Editorial Linteo |
Frost apareció por este espacio cuando aludí al libro Palabras que cambiaron el mundo. Ahora está aquí por derecho propio y no como complemento.
Robert Frost (1874-1963) fue uno de los grandes poetas estadounidenses. Reconocido ampliamente en vida, su muerte fue una auténtica conmoción nacional. Nabokov dejó escrito en Pálido fuego: Es el autor de uno de los más grandes poemas cortos de la lengua inglesa, un poema que todos los niños norteamericanos saben de memoria.
Yo no soy Nabokov y tampoco voy a entrar en los gustos del personal. Hay quien prefiere la poesía mística, quien gusta más de la hermética o quien solamente lee poesía romántica. Frost representa la línea clara y limpia de la poesía norteamericana, utiliza el verso fácil y natural, sus poemas suelen hacer uso del pareado de cuatro o cinco pies métricos y están muy próximos al habla cotidiana. Hay quien a esa forma de hacer no le da mucho valor, pero conseguir poemas como Reparación del muro, La muerte del jornalero, El camino no elegido, Abedules, Fuego y hielo, Al pararme junto al bosque una noche de nieve o Una vez junto al Pacífico requieren un dominio de la composición y una intensidad emocional al alcance de muy pocos.
Y ahora veamos si el bueno de Nabokov coincide o no con vuestros gustos:
AL PARARME JUNTO AL BOSQUE UNA NOCHE DE NIEVE
Creo saber de quién es este bosque.
Su casa está en la aldea, sin embargo;
no podrá ver cómo aquí me detengo
a contemplar su bosque cubierto por la nieve.
Mi pequeño caballo debe pensar que es raro
pararse en este sitio sin granjas a la vista
entre el helado lago y este bosque
en la noche más lóbrega del año.
Sacude las campanillas del arnés
para preguntar si me habré equivocado.
El único otro sonido es el barrido
calmo del viento y de los copos suaves.
El bosque es hermoso, oscuro y denso,
pero tengo promesas que cumplir,
y mucho que andar antes de dormir,
y mucho que andar antes de dormir.
Su casa está en la aldea, sin embargo;
no podrá ver cómo aquí me detengo
a contemplar su bosque cubierto por la nieve.
Mi pequeño caballo debe pensar que es raro
pararse en este sitio sin granjas a la vista
entre el helado lago y este bosque
en la noche más lóbrega del año.
Sacude las campanillas del arnés
para preguntar si me habré equivocado.
El único otro sonido es el barrido
calmo del viento y de los copos suaves.
El bosque es hermoso, oscuro y denso,
pero tengo promesas que cumplir,
y mucho que andar antes de dormir,
y mucho que andar antes de dormir.
Y esta divertida escena sacada de una famosa serie, que tiene como protagonista el poema de Frost:
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