sábado, 23 de octubre de 2021

TORRE DE LOS VARONA (Villanañe, Álava)

En recuerdo de Micaela Portilla.

Fachada este.


Hace unos diez días estuve en el encantador Parque Natural de Valderejo. Como fui con unos amigos que no conocían la zona, a la vuelta paramos en Tuesta (la portada de su iglesia merece ella sola una excursión) y en Villanañe. Aquí los llevé a ver la Torre de los Varona —por cierto, es visitable los fines de semana—.

De ella me interesaba mostrarles, sobre todo, la leyenda que justifica el cambio en la grafía del apellido y que prácticamente cuanto sabemos de la casa-torre y sus avatares se debe al trabajo de investigación de Micaela Portilla (Torres y casas fuertes en Álava), de quien me siento orgulloso de haberla tenido como profesora.

Fachada oeste. La fuente está presidida por la efigie de "La Varona", espada en mano.

Pero vamos con la leyenda:

Aunque el origen de la familia se remontan al siglo VIII, los primeros documentos sobre la familia aparecen en el XII y hacen referencia a Miguel Pérez de Barahona. Con "b" y dos aes y "h" intercalada. Cuenta la historia que una descendiente de la casa, María Pérez, luchó junto al rey Alfonso I el Batallador en una campaña a la que ella se había sumado, la cual, gracias a su empuje y bravura, resultó victoriosa. Pero ella combatía disfrazada de hombre. Cuando el rey descubrió que era una mujer, decidió que a partir de entonces los hombres de la familia se llamaran Rodrigo y se apellidaran Varona.

Esta es la leyenda que se cuenta en tierras alavesas; en cambio, si nos vamos a Soria, podemos encontrar otra versión que va un poco (o un mucho) más allá:

Los hechos se sitúan en la época de los enfrentamientos entre Castilla y Aragón. Los hermanos de María, partidarios del bando castellano, se apuntaron a la lucha y quisieron dejar a su hermana en casa, pero ella se puso armadura y se apuntó a la batalla. En el fragor de la misma, se encontraron María y Alfonso frente a frente. En el fragor de la pelea, a ella se le llegó a partir la espada, aun así resultó vencedora y el rey su prisionero. Cuando se alzaron las viseras y se descubrió quién era cada cual, vino la sorpresa de Alfonso y lo del cambio del apellido.

Además, y por rematar la peculiar historia de la familia, mi querida profesora hacía notar en su Torres y casas fuertes en Álava que es un hecho único en el mundo la existencia de una familia que durante doce siglos siga viviendo y acumulando datos desde que se inició la estirpe.

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