El domingo a las 10 de la mañana aún quedaba una fina niebla pegada a las laderas de la sierra de Aizkorri, pero pronto el cielo azul se hizo dueño y señor de toda la mañana.
Antes de visitar el palacio Lazarraga, que era el objetivo principal de mi visita, pude ver el interior de la iglesia, pues tuve la suerte de coincidir con quien la iba a abrir, quien, además, se prestó a ofrecer todo tipo de explicaciones.
Lo más destacado del interior de la Iglesia de san Saturnino de Tolosa, patrón del pueblo, es el retablo, que está dedicado a este personaje procedente de la Galia.
Retablo de san Saturnino |
No sé si la leyenda o si la historia cuenta que san Saturnino (san Sernín, san Cernín) estuvo predicando en Pamplona y ahí bautizó a Fermín y a sus padres. Este Fermín será luego el santo bajo cuya advocación se celebran las fiestas tal vez más famosas de toda la península. Cuento esto porque hay cierta confusión entre ambos personajes. Pero volvamos a Saturnino.
Se cuenta, y así aparece recogido en la primera calle del primer piso que fue muerto porque lo ataron a un toro al que espolearon para que saliera corriendo mientras arrastraba el cuerpo del que ya entonces era obispo de Tolosa (Francia). Cuando el toro dejó de correr, Saturnino ya estaba muerto. Y todo eso porque se negó a participar en el sacrificio de ese toro a Júpiter.
Apresamiento |
Cuando le atan al toro |
Fijaos en la nítida sombra que proyecta el edificio de la iglesia |
Entre todas ellas destaca, claro, el palacio de Lazarraga, que tiene una espléndida fachada, donde luce una portada plateresca adintelada y flanqueada por dos pares de columnas jónicas, que recuerda mucho la disposición de la del Colegio del Arzobispo Fonseca de Salamanca. Sobre ella, un sobredimensionado escudo de los Lazarraga-Lecea flanqueado por columnas y dos grandes estatuas de soldados portaestandartes.
y uno de los documentos (reproducción, claro) más importantes de la cultura vasca, como es el manuscrito de Lazarraga, el libro en lengua vasca más antiguo del País Vasco peninsular y solo veinte años después del famoso Linguae vasconum primitiae, de Etxepare.
Para finalizar, una sala recoge las maquetas de todas las construcciones de Zalduendo (en la fotografía no están recogidas todas).
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