- Necesitamos el esfuerzo conjunto de todos los saberes (2' 50'').
- Se ha establecido esa separación entre hechos y valores como si la ciencia no tuviera nada que ver con los valores (4' 15'').
- No hay ni un solo conocimiento que sea neutral (4'40'').
- El límite de la ciencia es el límite de la experiencia posible (5' 16'').
- No solamente hay racionalidad en la ciencia (está hablando de las humanidades), sino que hay otro tipo de racionalidad, que es la racionalidad que tiene interés en la comprensión mutua, el interés en construir un nosotros (6' 45'').
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
jueves, 12 de octubre de 2023
ADELA CORTINA EN EL "PASSION FOR KNOWLEDGE"
miércoles, 11 de octubre de 2023
UN LIBRO, UN POEMA (Griselda Álvarez)
Editorial |
LETANÍA ERÓTICA PARA LA PAZ
Amado, ven, asómate al principio del mundo.
Somos los mismos, mismos de hace cincuenta mil años.
Somos aquellos, estos, los de allá, los de siempre
y los que han de seguirnos y los que vendrán luego.
Eras solo. Eras entonces solo.
En el pecho llevabas un hueco.
Las auroras eran amargas
como niños ciegos que quieren saber de qué color es el viento.
Eras entonces solo.
A veces la arena te subía hasta los ojos.
En cambio el agua te daba en los pies imágenes truncas.
Corrías por las orillas de todos los horizontes
y sobre el filo de las tardes
le gritabas al abismo.
Él recogía tu voz, la adornaba con matices raros
y la maduraba en ecos para que no te sintieras solo.
El abismo era tu amigo.
Pero eras entonces solo.
Otras veces llevabas tu soledad hasta el crepúsculo
y aquel incendio mudo se te iba para adentro.
Después te barnizaba un malestar luminoso.
La noche era tu enemiga.
Inacabable, sabía estirarse en dimensiones inauditas, adelgazarse
hasta ser como un hilo cortante y molesto,
con rumores de sordos quejidos.
A veces te golpeaba en monorritmos
con un nombre que no conocías, como si fuera hecho de lluvia.
Es que la noche vivía sola.
El lecho era también tu enemigo. Sin ojos te miraba con fijeza.
te escarbaba con sombras.
Te enardecía con desprendimientos.
Tejía brazos como trenzas para sofocarte.
Inventaba respiraciones cálidas,
tactos imposibles.
Había más: tu pensamiento no te dejaba descansar.
No podías separarte de él. Con su maleza de preguntas
te enredaba el día.
Tu pensamiento sin palabras, incomunicado
en la cárcel de tu cabeza.
Tu pensamiento absorto ante la carcajada del trueno.
Tu pensamiento sorprendido ante lo inútil del relámpago,
ante el por qué de la tormenta o de la tranquilidad.
Tu pensamiento girando azotado por un tema idéntico.
Tu pensamiento construido de insatisfacción.
Tu pensamiento que presentía la renuncia forzada de lo que no poseías.
Tu pensamiento recorriendo la montaña
hasta la punta de su ávido pezón.
Tu pensamiento dando tumbos por la llanura y buscando nada.
Tu pensamiento.
Tu pensamiento siempre.
Pero un día enfebrecido, te me abriste del pecho.
Te nací desde un grito.
O tal vez desde un largo silencio.
Mansa, como una cuerda que se arrastra,
torpe, como una virgen,
como un larga cifra enredada en tus huesos,
como un llanto continuo que goteara en lo oscuro,
como ronda el aullido al tope del silencio,
como el agua primera,
definitiva como amante muerta,
pero viva y levantada desde el polvo para tu compañía,
simple mitad y complicada fuente,
vine a tu encuentro.
Vengo de donde quiera, del aire o del espanto
soy la siemprellamada en tus noches sin tregua,
soy horda primitiva arrasando tu calma,
soy ya la mejor bestia mientras mi vientre gime,
la del pecho callado,
perdida en un ovillo de humildad y de cielo.
Para cuando me quieras tendré en los ojos luna
y en los brazos tendidos un racimo de cantos.
Aquí estoy, bienamado,
aquí estoy, compañero.
Soy sola en mi naufragio y vengo a tu ribera.
