domingo, 4 de noviembre de 2018

LO QUE EL CIELO NOS DICE


Fuente: NASA.


Hace ya mucho tiempo, cuando cursaba COU en el instituto, leí estos cuatro versos de Heine:

Sie sprechen eine Sprache,
Die ist so reich, so schön;
Doch keiner der Philologen
Kann diese Sprache verstehen



Dámaso Alonso los tradujo así: ¡Hablan un lenguaje tan rico y tan hermoso!; pero ningún filólogo puede entenderlo. Heine hablaba del lenguaje de las estrellas.

Yo no entendía muy bien lo que el poeta alemán quería decir, pero los versos me parecían hermosos y subyugantes, quizás por el misterio que encerraban para mí, pues como ocurre muchas veces, aquello que no entendemos se nos hace más atractivo, si bien me parecían llenos de verdad.

Muchos años más tarde, gracias a un viaje, entré de lleno en la mitología griega y empecé a leer todo cuanto caía en mis manos sobre el tema y a disfrutar como pocas veces lo he hecho con la literatura. Al mismo tiempo, pude disponer de un planisferio celeste y unas noches tan limpias como hermosas ante mis ojos. Aquellas noches se convirtieron en uno de los viajes más bellos que haya hecho nunca, en este caso, a través de las constelaciones y de la mano de las leyendas a las que están unidas. Fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que el cielo nos hablaba, pero lo hacía, y lo hace, en diferentes idiomas. Lenguas que, cuando ejercemos de filólogos, no somos capaces de entender, seguramente, porque la gramática nos lo impide.

En un principio, las sociedades antiguas unieron en una misma esfera el cielo y la religión, es decir, las creencias. El cielo era la casa que habitaban los dioses. Del cielo nos venían tanto los premios como los castigos, lo que debíamos aprender y lo que teníamos que olvidar. Los seres que dominaban el cielo determinaban nuestro destino. Y de ahí surgen las más antiguas narraciones, y es ahí donde se hallan escritas. Así mismo, podemos encontrar en el cielo la primera interpretación de las relaciones que se forjaron entre nosotros, humildes habitantes de la tierra, y los orgullos seres celestiales. Para descubrir ese mundo casi perdido, sólo necesitamos conocer los nombres de las estrellas y de las constelaciones, y un buen libro de mitología. Esa es la primera y más antigua de las lenguas que podemos hallar en los puntos luminosos de la noche.

Algunos de esos relatos podéis encontrarlos en este mismo blog si entráis en el apartado de Mitología y constelaciones. Pero si lo que queréis es leer un buen libro, aquí tenéis dos:

Feliz lectura y feliz observación del cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.