hispanoamericano, con la realidad ramplona y materialista y, por lo tanto, el deseo de ruptura con el pasado; el alejamiento del sentimentalismo posmodernista y cuanto este implicaba; el tono lúdico e irónico, en ocasiones sarcástico; el énfasis en la musicalidad; el punto de vista rompedor con respecto a las imágenes poéticas y mitológicas de la luna; el léxico raro; en fin, multitud de recursos que utiliza, que forman parte de los elementos modernistas unos, mientras que otros están anunciando las corrientes vanguardistas que no tardarán en aparecer.


HIMNO A LA LUNA

    Luna, quiero cantarte
¡Oh ilustre anciana de las mitologías!,
Con todas las fuerzas del arte.

    Deidad que en los antiguos días
Imprimiste en nuestro polvo tu sandalia,
No alabaré el litúrgico furor de tus orgías
Ni tu erótica didascalia,
Para que alumbres sin mayores ironías,
Al polígloto elogio de las Guías,
Noches sentimentales de mises en Italia.

    Aumenta el almizcle de los gatos de algalia:
Exaspera con letárgico veneno
A las rosas ebrias de etileno
Como cortesanas modernas;
Y que a tu influjo activo,
La sangre de las vírgenes tiernas
Corra en misterio significativo.

    Yo te hablaré con maneras corteses,
Aunque sé que sólo eres un esqueleto,
Y guardaré tu secreto
Propicio a las cabelleras y a las mieses.

    Te amo porque eres generosa y buena.
¡Cuánto, cuánto albayalde
Llevas gastado en balde
Para adornar a tu hermana morena!

    El mismo Polo recibe tu consuelo;
Y la Osa estelar desde su cielo,
Cuando huye entre glaciales moles
La luz que tu veste orla,
Gime de verse encadenada por la
Gravitación de sus siete soles.
Sobre el inquebrantable banco
Que en pliegues rígidos se deprime y se esponja,
Pasas como púdica monja
Que cuida un hospital todo de blanco.

    Eres bella y caritativa:
El lunático que por ti alimenta
Una pasión nada lasciva.
Entre sus quiméricas novias te cuenta.
¡Oh astronómica siempreviva!
Y al asomar tu frente
Tras de las chimeneas, poco a poco.
Haces reír a mi primo loco
Interminablemente.

    En las piscinas.
Los sauces, con poéticos desmayos,
Echan sus anzuelos de seda negra a tus rayos
Convertidos en relumbrantes sardinas.

    Sobre la diplomática blancura
De tu faz, interpreta
Sus sueños el poeta,
Sus cuitas la romántica criatura
Que suspira algún trágico evento;
El mago del Cabul o la Nigricia,
Su conjuro que brota en plegaria propicia:
«¡Oh tú, ombligo del firmamento!»
Mi ojo científico y atento
Su pesimismo lleno de pericia.

    Como la lenteja de un péndulo inmenso,
Regla su transcurso la dulce hora
Del amante indefenso
Que por fugaz la llora,
Implorando con flébiles querellas
Su impavidez monárquica de astro;
O bien semeja ampolla de alabastro
Que cuenta el tiempo en arena de estrellas.

    Mientras redondea su ampo
En monótono viaje.
El Sol, como un faisán crisolampo.
La empolla con ardor siempre nuevo.
¿Qué olímpico linaje
Brotará de ese luminoso huevo?

    Milagrosamente blanca.
Satina morbideces de cold cream y de histeria:
Carnes de espárrago que en linfática miseria,
La tenaza brutal de la tos arranca.

    ¡Con qué serenidad sobre los luengos
Siglos, nieva tu luz sus tibios copos.
Implacable ovillo en que la vieja Atropos
Trunca tantos ilustres abolengos!

    Ondina de las estelas.
Hada de las lentejuelas.

    Entre nubes al bromuro,
Encalla como un témpano prematuro,
Haciendo relumbrar, en fractura de estrella,
Sobre el solariego muro
Los cascos de botella.
Por el confín oscuro,
Con narcótico balanceo de cuna,
Las olas se aterciopelan de luna;
Y abren a la luz su tesoro
En una dehiscencia de valvas de oro.