Soy la medida exacta salida de tu barro,
el sabor de la brisa, la lucha de tu cuerpo,
la fragancia inasible para tus fuertes dedos,
pero el trayecto corto para tu beso largo.
No sé hasta donde siento que mi ansiedad te alcanza,
ni hasta donde, cautiva, tu inmensidad me toca.
¡Qué simple nuestro encuentro y qué definitivo!
¡Oh tú, vaso riente, ganador de la espuma!
Rostro deshabitado que instala su sonrisa.
La mañana comienza a subir alegría
mientras maduro el mundo palpita su trabajo.
Vamos hacia el principio.
Asómate al abismo
y mírate en los siglos:
tus iniciales viven desde antes que existieras.
Mi cuerpo te recibe desde el fondo del caos.
Bebo en tus ojos y en tus manos bebo,
hueles a intensidad como la noche,
y en este olfato ciego sé que te pertenezco.
Acoge mi esplendor y conviértelo en ruina,
porque me doy entera como un día de sol,
porque soy la constante,
porque soy la distinta,
porque me llenas de amor hasta las lágrimas,
porque estamos en este mundo construido para nosotros
por nosotros,
porque en el lecho edificamos la muerte
al dar vida.
Este animal que dormía en mí en su bosque de ternura,
este albor que me brilla por los poros,
estos conos truncados de las frases,
esta tu soledad urgida que se prendió en el desierto
esperando el sonido de bocas silenciosas,
la caricia colgada de las manos dormidas,
el cabello hacia el viento,
esta antorcha de tactos que nos quema los huesos,
es el mundo de siempre
en que estamos viviendo.
No podemos borrar la palabra que escribieron los abuelos,
porque hemos borrado la palabra asco,
porque hemos borrado la palabra miedo,
porque hemos borrado la palabra olvido
y hemos colmado los porqués del orbe.
Húmeda compañía engendradora,
hombre desde el principio
y mujer de la esencia.
Somos los dos y estamos llenando el mundo.
Afuera dicen que la muerte llueve.
Caminamos y de trecho en trecho la sangre se agolpa.
El viento trae el rumor de todas las angustias.
Innumerables hocicos anuncian sus colmillos.
Alguien pregona la destrucción,
alguien quiere tragarse la palabra humanidad,
porque los cerebros fríos se están calentando con odio.
Dicen que la muerte llueve
y en alambres de púas se clavan las preguntas.
Piensan hoy que comemos muerto a diario
y en esta muerte transformada somos.
Una noche animal da al horizonte
y en él
arden los niños y los hombres arden.
El desaliento curva las espaldas
las frentes miran hacia abajo,
sobre la piel se unta el miedo,
los ojos se llenan de vidrios
y el corazón, caracol de pánico, ensancha su locura.
Empequeñecidas,
las madres son gusanos que piden misericordia
en este breve infierno,
mientras el aniquimilamiento silba como víbora.
Porque la inconciencia ha pedido nuestro uniforme final.
Dicen que la muerte llueve y estamos ya pisando polvo de hombre,
que nos hundimos en inmensa herida
y que hace mucho Dios está cansado.
No podemos sentarnos y ver como crece la angustia
donde antes crecía la hierba.
No vamos a reconstruir el llanto.
No aceptamos la tarea de morir.
Tenemos que decir algo.
El relato sencillo de las mujeres que seguirán poblando el universo.
El canto de los hombres de cuyo vigor saldrán las demás generaciones.
Porque es mentira esta isla de muerte
que nos vamos haciendo,
donde no hay un "te acuerdas"
que no hayan mutilado.
Porque no ha de romperse el mundo. Hemos de seguir siendo.
Porque estamos aquí. No hay todavía.
Somos los dos.
Quemados por la misma llama,
ungidos con el mismo aceite,
sucios por la misma ceniza,
doblados por la misma lluvia,
amados por el mismo viento.
Los mismos desde el principio,
los de siempre,
los de después.
Somos la pareja que aquella tarde doblegó a la hierba.
Somos la que hizo sangrar olor a la tierra,
la que finge pescados al amarse bajo el agua,
la que inventa pájaros al sentirse las alas,
la que siente el río del tamaño de su sed.
Somos la que aquella mañana defendiera su adiós con lágrimas.
La que se ama sin saciedad.
La que no cree en la costumbre o el desamor.
