viernes, 28 de octubre de 2022

RAREZAS, VANGUARDIAS Y OTROS ARTEFACTOS

Páginas 140 y 141 de Guillaume Apollinare, Caligramas, Cátedra.

 Habrá que decirlo más veces y más a menudo, los caligramas no son una creación de Apollinaire, aunque él sea el más famoso caligramista de la historia de la poesía porque, entre otras cosas, publicó un libro de poemas con ese título y, sobre todo, porque es el único al que se menciona como tal en los libros de bachiller. 

Un poco antes, pero en la misma época, Vicente Huidobro ya construía creaciones similares bajo el epígrafe de Japonerías de estío. Aparecieron en el poemario Canciones en la noche (Chile, 1913). Era la época de la vanguardias y no había poeta que se preciara que no tratara de inventar el mundo cada día.  
Página 214 de Vicente Huidobro, Obra poética, Allca XX.

Lo cierto es que esa manera de presentar un texto en el que la versificación imita en su disposición las formas a las que alude no es, repito, un invento del poeta francés, ni tampoco de las vanguardias literarias de principios del siglo XX. Durante la época barroca hubo cierta costumbre, especialmente en Alemania, pero no solo allí, de presentar algo así como tarjetas de celebración bajo formas caligramáticas. Esta hermosa copa de Friedrich von Zesen es un preclaro ejemplo:

Página 234 de La literatura alemana a través de sus textos, Cátedra.

Pero la elaboración de caligramas viene de más lejos, de mucho más lejos. Simias de RodasTeócrito y también sus seguidores ya componían τεχνοπαíγνια (tecnopecnias, "poemas figura"), que estaban confeccionadas con versos de variadas longitudes para reproducir gráficamente el objeto al que se referían. Por ejemplo, este titulado Siringa:

Fernando Conde Torres, si tenéis curiosidad, ofrece una traducción.

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