Editorial |
Charles Van Doren escribe en su Breve historia del leer: Cuando William Blake falleció en 1827, fue enterrado en una tumba sin inscripción. Este anonimato era simbólico de la soledad que le había correspondido en suerte durante la mayor parte de su vida. Publicó varios libros, pero ninguno de ellos convenció a un público que carecía por completo de todo conocimiento de su grandeza como poeta, artista y hombre; y durante casi cien años más fue un autor apenas leído ni estudiado. William Butler Yeats contribuyó a publicar una edición anotada de las obras mayores de Blake en 1893, y T.S.Eliot incluyó un ensayo sobre él en El bosque sagrado (1920), que invitó a muchos lectores (muchos más de los que lo habían leído hasta entonces) a acercarse a Blake como un autor valioso. El centenario de su muerte, en 1927, acarreó la publicación de una multitud de artículos, ediciones y estudios. Hoy Blake forma parte indudable del panteón más selecto de la poesía inglesa (p 306).
Además, Blake está muy bien publicado y traducido en castellano. Los libros proféticos de Atalanta son magníficos, y son la primera edición completa bilingüe y con todas sus imágenes en color. El sustancioso prólogo es de Patrick Harpur; la traducción, de Bernardo Santano Moreno.
Editorial. Ejemplar del KM |
Para bolsillos menos pudientes, siempre está la muy austera edición de Orbis, de 1986, que fue una cesión de la traducción publicada seis maños antes por Libros Río Nuevo.
En Iberlibro |
Editorial. Ejemplar del KM |
Podéis encontrar una brevísima colección de poemas en amediavoz.com y en ciudadseva.com.
Un personaje enigmático, Blake. Su pintura me gusta bastante y sus escritos no se hasta que punto estamos ante la genialidad o más bien ante la locura, bastantes veces mezcladas.
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