Se plantean los autores el arte como una herramienta que puede ayudarnos en un sentido terapéutico y así hablan de siete funciones que el arte deberá cumplir: recordar, alimentar la esperanza, combatir la tristeza, reequilibrarnos, ayudarnos en la autocomprensión, favorecer el crecimiento personal y mejorar la apreciación. La respuesta acerca arte la buscan más allá del placer estético o intelectual.
Sostienen, por tanto, que deberíamos recuperar la idea de definir un programa artístico y que este programa habría de enfocarse hacia fines estrictamente humanos. Los artistas serían invitados a seguir una misión didáctica: ayudar a la humanidad en su búsqueda por el autoconocimiento, la empatía, el consuelo, la esperanza, la autoaceptación y la realización. Las preguntas "¿de qué se trata el arte?" y "¿para qué sirve el arte?" ya no serían opacas.
De acuerdo con esta idea principal, articulan el texto en torno a cinco grandes temas: metodología, amor, naturaleza, dinero y política, y van dando respuesta a preguntas tan cruciales como singulares. Os dejo algunas: ¿Cómo es ser un buen amante?, La importancia del sur y anticipar el otoño (con respecto al tema de la naturaleza), El arte como guía para la reforma del capitalismo, ¿A qué debería apuntar el arte político?, ¿En quién deberíamos tratar de convertirnos?
Como podéis sospechar, no es una propuesta que pueda dejar indiferente a nadie, ni tampoco se trata de un texto que pretenda mantenerse al margen de la discusión sobre el sentido del arte y el papel que debe jugar. Los autores van más allá de eso que podríamos entender como consolaciones, a la manera en que Boecio redactó su celebre Consolación de la filosofía.