Cuando Janna Jihad tenía siete años, el ejército israelí mató a su tío en Cisjordania. Utilizó el teléfono de su madre para grabar la represión y el castigo colectivo que ella y su comunidad sufrían y mostró al mundo el brutal racismo de las fuerzas israelíes hacia su comunidad. A los 13 años, a Janna la reconocieron como una de las periodistas más jóvenes del mundo, documentando el trato opresivo y a menudo mortal del ejército israelí hacia la sociedad palestina.
Ahora Janna tiene 15 años y sólo quiere una infancia normal. "Como cualquier otra niña de mi edad... quiero poder jugar al fútbol con mis amigos sin que nos lluevan botes de gas lacrimógeno". Actualmente, vivir en la Cisjordania ocupada por Israel es vivir con miedo por las incursiones nocturnas, la demolición de casas y escuelas, y la persecución y el silenciamiento de las comunidades que defienden sus derechos. Niños, niñas y jóvenes palestinos se ven especialmente afectados. Muchos han muerto o han resultado heridos por las fuerzas israelíes, aunque firmaron la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional que obliga a Israel a proteger a todas las niñas y niños que viven en zonas bajo su control.
El activismo y periodismo de Janna la puso en el punto de mira. Y aunque ha recibido amenazas de muerte y está siendo víctima de acoso, ella no se rinde.
“Quiero saber lo que significa la libertad en mi país, lo que significa la justicia, la paz y la igualdad sin tener que enfrentarse al racismo sistemático.”
Janna Jihad
Ayúdale a conseguirlo. Firma para que el Comité Especial de los Derechos del Niño en el Parlamento de Israel ponga fin a la discriminación de Janna y haga realidad la protección que ofrece la Convención sobre los Derechos del Niño a las niñas y niños palestinos en los Territorios Palestinos Ocupados.
El 9 de noviembre de 2020, Quetzaly Rojas y Wendy Galarza salieron a la calle con muchas otras mujeres para exigir justicia por el asesinato de una chica en Cancún. La policía reprimió violentamente la protesta, disparando munición real al aire para dispersar a la multitud. A Quetzaly la golpearon, la patearon y un policía la agredió sexualmente. Wendy acabó con heridas de bala en la pierna y vulva.
Las historias de Quetzaly y Wendy no son las únicas. La policía suele reprimir violentamente las protestas feministas de las mujeres en México.
Amnistía Internacional ha documentado múltiples casos en los que la policía detiene arbitrariamente a mujeres manifestantes, las golpea y utiliza la violencia sexual contra ellas para castigarlas por participar en manifestaciones.
Todo ello en un país en el que la violencia de género es generalizada y en el que una media de 10 mujeres son asesinadas cada día.
Podemos poner fin a la represión de las protestas de las mujeres en México. Firma la petición para enviar un mensaje a las autoridades.