Somos la que no se explica cómo puede haber tanta felicidad en tan corto tiempo.
El soplo igual de una sola llama.
Los dos ojos de un solo rostro.
La que una noche contaba inútilmente las estrellas.
Somos la que conjugó todos los verbos
hasta caer vencida en su victoria.
Somos la que no padece el vacío del vocablo soledad.
La que piensa que un hijo es la propia dimensión.
La que comprende que el amor es una conversación sostenida,
la que mezcla también su propio silencio,
la que piensa que un brazo será siempre la mejor almohada,
la que goza con su maligna ingenuidad.
La que también sabe vivir sin hijos.
La del simple derecho.
Somos la pareja que no puede acabarse con el griterío de la calle,
la que protege a cada momento su dicha,
la que muerde su angustia frente al hijo muerto.
La que puede hundirse en la pobreza
porque ha tasado su oro.
La que se estrecha en el bosque hasta adelgazar
las sombras haciéndolas una,
la que pesa la importancia de haberse conocido.
La pareja precursora de toda civilización.
Somos la que contuvo su adolescencia abundante,
la pareja que alargó su ancianidad en compañerismo,
la que derramó su fértil madurez,
la que no mira el color diferente de la piel,
somos la que llevó su unión hasta lo Desconocido,
porque piensa que la muerte
sólo es un cambio en el tiempo de los verbos,
somos la misma generación repetida
tantas veces como el "yo te amo",
porque somos dos mil generaciones pero también un solo ser.
La pareja que camina a tientas para encontrarse siempre,
porque ciñe en su abrazo universal
el límite del tiempo.
Somos la misma, la misma de hace cincuenta mil años,
la de allá, la de siempre, la que ha de seguirnos
y la que vendrá luego.
martes, 10 de octubre de 2023
LECTURAS PÚBLICAS DE "EL ESPESOR DE LA HERIDA"
lunes, 9 de octubre de 2023
ICONOS DEL CINE FANTÁSTICO JAPONÉS
Aunque tengo cierta querencia por el cine japonés, no es precisamente por el que en esta exposición se representa. En cualquier caso, como pasaba por la biblioteca, aproveché para visitar la exposición. Estoy seguro de que a más de una persona le va a encantar.
Estas son algunas de las imágenes con que os váis a encontrar:
miércoles, 4 de octubre de 2023
UN LIBRO, UN POEMA (Pier Paolo Pasolini)
Ejemplar del KM |
I
Yo soy un débil, pero nadie lo sabe.
Hay una Fuerza, y yo la elevo a única
fuerza del mundo: Dios. Mi historia,
nuestra historia, es tan sólo humo.
No puedo sentir amor por el enemigo.
Demócrata, eres un hombre débil,
y serás vencido por mi mano:
deberá callar en ti el atroz instinto
de libertad. Tal vez alcances el perdón de Dios,
pero no el mío: yo asesino, no convenzo.
II
Yo soy un enano, y prefiero ignorarlo.
Hay una grandeza con la cual me identifico.
La grandeza es la patria. Me magnifico
en ella, lápida sobre mi infierno.
Yo no odio al enemigo: me da asco.
¡Eres un enano, demócrata! Yo, yo,
yo sé, yo porto la luz; tú no.
Por eso te ahorcaré,
sacrílega conciencia de mi
amor por la grandeza que no tengo.
III
Yo soy un mediocre; pero no hay pruebas.
Por eso es sublime mi idea
de la Familia, la humilde epopeya
del rumbo increpado que me beneficia
cada día. Siento desprecio por quien crea.
¡Eres un mediocre, demócrata!
Por eso, si recibo la orden, te asesino.
¡Por supuesto! ¡Uno del pelotón, uno de la baraja!
¡Dejarás de hacer el fanático
idealista, te largarás cagando h….!
IV
Yo soy un fracasado: ¿puedo admitirlo?
¡Claro que no! Por eso, con el sombrero de paja
oblicuo, cumplo la venganza
con humor, con humildad dialéctica:
conozco al Ideal, y detesto a quien lo infecta.
En cuanto a ti, demócrata fracasado,
mira que yo, en broma, sé disparar:
recién llegado del frente de Ultramar,
allí donde tú, bellaco, nos traicionaste,
también puedo matar al Anti–ideal.
V
Yo soy un anormal, y no debería ser consciente de ello.
