El Museo San Telmo no es el Louvre, ni el Prado, ni el Guggenheim, ni el Bellas Artes de Bilbao, y yo lo agradezco, porque eso me permite frecuentarlo con la enorme tranquilidad que da disfrutar de sus obras maestras sin ningún tipo de agobio ni espacial ni temporal. Y no es solamente poder disfrutar de lo expuesto en las salas en silencio y sin que te empujen. Es poder deleitarme con cuantas actividades organiza, que son muchas y variadas. Podéis comprobarlo en el enlace a las que tienen en este momento: Agenda completa.
Pero yo hoy solo quería dejar aquí un breve testimonio de alguna de las obras que a mí más me gustan de este entrañable y acogedor museo. Hay muchas más, pero de momento y para no abrumar a nadie, recomiendo estas siete, que se mueven entre el realismo y el arte de vanguardia.
Ah, y si esta entrada promueve vuestras ganas de visitar el museo, id de a poquitos, no sea que esté dentro ese día. Es que las multitudes me agobian. Gracias. ***
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