domingo, 10 de julio de 2022

EL REY DE LOS ELFOS, GOETHE-SCHUBERT

Durante la época romántica y en los países de habla germana sobre todo, se produce la expansión de una forma musical, el lied (canción), que tiene sus raíces en la Edad Media, pero que será entonces cuando alcance un inmenso desarrollo. No hay compositor que se resista y tienen a su disposición un rico material textual que la poesía aporta para completar la labor. 

Este es uno de esos casos. El poema escrito por Goethe (1749-1832), que se basa en una balada danesa traducida poco antes por su amigo Herder (1744-1803), tendrá numerosas adaptaciones musicales. La más famosa, seguramente también la mejor y más atractiva, es la que realizó Schubert (1797-1828). 

Fuera del campo estricto del lied (pieza corta para solista acompañado por un piano) hay otra versión de este poema que me gusta tanto o más que la anterior. Se trata de la adaptación para oquesta que realizó Berlioz (1803-1869). Claro, competir con la sonora riqueza que aporta una orquesta es siempre difícil.

 

Si ya habéis escuchado un par de veces cada propuesta musical y os habéis dejado arrastrar por la belleza de la música —y la de las voces de sus intérpretes, Daniel Norman y Anne Sofie von Otter—, detengámonos un momento en las pabras del poeta (de las versiones que tengo, transcribo la de Xandru Fernández, Alba, 2021.)

EL REY DE LOS ELFOS

¿Quién cabalga tan tarde en la noche ventosa?
Es el padre, llevando a su hijo;
sostiene firme al muchacho en su brazos,
lo lleva bien agarrado y lo mantiene caliente.

"¿Por qué ocultas, 
hijo mío, tu rostro con temor?"
"¿No ves, padre, al rey de los elfos?
¿Al rey de los Elfos con su corona y su cola?"
"Hijo mío, es solo un jirón de niebla".

"Ven, querido niño, ven conmigo.
Hermosos juegos quiero jugar contigo.
La playa está cubierta de flores de colores.
Mi madre tiene vestidos dorados".

"¡Padre, padre! ¿No oyes
lo que el rey de los elfos me promete en susurros?"
"Cálmate, hijo, no pierdas la calma,
es el viento susurrando entre las hojas secas".

"¿Quieres, niño guapo, conmigo venir?
Mis hijas te darán una hermosa bienvenida;
mis hijas desfilan de noche
y te mecen y bailan y cantan para ti".

"¡Padre, padre! ¿No ves ahí
a las hijas del rey de los elfos en ese lugar oscuro?"
"Tan solo, hijo mío, veo lo que hay:
unos viejo sauces de color gris".

"Te quiero, tu hermosa figura me vuelve loco;
si no accedes, por la fuerza te arrancaré".
"¡Padre, padre! ¡Ahora me ha cogido!
¡El rey de los elfos me está haciendo daño!"

El padre se asusta, cabalga veloz.
Sostiene en sus brazos al niño que gime.
A casa llega con esfuerzo, agotado.
El niño ya había muerto en sus brazos.

¿Un simple cuento de hadas puesto en verso?
¿Muere el niño porque se lo lleva el rey de los elfos?
¿Sucumbe por la elevadísima fiebre?
¿Es el niño la representación de lo irracional y fantástico, mientras que el padre simboliza la racionalidad?
¿Por qué Nicholas Boyle dijo de este aparentemente simple poema que era uno de los poemas más aterradoramente eróticos de Goethe?
La poesía siempre está abierta a la posibilidad de varios significados. Puede, incluso, que quien lea hoy se acoja a uno y con el paso del tiempo a otro. O a todos simultáneamente. Goethe, en cualquier caso, nunca aclaró si lo que quería era recoger una leyenda o presentarnos una alegoría sobre racionalidad e irracionalidad, fantasía y realidad.

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Путин, немедленно останови войну!

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