Histérico y chantajista, me amparo
en la Norma. Cuanto más me alejo
de mí mismo, en un cursus honorum que es un alivio
trágico, más repudio aquello que amo.
Tu diversidad, demócrata, es anormal:
yo te condeno a las zonas oscuras
de la esquizofrenia, en mi función
de Magistrado u Hombre de Orden: ¡tiembla,
debes temblar! Tú, escándalo y pasión.
VI
Yo soy un siervo: pero llamármelo es delito.
¿Y quién puede penetrar en mi conciencia?
Un siervo es un misterio: vive sin
vida, desde niño: hijo dedicado
a la Autoridad por antigua obediencia.
Sé que eres, demócrata, un siervo,
un siervo de otros ídolos o naciones.
¡No esperarás que te perdone por ello!
Un siervo humilde asesina al soberbio:
tan sólo espera una gesto de sus amos.
VII
Yo soy un decadente, y lo rechazo.
Hay un nivel maravilloso, donde canta
el soldado y el ama de casa es santa:
el nivel donde la salud resplandece.
Quien no está sano arruina la planta.
Demócrata podrido, con el bisturí
te la salud como gangrena:
dulce es la planta de la vida serena
y tú con tu negación la entristeces.
Sí, te la salud: es la lección de D’ Annunzio.
VIII
Yo soy un manso: pero tengo pudor.
Desde muchacho, en mi ciudad de provincias,
la mía ha sido una vida bizantina.
Lo sigue siendo ahora que soy profesor.
El Conformismo es mi medicina.
Demócrata, iluso conformista
de otras ideas, eres un yo mismo
derrocado, pero igualmente obsesionado.
Por eso te asesinaré: ¡casi por mística
elección, Píndaro bufón del progreso!
IX
Yo soy un inmoral, y lo oculto.
Con este vicio, aunque bien nacido
—abuelos ex leones y abuelas ex hienas,
ergo padre rico—, vine al mundo.
Es la Moral, por tanto, la que me sostiene.
Demócrata, me parece obvio que eres
mi moral. Es necesario callarte,
condenarte a una celda de por vida:
quizás allí te vuelvas inmortal.
X
Yo soy un cerdo; pero sólo en privado.
Pequeño burgués, una posición
discreta, ¡desde luego! Digamos un burgués
de baja estofa, con tienda en Tritone… Para
Una puñalada en la panza poco cuesta
dártela, tacaño; no se juega
de pequeños burgueses: el juego es el juego.
XI
Yo soy un pobre, y me han humillado.
Odio la pobreza, y oculto, traidor,
la religión de la Posesión en mi corazón.
Aguardo el día en que seré respetado,
aparte de los otros, aparte de la historia.
También tú, demócrata, eres pobre:
¿por qué me arrancas la interior esperanza?
Pero el pueblo conoce el peligro que avanza:
debes ser liquidado junto con tus nuevas
filosofías; nosotros nos quedamos con la ignorancia.
XII
Yo soy un capitalista, y lo sé.
Débiles, enanos, mediocres, fracasados,
anormales, siervos, decadentes, mansos,
inmorales, cerdos, míseros: le otorgo
a tu Brecht nuevas máscaras políticas.
Demócrata clasista, tú que sabes
que no saben lo que soy, y soy
lo que no saben, no serás perdonado:
morirás en algún nuevo Buchenwald,
huesos fétidos sin luz y sin nombre.
martes, 3 de octubre de 2023
EL ESPESOR DE LA HERIDA (Nieve negra)
"Nieve negra" es la tercera sección del poemario. A ella corresponden las composiciones más fragmentarias, breves y conceptuales. También es el apartado más oscuro, porque tiene como tema exclusivo el dolor, pero se habla de él sin referentes anecdóticos ni realistas.
Salvando las distancias, la sección está inspirada en las composiciones del último Paul Celan y del Gamoneda de Lápidas o el Libro del frío.
***
lunes, 2 de octubre de 2023
BÉCQUER Y FITERO (La cueva de la Mora)
Editorial |
Frente al establecimiento de baños de Fitero, y sobre unas rocas cortadas a pico,
a cuyos pies corre el río Alhama, se ven todavía los restos abandonados de un castillo árabe, célebre en los fastos gloriosos de la Reconquista, por haber sido teatro de grandes y memorables hazañas, así por parte de los que le defendieron, como los que valerosamente clavaron sobre sus almenas el estandarte de la cruz.