    Flotan sobre lustres escurridizos
De alquitrán, prolongando oleosas listas,
Guillotinadas por el nivel entre rizos
Arabescos, cabezas de escuálidas bañistas.
Charco de mercurio es en la rada
Que con veneciano cariz alegra,
O acaso comulgada
Por el agua negra
De la esclusa del molino.
Sucumbe con trance aciago
En el trago
De algún sediento pollino.
O entra con rayo certero
Al pozo donde remeda
Una moneda
Escamoteada en un sombrero.

    Bajo su leve seda.
Duerme el paciente febrífugo sueño,
Cuando en grata penumbra,
Sobre la selva que el Otoño herrumbra
Surge su cara sin ceño;
Su azufrado rostro sin orejas
Que sugiere la faz lampiña
De un mandarín de afeitadas cejas;
O en congestiones bermejas
Como si saliera de una riña,
Sobre confusos arrabales
Finge la lóbrega linterna
De algún semáforo de Juicios Finales
Que los tremendos trenes de Sabaoth interna.

    Solemne como un globo sobre una
Multitud, llega al cénit la luna.

    Clarificando al acuarela el ambiente,
En aridez fulgorosa de talco
Transforma al feraz Continente,
Lámpara de alcanfor sobre un catafalco.

    Custodia que en Corpus sin campanas
Muestra su excelsitud al mundo sabio,
Reviviendo efemérides lejanas
Con un arcaísmo de astrolabio;
Inexpresable cero en el infinito,
Postigo de los eclipses.
Trompo que en el hilo de las elipses
Baila eternamente su baile de San Vito;
Hipnótica prisionera
Que concibe a los malignos hados
En su estéril insomnio de soltera;
Verónica de los desterrados;
Girasol que circundan con intrépidas alas
Los bólidos, cual vastos colibríes,
En conflagración de supremas bengalas;
Ofelia de los alelíes
Demacrada por improbables desprecios;
Candela de las fobias,
Suspiráculo de las novias,
Pan ázimo de los necios.

    Al resplandor turbio
De una luna con ojeras,
Los organillos del suburbio
Se carian las teclas moliendo habaneras.

    Como una dama de senos yertos
Clavada de sien a sien por la neuralgia,
Cruza sobre los desiertos
Llena de más allá y de nostalgia
Aquella luna de los muertos.
Aquella luna deslumbrante y seca:
Una luna de la Meca...

    Tu fauna dominadora de los climas.
Hace desbordar en cascadas
El gárrulo caudal de mis rimas.

    Desde sus islas moscadas,
Misántropos orangutanes
Guiñan a tu faz absorta;
Bajo sus anómalos afanes
Una frecuente humanidad aborta.
Y expresando en coreográfica demencia
Quién sabe qué liturgias serviles,
Con sautores y rombos de magros perniles
Te ofrecen, quijotes, su cortés penitencia.

    El vate que en una endecha A la Hermosura,
Sueña beldades de raso altanero,
Y adorna a su modista, en fraudes de joyero,
Con una pompa anárquica y futura,
¡Oh Blanca Dama!, es tu faldero;
Pues no hay tristura
Rimada, o metonimia en quejumbre,
Que no implore tu lumbre
Como el Opodeldoch de la Ventura.

    El hipocondríaco que moja
Su pan de amor en mundanas hieles,
Y, abstruso célibe, deshoja
Su corazón impar ante los carteles,
Donde aéreas coquetas
De piernas internacionales.
Pregonan entre cromos rivales
Lociones y bicicletas.

    El gendarme con su paso
De pendular mesura;
El transeúnte que taconea un caso
Quirúrgico, en la acera oscura,
Trabucando el nombre poco usual
De un hemostático puerperal.

    Los jamelgos endebles
Que arrastran como aparatos de Sinagoga
Carros de lúgubres muebles.
El ahorcado que templa en do, re, mi, su soga.

    El sastre a quien expulsan de la tienda
Lumbagos insomnes,
Con pesimismo de ab uno disce omnes
A tu virtud se encomienda;
Y alzando a ti sus manos gorilas,
Te bosteza con boca y axilas.

    Mientras te come un pedazo
Cierta nube que a barlovento navega,
Cándidas Bernarditas ciernen en tu cedazo
La harina flor de alguna parábola labriega.

    La rentista sola
Que vive en la esquina,
Redonda como una ola,
Al amor de los céfiros sobre el balcón se inclina;
Y del corpino harto estrecho.
Desborda sobre el antepecho
La esférica arroba de gelatina.

