miércoles, 4 de mayo de 2022

LIBROS PARA PENSAR LA PAZ, 9

Ejemplar del KM
Vuelvo al pensamiento filosófico, a las raíces de la paz, a todo aquello que sustenta nuestro comportamiento más próximo, amable y humano con el resto de la humanidad: el bien. Desde luego, nadie podrá negar que si la guerra es la práctica del mal absoluto, la práctica del bien es su contrario.

Este libro me llamó la atención por su título y por su autora. El título me parece elegante, extraordinario y eficaz; la autora, Murdoch, a la que solamente conocía como novelista, resulta que es una filósofa notable que, además, se atrevió a practicar filosofía a contracorriente de la que en su mundo, el mundo anglosajón, se practicaba, es decir, al margen de la corriente analítica. Me encantan estas sorpresas que me deparan las bibliotecas.

Dicho de forma rápida: La soberanía del bien es un libro de filosofía moral que recoge tres artículos publicados anteriormente, y que en su origen fueron redactados como conferencias: La idea de perfección, De Dios y del Bien, y La soberanía del bien sobre otros conceptos. Vienen precedidos de una sustanciosa introducción a cargo del traductor, Andreu Jaume, que es muy sustanciosa. 

El título del tercer trabajo es suficientemente explícito y a mí es el que más me ha interesado. Aquí se pregunta la autora cómo podemos llagar los seres humanos a ser realmente mejores sabiendo de nuestra tendencia al egoísmo. En esta tarea necesitamos refuerzos exteriores que fomenten nuestra capacidad para la práctica del bien. La educación en el desarrollo de virtudes que desvíen la atención en nosotros mismos para centrarla en los demás es uno de esos refuerzos básicos. Y en esa línea argumentativa vamos a encontrar mucho Platón, mucha República y, cómo no, las alegorías del sol, de la línea dividida de la caverna. Y mucha, mucha reflexión interesante y amena sobre conceptos básicos de la moral, en la que no falta la reivindicación de la humildad.

El hombre humilde, al verse a sí mismo como nada, puede ver otras cosas tal y como son. Ve la inutilidad de la virtud, así como su valor único y el alcance infinito de exigencia. Simone Weil nos dice que la exposición del alma a Dios no condena su parte egoísta al sufrimiento sino a la muerte. El hombre humilde percibe la distancia que hay entre el sufrimiento y la muerte. Y, aunque por definición no se trata del hombre bueno, quizá es el tipo de hombre que de entre todos tiene mayores posibilidades de volverse bueno (p 222). 

La filósofa británica Mary Midgley dijo de este libro que era uno de los pocos libros modernos de filosofía que la gente fuera de la filosofía académica encuentra realmente útil. Creo que es reconocimiento suficiente como para desear leerlo.

Próximo libro: El problema de la guerra y las vías de la paz, N. Bobbio.

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Путин, немедленно останови войну!

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