De los muros no quedan más que algunos ruinosos vestigios; las piedras de la atalaya han caído unas sobre otras al foso y lo han cegado por completo; en el patio de armas crecen zarzales y matas de jaramago; por todas partes adonde se vuelven los ojos no se ven más que arcos rotos, sillares oscuros y carcomidos: aquí un lienzo de barbacana, entre cuyas hendiduras nace la hiedra; allí un torreón, que aún se tiene en pie como por milagro; más allá los postes de argamasa, con las anillas de hierro que sostenían el puente colgante.
Durante mi estancia en los baños, ya por hacer ejercicio que, según me decían, era conveniente al estado de mi salud, ya arrastrado por la curiosidad, todas las tardes tomaba entre aquellos vericuetos el camino que conduce a las ruinas de la fortaleza árabe, y allí me pasaba las horas y las horas escarbando el suelo por ver si encontraba algunas armas, dando golpes en los muros para observar si estaban huecos y sorprender el escondrijo de un tesoro, y metiéndome por todos los rincones con la idea de encontrar la entrada de algunos de esos subterráneos que es fama existen en todos los castillos de los moros.
Mis diligentes pesquisas fueron por demás infructuosas.
Sin embargo, una tarde en que, ya desesperanzado de hallar algo nuevo y curioso en lo alto de la roca sobre que se asienta el castillo, renuncié a subir a ella y limité mi paseo a las orillas del río que corre a sus pies, andando, andando a lo largo de la ribera, vi una especie de boquerón abierto en la peña viva y medio oculto por frondosos y espesísimos matorrales. No sin mi poquito de temor separé el ramaje que cubría la entrada de aquello que me pareció cueva formada por la Naturaleza y que después que anduve algunos pasos vi era un subterráneo abierto a pico. No pudiendo penetrar hasta el fondo, que se perdía entre las sombras, me limité a observar cuidadosamente las particularidades de la bóveda y del piso, que me pareció que se elevaba formando como unos grandes peldaños en dirección a la altura en que se halla el castillo de que ya he hecho mención, y en cuyas ruinas recordé entonces haber visto una poterna cegada. Sin duda había descubierto uno de esos caminos secretos tan comunes en las obras militares de aquella época, el cual debió de servir para hacer salidas falsas o coger durante el sitio, el agua del río que corre allí inmediato.
Para cerciorarme de la verdad que pudiera haber en mis inducciones, después que salí de la cueva por donde mismo había entrado, trabé conversación con un trabajador que andaba podando unas viñas en aquellos vericuetos, y al cual me acerqué so pretexto de pedirle lumbre para encender un cigarrillo.
Hablamos de varias cosas indiferentes; de las propiedades medicinales de las aguas de Fitero, de la cosecha pasada y la por venir, de las mujeres de Navarra y el cultivo de las viñas; hablamos, en fin, de todo lo que al buen hombre se le ocurrió, primero que de la cueva, objeto de mi curiosidad.
Cuando, por último, la conversación recayó sobre este punto, le pregunté si sabía de alguien que hubiese penetrado en ella y visto su fondo.
-¡Penetrar en la cueva de la mora! -me dijo como asombrado al oír mi pregunta-. ¿Quién había de atreverse? ¿No sabe usted que de esa sima sale todas las noches un ánima?
-¡Un ánima! -exclamé yo sonriéndome-. ¿El ánima de quién?
-El ánima de la hija de un alcaide moro que anda todavía penando por estos lugares, y se la ve todas las noches salir vestida de blanco de esa cueva, y llena en el río una jarrica de agua.
Por la explicación de aquel buen hombre vine en conocimiento de que acerca del castillo árabe y del subterráneo que yo suponía en comunicación con él, había alguna historieta; y como yo soy muy amigo de oír todas estas tradiciones, especialmente de labios de la gente del pueblo; le supliqué me la refiriese, lo cual hizo, poco más o menos, en los mismos términos que yo a mi vez se la voy a referir a mis lectores.