    Por su enorme techo,
La luna, Colombina
Cara de estearina.
Aparece no menos redonda;
Y en una represalia de serrallo,
Con la cara reída por la pata de gallo,
Como a una cebolla Pierrot la monda.

    Entre álamos que imitan con rectitud extraña,
Enjutos ujieres,
Como un ojo sin iris tras de anormal pestaña,
La luna evoca nuevos seres.

    Mayando una melopea insana
Con ayes de parto y de gresca,
Gatos a la valeriana
Deslizan por mi barbacana
El suspicaz silencio de sus patas de yesca.

    En una fonda tudesca,
Cierto doncel que llegó en un cisne manso,
Cisne o ganso,
Pero, al fin, un ave gigantesca;
A la caseosa Balduina,
La moza de la cocina,
Mientras estofaba una leguminosa vaina.
Le dejó en la jofaina
La luna de propina.

    Sobre la azul esfera,
Un murciélago sencillo,
Voltejea cual negro plumerillo
Que limpia una vidriera.

    El can lunófilo, en pauta de maitines,
Como una damisela ante su partitura,
Llora enterneciendo a los serafines
Con el primor de su infantil dentadura.

    El tiburón que anda
Veinte nudos por hora tras de los paquebotes,
Pez voraz como un lord en Irlanda,
Saborea aún los precarios jigotes
De aquel rumiante de barcarolas,
Que una noche de caviar y cerveza
Cayó lógicamente de cabeza
Al compás del vals Sobre las olas.
La luna, en el el mar pronto desierto,
Amortajó en su sábana inconsútil al muerto,
Que con pirueta coja
Hundió su excéntrico descalabro,
Como un ludión un poco macabro,
Sin dar a la hidrostática ninguna paradoja.

    En la gracia declinante de tu disco
Bajas acompañada por el lucero
Hacia no sé qué conjetural aprisco,
Cual una oveja con su cordero.

    Bajo tu rayo que osa
Hasta su tálamo de breña,
El león diseña
Con gesto merovingio su cara grandiosa.
Coros de leones
Saludan tu ecuatorial apogeo,
Coros que aun narran a los aquilones
Con quejas bárbaras la proeza de Orfeo.

    Desde el soto de abedules,
El ruiseñor en su estrofa,
Con lírico delirio filosofa
La infinitud de los cielos azules.
Todo el billón de plata
De la luna, enriquece su serenata;
Las selvas del Paraíso
Se desgajan en coronas,
Y surgen en la atmósfera de nacarado viso
Donde flota un Beethoven indeciso,
Terueles y Veronas...

    El tigre que en el ramaje atenúa
Su terciopelo negro y gualdo
Y su mirada hipócrita como una ganzúa;
El búho con sus ojos de caldo;
Los lobos de agudos rostros judiciales,
La democracia de los chacales,
Clientes son de tu luz serena,
Y no es justo olvidar a la oblicua hiena.

    Los viajeros,
Que en contrabando de balsámicas valijas
Llegan de los imperios extranjeros,
Certificando latitudes con sus sortijas
Y su tez de tabaco o de aceituna,
Qué bien cuentan en sus convincentes rodillas
Aquellas maravillas
De elefantes budistas que adoran a la luna.
Paseando su estirpe obesa
Entre brezos extraños,
Mensuran la dehesa
Con sonámbulo andar los rebaños.

    Crepitan con sonoro desasosiego
Las cigarras que tuesta el Amor en su fuego.

    Las crasas ocas,
Regocijo de la granja,
Al borde de su zanja
Gritan como colegialas locas
Que ven pasar un hombre malo...
Y su anárquico laberinto,
Anuncia al Senado extinto
El ancestral espanto galo.

Luna elegante en el nocturno balcón del Este;
Luna de azúcar en la taza de luz celeste;
Luna heráldica en campo de azur o de sinople:
Yo seré el novel paladín que acople
En tu «tabla de expectación».
Las lises y quimeras de su blasón.

