"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
jueves, 17 de octubre de 2024
AVISO SOBRE EL CALENDARIO Y LAS TERTULIAS 2024/25
lunes, 9 de septiembre de 2024
ABIERTO EL PLAZO PARA INSCRIBIRSE EN LAS TERTULIAS
Ya está abierto el plazo para inscribirse esta temporada en la tertulia poética/taller de poesía cuyo calendario es el siguiente:
FECHA | TÍTULO | |
1 | OCTUBRE | J. Hernández (1834-1886) |
5 | NOVIEMBRE | Bécquer (1836-1870) |
3 | DICIEMBRE | R. de Castro (1837-1885) |
7 | ENERO | Verlaine (1844-1896) |
4 | FEBRERO | Rimbaud (1854-1891) |
4 | MARZO | Mallarmé (1842-1898) |
1 | ABRIL | J. Martí (1853-1895) |
6 | MAYO | Salvador Díaz Mirón (1853-1928) |
3 | JUNIO | José Asunción Silva (1865-1896) |
sábado, 6 de julio de 2024
TERTULIAS 2024-2025
Acabo de enviar a la biblioteca el listado de poetas que nos tendrán ocupado el tiempo de la próxima temporada.
FECHA |
TÍTULO |
|
1 |
OCTUBRE |
J. Hernández (1834-1886) |
5 |
NOVIEMBRE |
Bécquer (1836-1870) |
3 |
DICIEMBRE |
R. de Castro (1837-1885) |
|
|
|
7 |
ENERO |
Verlaine (1844-1896) |
4 |
FEBRERO |
Rimbaud (1854-1891) |
4 |
MARZO |
Mallarmé (1842-1898) |
1 |
ABRIL |
J. Martí (1853-1895) |
6 |
MAYO |
Salvador Díaz Mirón (1853-1928) |
3 |
JUNIO |
José Asunción Silva (1865-1896) |
martes, 21 de mayo de 2024
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Editorial |
El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,
un pensamiento puro
en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes
como burbujas de oro de un viejo vino oscuro.
Allí verted las flores que en la continua lucha
ajó del mundo el frío,
recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven
y nardos empapados en gotas de rocío.
Para que la existencia mísera se embalsame
cual de una esencia ignota,
quemándose en el fuego del alma enternecida
¡de aquel supremo bálsamo basta una sola gota!
Hoy tocaba Nietzsche, pero nos hemos tomado un descanso y lo aprovecho para continuar difundiendo poesía escrita en Latinoamérica, que por aquí es poco conocida.
A José Asunción Silva (1865-1896) le dediqué hace tres semanas la sección Un libro, un poema y dejé grabado el poema que sus exégetas consideran su poema más representativo. Hoy voy a dedicarle esta entrada para dejar alguna nota sobre su biografía y un par de poemas.
Silva representa, como señala Eduardo Camacho Guizado (Historia de la literatura hispanoamericana), el conflicto entre arte y burguesía, es decir, entre lo que la sociedad demanda y el corazón quiere. Hijo de una familia de la aristocracia criolla —su padre es un próspero comerciante de artículos de lujo—, su sensibilidad le inclina hacia quehaceres muy diferentes a los de la actividad mercantil. Viaja a París y en la entonces capital del mundo queda deslumbrado por el gigantesco banquete cultural que allí se ofrece. Pero pronto tiene que volver para ocuparse del negocio familiar. El choque entre la realidad y el deseo es brutal. El negocio irá de mal en peor y, al no poder hacer frente a los acreedores, decide suicidarse.
31 años vividos no dan para una obra muy extensa. De hecho, entre los títulos que nos dejó solamente uno, El libro de versos, está ordenado por él. Tanto el libro de poemas Gotas amargas, como la novela De sobremesa, fueron editados y organizados póstumamente por sus amistades. Luego están los poemas de juventud y otros de madurez que los editores suelen recoger bajo títulos diversos.
Silva está considerado por sus compatriotas como el poeta colombiano más destacado. De su práctica poética se puede decir que se encuentra a medio camino entre el ambiente romántico y los aires modernistas que ya comenzaban a dejarse notar.
LOS MADEROS DE SAN JUAN
Aserrín,
aserrán
los maderos
piden queso,
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique,
los de triqui,
Y en las rodillas duras y firmes de la abuela,
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos agitados y trémulos están,
la abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.
Los maderos
piden queso,
¡triqui, triqui,
Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia
y sus cabellos blancos como la nieve están.
De un gran dolor el sello marcó la frente mustia
y son sus ojos turbios espejos que empañaron
los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán.
Los de Roque,
¡triqui, triqui,
Mañana cuando duerma la anciana, yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están
del nieto a la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia
de aquella voz querida las notas vibrarán:
Los de Rique,
¡triqui, triqui,
Y en tanto en las rodillas cansadas de la abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos conmovidos y trémulos están,
la Abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.
Aserrín,
aserrán
los maderos
piden queso,
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique,
los de triqui,
Junto a la cuna aún no está encendida
la lámpara tibia, que alegra y reposa,
y se filtra opaca, por entre cortinas
de la tarde triste la luz azulosa.
Los niños cansados suspenden los juegos,
de la calle vienen extraños ruïdos,
en estos momentos, en todos los cuartos,
se van despertando los duendes dormidos.
La sombra que sube por los cortinajes,
para los hermosos oyentes pueriles,
se puebla y se llena con los personajes
de los tenebrosos cuentos infantiles.
Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.
En unas distancias enormes e ignotas,
que por los rincones oscuros suscita,
andan por los prados el Gato con Botas,
y el Lobo que marcha con Caperucita.
Y, ágil caballero, cruzando la selva,
do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
a escape tendido va el Príncipe Rubio
a ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.
Del infantil grupo se levanta leve
argentada y pura, una vocecilla,
que comienza: «Entonces se fueron al baile
y dejaron sola a la Cenicientilla;
se quedó la pobre triste en la cocina,
de llanto de pena nublados los ojos,
mirando los juegos extraños que hacían
en las sombras negras los carbones rojos.
Pero vino el Hada que era su madrina,
le trajo un vestido de encaje y crespones,
le hizo un coche de oro de una calabaza,
convirtió en caballos unos seis ratones,
le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
unos zapaticos de vidrio, brillantes,
y de un solo golpe de la vara mágica
las cenizas grises convirtió en diamantes»
Con atento oído las niñas la escuchan,
las muñecas duermen, en la blanda alfombra
medio abandonadas, y en el aposento
la luz disminuye, se aumenta la sombra
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
llenos de paisajes y de sugestiones,
que abrís a lo lejos amplias perspectivas
a las infantiles imaginaciones!
Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
y que vais, volando, por entre lo oscuro,
desde los potentes Arios primitivos,
hasta las enclenques razas del futuro.
Cuentos que repiten sencillas nodrizas
muy paso, a los niños, cuando no se duermen,
y que en sí atesoran del sueño poético
el íntimo encanto, la esencia y el germen.
Cuentos más durables que las convicciones
de graves filósofos y sabias escuelas,
y que rodeasteis con vuestras ficciones,
Las cunas doradas de las bisabuelas.
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas
que pobláis los sueños confusos del niño,
el tiempo os sepulta por siempre en el alma
y el hombre os evoca, con hondo cariño!
miércoles, 1 de mayo de 2024
UN LIBRO, UN POEMA (José Asunción Silva)
Una noche,
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,
Una noche,
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra,
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro,
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortüorias sábanas!
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas...!