II
Cuando el castillo del que ahora sólo restan algunas informes ruinas, se tenía aún por los reyes moros, y sus torres, de las que no ha quedado piedra sobre piedra, dominaban desde lo alto de la roca en que tienen asiento todo aquel fertilísimo valle que fecunda el río Alhama, ocurrió junto a la villa de Fitero una reñida batalla, en la cual cayó herido y prisionero de los árabes un famoso caballero cristiano, tan digno de renombre por su piedad como por su valentía.
Conducido a la fortaleza y cargado de hierros por sus enemigos, estuvo algunos días en el fondo de un calabozo luchando entre la vida y la muerte hasta que, curado casi milagrosamente de sus heridas, sus deudos le rescataron a fuerza de oro.
Volvió el cautivo a su hogar; volvió a estrechar entre sus brazos a los que le dieron el ser. Sus hermanos de armas y sus hombres de guerra se alborozaron al verle, creyendo la llegada de emprender nuevos combates; pero el alma del caballero se había llenado de una profunda melancolía, y ni el cariño paterno ni los esfuerzos de la amistad eran parte a disipar su extraña melancolía.
Durante su cautiverio logró ver a la hija del alcaide moro, de cuya hermosura tenía noticias por la fama antes de conocerla; pero cuando la hubo conocido la encontró tan superior a la idea que de ella se había formado, que no pudo resistir a la seducción de sus encantos, y se enamoró perdidamente de un objeto para él imposible.
Meses y meses pasó el caballero forjando los proyectos más atrevidos y absurdos: ora imaginaba un medio de romper las barreras que lo separaban de aquella mujer; ora hacía los mayores esfuerzos para olvidarla; ya se decidía por una cosa, ya se mostraba partidario de otra absolutamente opuesta, hasta que al fin un día reunió a sus hermanos y compañeros de armas, mandó llamar a sus hombres de guerra, y después de hacer con el mayor sigilo todos los aprestos necesarios, cayó de improviso sobre la fortaleza que guardaba a la hermosura, objeto de su insensato amor.
Al partir a esta expedición, todos creyeron que sólo movía a su caudillo el afán de vengarse de cuanto le habían hecho sufrir aherrojándole en el fondo de sus calabozos; pero después de tomada la fortaleza, no se ocultó a ninguno la verdadera causa de aquella arrojada empresa, en que tantos buenos cristianos habían perecido para contribuir al logro de una pasión indigna.
El caballero, embriagado en el amor que al fin logró encender en el pecho de la hermosísima mora, ni hacía caso de los consejos de sus amigos, ni paraba mientes en las murmuraciones y las quejas de sus soldados. Unos y otros clamaban por salir cuanto antes de aquellos muros, sobre los cuales era natural que habían de caer nuevamente los árabes, repuestos del pánico de la sorpresa.
Y en efecto, sucedió así: el alcaide allegó gentes de los lugares comarcanos; y una mañana el vigía que estaba puesto en la atalaya de la torre bajó a anunciar a los enamorados amantes que por toda la sierra que desde aquellas rocas se descubre se veía bajar tal nublado de guerreros, que bien podía asegurarse que iba a caer sobre el castillo la morisma entera.
La hija del alcaide se quedó al oírlo pálida como la muerte; el caballero pidió sus armas a grandes voces, y todo se puso en movimiento en la fortaleza. Los soldados salieron en tumulto de sus cuadras; los jefes comenzaron a dar órdenes; se bajaron los rastrillos; se levantó el puente colgante, y se coronaron de ballesteros las almenas.
Algunas horas después comenzó el asalto.
Al castillo con razón podía llamarse inexpugnable. Sólo por sorpresa, como se apoderaron de él los cristianos, era posible rendirlo. Resistieron, pues, sus defensores, una, dos y hasta diez embestidas.
Los moros se limitaron, viendo la inutilidad de sus esfuerzos, a cercarlo estrechamente para hacer capitular a sus defensores por hambre.
El hambre comenzó, en efecto, a hacer estragos horrorosos entre los cristianos; pero sabiendo que, una vez rendido el castillo, el precio de la vida de sus defensores era la cabeza de su jefe, ninguno quiso hacerle traición, y los mismos que habían reprobado su conducta, juraron perecer en su defensa.