    La joven que aguarda una cita, con mudo
Fervor, en que hay bizcos agüeros, te implora;
Y si no llora,
Es porque sus polvos no se le hagan engrudo.
Aunque el estricto canesú es buen escudo,
Desde que el novio no trepará la reja,
Su timidez de corza
Se complugo en poner bien pareja
La más íntima alforza.
Con sus ruedos apenas se atreve la brisa;
Ni el Ángel de la Guarda conoce su camisa,
Y su batón de ceremonia
Cae en pliegues tan dóricos, que amonesta
Con una austeridad lacedemonia.

Ella que tan zumbona y apuesta,
Con malicias que más bien son recatos,
Luce al sol popular de los días de fiesta
El charol de sus ojos y sus zapatos;
Bajo aquel ambiguo cielo
Se abisma casi extática,
En la diafanidad demasiado aromática
De su pañuelo.

    Pobre niña, víctima de la felona noche,
¡De qué le sirvió tanto pundonoroso broche!

    Mientras padece en su erótico crucifijo
Hasta las heces el amor humano,
Ahoga su ¡ay! soprano
Un gallo anacrónico del distante cortijo.

    En tanto, mi atención perseverante
Como un camino real, persigue, ¡oh luna!,
Tu teorema importante.
Y en metáfora oportuna
Eres el ebúrneo mingo,
Que busca por el cielo, mi billar del domingo,
No sé qué carambolas de esplín y de fortuna.

    Solloza el mudo de la aldea,
Y una rana burbujea
Cristalinamente en su laguna.

    Para llegar a tu gélida alcoba
En mi Pegaso de alas incompletas,
Me sirvieron de estafetas
Las brujas con sus palos de escoba.

    Á través de páramos sin ventura,
Paseas tu porosa estructura
De hueso fósil, y tus poros son mares
Que en la aridez de sus riberas.
Parecen maxilares
De calaveras.
Deleznada por siglos de intemperie, tu roca
Se desintegra en bloques de tapioca.
Bajo los fuegos ustorios
Del Sol que te martiriza,
Sofocados en desolada ceniza,
Playas de celuloide son tus territorios.

    Vigilan tu soledad
Montes cuyo vértigo es la eternidad.

    El color muere en tu absoluto albinismo,
Y a pesar de la interna carcoma
Que socava en tu seno un abismo,
Todo es en ti inmóvil como un axioma.

    El residuo alcalino
De tu aire, en que en un cometa
Entró como un fósforo en una probeta
De alcohol superfino;
Carámbanos de azogue en absurdo aplomo;
Vidrios sempiternos, llagas de bromo;
Silencio inexpugnable;
Y como paradójica dendrita,
La huella de un prehistórico selenita
En un puñado de yeso estable.

    Mas ya dejan de estregar los grillos
Sus agrios esmeriles,
Y suena en los pensiles
La cristalería de los pajarillos.

    Y la Luna que en su halo de ópalo se engarza,
Bajo una batería de telescopios,
Como una garza
Que escopetean cazadores impropios,
Cae al mar, de cabeza
Entre su plumazón de reflejos;
Pero tan lejos,
Que no cobrarán la pieza.

***


martes, 1 de noviembre de 2016

ARISTÓTELES, LA POESÍA, CAVAFIS Y LOS BÁRBAROS

Escribe Aristóteles en su Poética, capítulo 9que "resulta evidente que el objetivo del poeta no es tanto contar las cosas que realmente han sucedido cuanto narrar aquellas cosas que podrían haber sucedido y las cosas que son posibles de acuerdo con la verosimilitud o la necesidad". La Poesía, sigue más adelante, se encarga de lo general (es, por tanto, más filosofica), mientras que la Historia da cuenta de lo particular. 

Estamos hablando de hace más de dos mil años y lo que Aristóteles y sus contemporáneos entendían por poesía era la que tenían a mano, es decir, la épica, la de Homero y Hesíodo o la de cualquier otra cultura del entorno. En la actualidad identificamos poesía con subjetivismo, proyección de sentimientos, reflexión personal y todo lo que tiene que ver con eso que hoy entendemos como género lírico.

Cavafis, sin dejar de moverse dentro del terreno de la poesía lírica, ha escrito, sin embargo, algunos de los mejores poemas históricos del siglo XX. Tal vez uno de los que mejor se ajustan a lo que Aristóteles intentaba explicar como poesía, palabra por palabra, sea el famoso Esperando a los bárbaros y su magnífico desenlace.


¿Qué esperamos aquí, en la plaza reunidos?

