jueves, 29 de diciembre de 2022

REFLEJOS NAVIDEÑOS


 Según la convicción política, religiosa o económica que se tenga vemos la iluminación navideña como una manifestación del capitalismo, del espíritu navideño cristiano o como un estímulo para incitar al gasto. Incluso hay quien las ve como una mezcla de las tres, que confluirían en el mismo objetivo. Esto, claro, no explica por qué en sociedades que no comparten el credo capitalista ni el cristiano, ni tienen nada que vender a su alrededor, también utilizan adornos luminosos. Y mucho menos explica el encendido de velas, antorchas, fogatas y demás en sociedades precapitalistas, precristianas y prerracionalistas.

Hace mucho tiempo que dejamos de ser paganos y abandonamos, afortunadamente, miedos ancestrales a la oscuridad, a la noche, a los apagados días del invierno. Hoy, de todo eso no nos queda nada más que algunas costumbres bastante escondidas, algunas obras de arte y un puñado de películas de terror que siguen jugando con nuestros temores más secretos e inconscientes. El simbolismo de la luz y la ancestral creencia en que el encendido de fuegos ayudaba al retorno de las diosas que se ocupaban de la vida, del divino Sol y de la fertilidad se ha perdido hace mucho tiempo y solo aparece en las páginas de los libros de antropología, etnografía, creencias antiguas, costumbres milenarias, mitología, psicología profunda y otras disciplinas.

A mí, agnóstico confeso y racionalista practicante, la ambientación de vivos colores y lucecitas vibrantes me gusta como elemento decorativo. Y entiendo que se coloca para que la veamos irradiar durante la noche, que es cuando sale el gentío a pasear y hacerse fotos —ciudades hay que la utilizan como reclamo turístico, es decir, económico—. El caso es que un buen día de sol invernal y mañanero vi que todo ese despliegue ornamental, a contraluz, lucía bien entre los rayos del sol que producían algunos reflejos muy interesantes. Solo se necesitaba un buen zoom, que el sol saliera y estar allí en ese momento. Y el momento llegó la semana pasada. 

Es evidente que las luces navideñas de la ciudad se colocan para ser vistas cuando están encendidas. Esa es su función y para eso, entre otras cosas, se ponen; pero yo me eché a la calle porque no me parece que estén exentas de belleza las imágenes de unas luces que incluso apagadas vibran con la luz natural. 



Si queréis ver unas cuantas más, en este enlace están todas cuantas hice el sábado pasado.

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