Los moros, impacientes: resolvieron dar un nuevo asalto al mediar la noche. La embestida fue rabiosa, la defensa desesperada y el choque horrible. Durante la pelea, el alcaide, partida la frente de un hachazo, cayó al foso desde lo alto del muro, al que había logrado subir con ayuda de una escala, al mismo tiempo que el caballero recibía un golpe mortal en la brecha de la barbacana, en donde unos y otros combatían cuerpo a cuerpo entre las sombras.
Los cristianos comenzaron a cejar y a replegarse. En este punto la mora se inclinó sobre su amante que yacía en el suelo moribundo, y tomándole en sus brazos con unas fuerzas que hacían mayores la desesperación y la idea del peligro, lo arrastró hasta el patio de armas. Allí tocó a un resorte, y, por la boca qué dejó ver una piedra al levantarse como movida de un impulso sobrenatural, desapareció con su preciosa carga y comenzó a descender hasta llegar al fondo del subterráneo.
III
Cuando el caballero volvió en sí, tendió a su alrededor una mirada llena de extravío, y dijo: -¡Tengo sed! ¡Me Muero! ¡Me abraso!- Y en su delirio, precursor de la muerte, de sus labios secos, por los cuales silbaba la respiración al pasar, sólo se oían salir estas palabras angustiosa: -¡Tengo sed! ¡Me abraso! ¡Agua! ¡Agua!
La mora sabía que aquel subterráneo tenía una salida al valle por donde corre el río. El valle y todas las alturas que lo coronan estaban llenos de soldados moros, que una vez rendida la fortaleza buscaban en vano por todas partes al caballero y a su amada para saciar en ellos su sed de exterminio: sin embargo, no vaciló un instante, y tomando el casco del moribundo, se deslizó como una sombra por entre los matorrales que cubrían la boca de la cueva y bajó a la orilla del río.
Ya había tomado el agua, ya iba a incorporarse para volver de nuevo al lado de su amante, cuando silbó una saeta y resonó un grito.
Dos guerreros moros que velaban alrededor de la fortaleza habían disparado sus arcos en la dirección en que oyeron moverse las ramas.
La mora, herida de muerte, logró, sin embargo, arrastrarse a la entrada del subterráneo y penetrar hasta el fondo, donde se encontraba el caballero. Éste, al verla cubierta de sangre y próxima a morir, volvió en su corazón; y conociendo la enormidad del pecado que tan duramente expiaban; volvió los ojos al cielo, tomó el agua que su amante le ofrecía, y sin acercársela a los labios, preguntó a la mora: -¿Quieres ser cristiana? ¿Quieres morir en mi religión, y si me salvo salvarte conmigo? La mora, que había caído al suelo desvanecida con la falta de la sangre, hizo un movimiento imperceptible con la cabeza, sobre la cual derramó el caballero el agua bautismal, invocando el nombre del Todopoderoso.
Al otro día, el soldado que disparó la saeta vio un rastro de sangre a la orilla del río, y siguiéndolo, entró en la cueva, donde encontró los cadáveres del caballero y su amada, que aún vienen por las noches a vagar por estos contornos.
domingo, 1 de octubre de 2023
CAVALLERIA RUSTICANA, Intermezzo
sábado, 30 de septiembre de 2023
EL CIELO NOCTURNO, OCTUBRE 2023
Luna del 28-09-2023. #lalunadesdeelbalcón |
- PLANETAS: Mercurio es visible sobre el horizonte E minutos antes de que empiece a clarear durante la primera semana. Venus es visible desde antes del alba durante todo el mes. Marte, excepto los primeros días de octubre al anochecer, deja de verse pues se traslada por el cielo cada vez más coincidente con el camino del sol. Júpiter es visible prácticamente toda la noche y mañana, día 1, estará a menos de 3º de la Luna, como aparece en la imagen que hay bajo estas líneas (los puntitos alrededor de Júpiter son sus satélites, visibles con prismáticos). Saturno es visible durante algo más de la primera parte de la noche, pero a medida que avanza el mes va adelantando su ocaso.
Fuente: Stellarium |
- LUNA: Día 14, luna nueva; día 28, luna llena, y ese mismo día podremos ver un pequeño eclipse parcial de Luna que será visible en toda España.
- ECLIPSE SOLAR: El 14 de octubre se producirá un eclipse parcial que se verá bien en la mayor parte del continente americano, y de manera parcial en las Canarias más occidentales.
- LLUVIA DE ESTRELLAS: Las dracónidas alcanzarán su mejor momento durante la noche del 8 al 9.
- SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí o en la web de Stellarium.
DIÁLOGO CON LA NATURALEZA, Ángel Peris Cuesta
viernes, 29 de septiembre de 2023
YA SOMOS EL OLVIDO QUE SEREMOS (Borges)
I
Encorvados los hombros, abrumado
por su testa de toro, el vacilante
Minotauro se arrastra por su errante
laberinto. La espada lo ha alcanzado
y lo alcanza otra vez, Quien le dio muerte
no se atreve a mirar al que fue toro
y hombre mortal, en un ayer sonoro
de hexámetros y escudos y del fuerte
batallar de los héroes. Ilusoria
fue tu aventura, trágico Teseo;
de la bifronte sombra la memoria
no ha borrado las aguas el Leteo.
Sobre los siglos y las vanas millas
ésta da horror a nuestras pesadillas.
II
Me pesan los ejércitos de Atila,
las lanzas del desierto y las murallas
de Nínive, ahora polvo; las batallas
y la gota del tiempo que vacila
y cae en la clepsidra silenciosa
y el árbol secular donde clavada
por Odín fue la hoja de la espada
y cada rosa y cada primavera
de Nishapur. Me abruman las auroras
que son y fueron los ponientes,
el amor y Tiresias y las serpientes
las noches y los días y las horas.
gravitan sobre la sombra que soy.
La carga del pasado es infinita.
III
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.
IV
Los ordenes de libros guardan fieles
en la alta noche el sitio prefijado.
El último volumen ha ocupado
el hueco que dejó en los anaqueles.
Nadie en la vasta casa. Ni siquiera
el eco de una luz en los cristales
ni desde la penumbra los casuales
pasos de vaga gente por la acera.
Y sin embargo hay algo que atraviesa
lo sólido, el metal, las galerías,
las firmes cosas, las alegorías
el invisible tiempo que no cesa,
que no cesa y que apenas deja huellas.
Ese alto río roe las estrellas.
V
¡Cuántas cosas hermosas! Los confines
de la aurora del Ganges, la secreta
alondra de la noche de Julieta.
El pasado está hecho de jardines.
Los amantes, las naves, la curiosa
enciclopedia que nos brinda ayeres,
los ángeles del gnóstico, los seres
que soñó Blake, el ajedrez, la rosa,
El cantar de los cantares del hebreo,
son la flor que florece en el desierto
de la atroz Escritura, el mar abierto
del álgebra y las formas de Proteo.
Quedan aún tantas estrellas.
Suspendo aquí esta vana astronomía.
jueves, 28 de septiembre de 2023
ARKAITZ BARRIOLA EN CENTRO CULTURAL AIETE
Copio el texto de presentación que el propio Arkaitz Barriola ha redactado para la página web de Galtzagorri Elkartea:
Licenciado en Periodismo y Bellas Artes, siempre me ha apasionado contar historias ya sea con palabras o imágenes. Comencé mi andadura profesional como grafista en EITB. Tras 4 años creé el estudio de diseño BIT&MINA y desde entonces me dedico exclusivamente al diseño, la ilustración y proyectos de comunicación. Lo que más me apasiona, como ya he dicho, es dibujar y animar.
Como ilustrador he participado en varios proyectos: Ilustraciones de la presentación de Donostia 2016, calendarios de HABE, Ilustraciones para el libreto Su haietatik hitz hauek de la Asociación de Escritores, libros de texto para EDEBE, etc. He ilustrado y animado las postales navideñas de EITB y he realizado el video promocional del álbum Besarkada de Uxue Alberdi y Maite Gurrutxaga. Han pasado 16 años desde que creé el estudio, años felices llenos de ilustraciones y animaciones.
Bibliografía:
- Ilustraciones de la presentación de Donostia 2016.
- Ilustraciones en libros de texto de primaria para EDEBE.
- Ilustraciones para el libreto Su haietatik hitz hauek de la Asociación de Escritores.
- Dirección, edición y algunas ilustraciones para este proyecto: www.klasikoentxokoa.com
- Maquetación e ilustraciones para el libreto de Gabril Celaya.
- Cuentos de navidad para EITB.
- Campañas para Haurtzaro Ikastola.
- Calendario para HABE.
- Ilustraciones para la revista Zehar de Sabin Etxea.