A los bárbaros, que hoy llegan.

¿Por qué tal calma en el Senado?
¿Por qué los senadores, sentados, no legislan?

Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Los bárbaros ya nos darán sus leyes cuando vengan.

¿Por qué el emperador se levantó tan de mañana
y se sienta en su trono, ante la puerta
mayor de la ciudad ciñiendo la corona?

Porque hoy llegan los bárbaros.
Y el emperador espera para recibir
a su jefe. E incluso tiene listo
un pergamino para dárselo en el que
ha escrito muchos títulos y nombres.

¿Por qué nuestros dos cónsules y todos los pretores
salieron hoy con sus togas recamadas y rojas?
¿Por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos con brillantes esmeraldas cristalinas?
¿Por qué empuñan hoy bastones preciosos
de oro y plata tan ricamente cincelados?

Porque hoy llegan los bárbaros,
y estas cosas deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué los buenos pretores no vienen como siempre
a decir sus discursos, a hablar tal como suelen?

Porque hoy llegan los bárbaros
y a ellos no les gustan retóricas y alocuciones.

¿Por qué ha empezado de improviso esa intranquilidad
y esa confusión? (Los rostros se han tornado todos graves.)
¿Por qué se han vaciado tan de prisa las calles y las plazas
y todos regresan a sus casas tan cabizbajos?

Porque se ha hecho de noche sin que lleguen los bárbaros
y algunos que han venido de la frontera
van diciendo que ya no existen bárbaros.

Y ahora, ¿qué será de nosotros sin bárbaros?
Esta gente eran de algún modo una solución.


               Traducción de Carlos Miralles Solá. La literatura griega medieval y moderna.

La lectura de José María Pou sobre una traducción de Ramón Irigoyen es tan estupenda como el poema.

martes, 1 de octubre de 2019

IGNACIO LATIERRO, DECANO DE LAS LIBRERÍAS DONOSTIARRAS


Inicio con esta entrevista a Ignacio Latierro, de la librería Lagun, una serie dedicada a conocer y divulgar el pensamiento y la actividad de quienes mejor conocen el mundo del libro, esas personas siempre dispuestas a orientarnos, aconsejarnos y conseguirnos el libro que andamos buscando.


P: Más de medio siglo trabajando son muchos años, sea el que sea el trabajo. Supongo que semejante cúmulo de tiempo dedicado a mantener el negocio requiere vocación, ilusión y mucha entrega. ¿Cómo hace para mantenerse en la brecha?

R: Bueno, ahora mi dedicación librera es cada vez más escasa, pero me sigue ayudando a vivir. He tenido la suerte de trabajar en algo que me gustaba, algo así como mantener mi biblioteca… 


P: Nadie que sea de la ciudad o incluso del País Vasco ignora la historia de la librería y su resistencia ante el acoso y la barbarie de ETA y sus allegados durante los años 90. Es esta una historia que se puede rastrear muy bien en las hemerotecas y en internet. ¿Es ya una historia superada? 

R: Es una historia pasada, pero el pasado no se borra. Asaltar y quemar librerías y libros no es lo más grave que ha producido la actividad de ETA y sus acólitos, pero dice bastante sobre su ralea, sobre su condición. 

P: Desde 1968 hasta hoy la sociedad ha cambiado mucho. ¿Cuáles serían en su opinión los cambios más notables (venta, edición, distribución…) que han afectado más a las librerías? 

R: LAGUN es un anacronismo que pretende seguir pareciéndose a lo que era en 1968. Entre tanto, muchas cosas han cambiado, la producción de novedades se ha multiplicado por 10, en los años 80 y 90 vivimos incluso un aumento del prestigio del libro, de su venta, no sé tanto si del número de lectores y de su lectura; pero también de la consideración creciente del libro como objeto fungible que como otras mercancías debe producir sus beneficios inmediatos y luego ser reciclado. Para esto la librería tradicional ya no podía ser el principal vehículo de comercialización. Posteriormente, con el advenimiento de lo digital, el prestigio del libro como instrumento de cultura ha decaído y han variado los hábitos de consumo cultural en perjuicio de la lectura; y, en fin, el comercio “on line” ha acabado de oscurecer el porvenir de las librerías. 

P: Supongo que los hábitos lectores también habrán cambiado. ¿Es así? 

