Editorial |
El caso es que ando peleándome con su Don Juan y sus mil alusiones a través de juegos semánticos, latinismos, citas, juegos de palabras y demás artillería oculta que la edición que he enlazado no ofrece, y mientras estaba sumergido en el canto XII, una referencia me llevó a Shakespeare y desde allí a la versión que Joan Báez hizo del estupendo "So, we'll go no more a roving" (ahí lo tenéis en versión original) y que el poeta escribió en una carta dirigida a Thomas More en 1817.
Eso me llevó a un intercambio de desacuerdos domésticos en torno a la interpretación de una de las metáforas que Byron utiliza. Más tarde, el desacuerdo, siempre doméstico y cariñoso, se extendió a las versiones de Báez y de Cohen (podéis preguntar en casa cuál os parece más adecuada y cuál os gusta más, y si introducís la variante género en la resolución del asunto, os puede resultar un auténtico temazo).
Pues ahí estábamos ella y yo cuando no contentos con interpretaciones musicales, añadimos la cuestión un poco más peliaguada de la traducción. Estas son las dos que barajamos:
NO VOLVEREMOS A VAGAR
Así es, no volveremos a vagar
Tan tarde en la noche,
Aunque el corazón siga amando
Y la luna conserve el mismo brillo.
Pues así como la espada gasta su vaina,
Y el alma consume el pecho,
Asimismo el corazón debe detenerse a respirar,
E incluso el amor debe descansar.
Aunque la noche fue hecha para amar,
Y los días vuelven demasiado pronto,
Aún así no volveremos a vagar
A la luz de la luna.
Así es, no volveremos a vagar
Tan tarde en la noche,
Aunque el corazón siga amando
Y la luna conserve el mismo brillo.
Pues así como la espada gasta su vaina,
Y el alma consume el pecho,
Asimismo el corazón debe detenerse a respirar,
E incluso el amor debe descansar.
Aunque la noche fue hecha para amar,
Y los días vuelven demasiado pronto,
Aún así no volveremos a vagar
A la luz de la luna.
(Traducción: ¿María Alfaro, Poemas líricos, Editorial Hispánica, 1945?)
Entonces ya no vagaremos más
tan tarde por la noche,
aunque el corazón siga tan amante,
y siga tan clara la luna.
Pues la espada dura más que la vaina,
y el alma agota el pecho,
y el corazón tiene que detenerse y respirar
y el mismo amor tener descanso.
Aunque la noche fue hecha para amar,
y el día regresa demasiado pronto,
aún así, ya no vagaremos más
bajo la luz de la luna.
(Traducción: José María Martín Triana, Visor).
Y entonces surgió la queja y el acuerdo. La primera aparece en cientos de espacios internautas. No se indica quién la ha traducido, pero cuando alguien lo hace, tiene la desfachatez de decir que es suya (la traducción, no el poema). Por cierto, Byron tenía 29 años cuando andaba pidiendo un descanso en el amor. No es de extrañar que su Don Juan presente como protagonista a un jovenzuelo de 16 años.
Moraleja: no toméis nunca en serio una cita que no venga referenciada (procedencia, edición o página web, autoría, traducción...) y leed a Byron o, si lo preferís, su biografía. La muy entretenida de Luis Antonio de Villena seguro que no os defrauda.
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