Montaigne es el primer ensayista de la historia, porque es él quien inventa el género, el término y lo pone en práctica por primera vez. De hecho, los manuales de filosofía se ocupan, en general, muy poco de él. Mucho más espacio le dedican, en cambio, los de literatura. Sin duda, es un ecritor genial que reflexiona sobre el ser humano a partir de sí mismo —Yo mismo soy la materia de mi libro—.
Emerson dijo que era el más franco y el más honrado de los escritores. Lo que no es mal piropo. Harold Bloom, que sigue siendo con mucho el mejor ensayista personal. Tampoco está mal. Störig añade: En Montaigne encontramos esa rara y dichosa consonancia de profundidad del pensamiento, perspicacia de la observación y elegancia de la expresión. Esto puede parecer un poco escaso al lado de los anteriores, pero ya les gustaría a otros muchos pensadores ser objeto de tal apreciación.
Sea como fuere, tampoco tenemos por qué fiarnos de lo que digan los expertos. Lo mejor es leerlo por nosotros mismos, disfrutar con sus palabras si nos gustan, o dejar el libro a un lado si es que no nos complace. Lo bueno que tiene el genial francés es que podemos leerlo a saltos y a cachos sin que sufra lo más mínimo su obra, porque está compuesta por 107 breves ensayos independientes, algunos tan breves como un artículo de opinión.
En cualquier caso, sí creo que es una lectura para personas de una cierta edad más que para jóvenes. También creo que puede resultar una lectura muy grata porque Montaigne tiene siempre un tono de proximidad que hace que lo sintamos como alguien conocido con quien estamos conversando. Nunca nos sentimos rechazos, tal y como ocurre con otros pensadores cuyo saber nos apabulla o su oscuridad nos pone límites. Y, además, es un tipo más bien optimista, engalanado de la alegría de vivir.
Otro aliciente para acercarse a su obra es que está plagada de frases brillantes, sentencias y aforismos, de esas que decidimos copiar en algún cuaderno para que no se nos olviden, aunque luego siempre las olvidemos. Podéis hacer la prueba tecleando en Google y veréis cuántas aparecen. Pero lo mejor es irlas descubriendo uno mismo e ir comprobando que tampoco están todas, ni mucho menos, regogidas el memorión de san google.
Y si mis palabras no os animan a engacharos con el filósofo más doméstico y amable que conozco, aquí tenéis el vídeo que elaboró Botton después de escribir su exitoso libro Las consolaciones de la filosofía, donde nos recuerda cómo la lectura de Montaigne puede valernos, incluso, para trabajar la autoestetima si es que la tenemos algo baja.
En este enlace os dejo una traducción colocada en el cervantesvirtual.com libre de derechos, por eso de si queréis echar un vistazo antes de animaros a leerlo.