R: Las Enciclopedias han desaparecido, los grandes diccionarios apenas sobreviven, ¿hay algún despacho de abogado nuevo que luzca estanterías con el “Aranzadi”? Los grandes diccionarios casi ni se reeditan… El libro como instrumento de consulta básicamente ha desaparecido. Sin embargo, creo que los lectores siguen prefiriendo el papel bien encuadernado como instrumento de lectura reflexiva, reposada y placentera. 

P: La digitalización y la aparición de internet han transformado muchas costumbres y formas de trabajo en todos los sectores ¿En qué medida ha influido en la actividad de las librerías? 

R: Dada la variedad y número de novedades y el tráfago constante de entradas y devoluciones de libros, hoy parece impensable el manejo de una librería sin la ayuda de la informática, que además es un buen instrumento en la búsqueda de títulos y ediciones. A cambio, ha contribuido a despersonalizar las librerías, a sustituir el criterio del librero por la mecánica de los números… También ha cambiado el comportamiento del público. Está desapareciendo un tipo de cliente característico de las buenas librerías, aquel que acudía con regularidad unas horas semanales, mensuales o de vacaciones, no solo a comprar, sino a visitar librerías, a ver lo que se había editado, a comentarlo con el librero o con la improvisada tertulia… Muy distinto a esa relación del cliente con el ordenador que le dice si hay existencias o no de un título… 

P: ¿Corre peligro el libro como objeto? ¿Pueden desaparecer las librerías en un futuro más o menos próximo? 

R: No, el libro como objeto de lectura no va a desaparecer; se puede leer en pantalla y compatibilizar ambas formas de leer, pero la lectura en papel y el uso del objeto libro tienen sus propias virtudes. Otra cosa es dónde y cómo se venderán los libros. 

P: Los índices de lectura indican que el porcentaje de personas que leen va subiendo poquito poco cada año; es decir, que ahora se lee algo más que hace medio siglo. ¿Ese incremento se produce también en la venta de libros? 

R: Mi percepción es que hubo un aumento en la venta de libros en los últimos años del siglo XX, aunque tengo mis dudas si eso supuso aumento también de lectura. De todas formas, si en estos 50 años de transformaciones tan importantes en la vida española la lectura ha aumentado solo “un poquito” no es en como para sentirse satisfecho… 

P: Existen muchos tipos de librerías y el negocio ha ido evolucionando con los años; no obstante, en Lagun no hay mesas ni café, no se venden libros de texto, no hay conexión wifi, tampoco podemos encontrar todos esos productos más propios de una papelería que de una librería. ¿No resulta muy arriesgado para el mantenimiento del negocio? 

R: Ya he dicho antes que LAGUN tiene pinta de ser un anacronismo. Ya desde sus inicios fue peculiar pero ha durado 51 años. Esperemos que siga teniendo quienes la sostengan… 

P: Está muy extendido el tópico de que el libro, sin más, es cultura. Hay, sin embargo, muchos libros que no pasan de ser nada más que un producto para la venta que nada tienen que ver con la cultura, salvo como contraposición a natura, pero algunos de esos productos se venden muy bien. ¿Podrá seguir resistiendo la librería sin ellos? 

R: Creo que el ejercicio de la lectura por sí mismo es saludable, pero es verdad que muchos libros, entre ellos algunos de gran venta, son infumables. En cualquier caso, es muy difícil que en una ciudad de las dimensiones de San Sebastián, una librería subsista sin vender best-sellers, mejores o peores. 

P: ¿Un libro imprescindible? 

R: ¿Uno? Homero, Shakespeare, Austen, Henry James… 

P: ¿Un libro que le acompaña siempre? 

R: No tengo un libro-fetiche. Tengo un especial cariño por Paz en la Guerra de Unamuno porque en mi memoria supone mi encuentro con la literatura. 

P: ¿Uno que regalaría infinidad de veces? 

R: Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu, será el libro que más he regalado, por lo menos en los últimos tiempos. 

P: ¿Uno que no ha leído, pero que quiere leer? 

R: ¡Tantos! El oficio de librero es engañoso.El oficio ocupa mucho tiempo y leemos mucho menos de lo que aparentamos. En todo caso espero tener por fin el estado de ánimo que me permita completar el Fausto, de Goethe.