Editorial |
El viernes pasado escuché esta recomendación de Laura Barrachina (algo menos de dos minutos, el resto es una canción de la neozelandesa Aldous Harding, The Barrel, que se deja oír muy bien).
Salí a buscar el libro.
Entre quehacer doméstico y externo, más una estúpida fiebre que me agarré (me agarró) ese mismo día, he ido navegando por la historia como he podido hasta acabarla anoche.
Divertida, brutal, fascinante, loca y furiosa, realista y mágica, prodigiosa y alucinante. Pero basta de adjetivos, que al fin y al cabo nada dicen de ella, sino de mi gusto por ella.
La historia, para que os hagáis un idea, comienza así:
De niña, el Ama de Casa estaba siempre aletargada y polvorienta. Su madre se había olvidado de educarla y ahora le guardaba rencor. Le repetía:
—¿Qué va a hacer cuando yo no esté? Algún día me matarás de un disgusto y entonces me gustaría ver cómo te las compones sola en la vida.
Y Ama de Casa, la protagonista de la historia, se metió a vivir en un baúl que le servía de armario, de cama, de habitación, de refugio. Años después, cuando ya era una mujer joven, decide salir y aceptar el papel que toda la sociedad espera de ella... y no matar de un disgusto a su madre.
Ahí comienza de verdad la historia de esta sorprendente novela escrita entre 1938 y 1939, cuando Italia estaba podrida por el fascismo de Mussolini y a punto de sumergirse en una guerra. Nunca llegó una traducción hasta que Pepa Linares se ha encargado de ella para la nueva colección Alianza Literaturas.
Publicada hace tan solo unos días, tal vez sea la historia que hacía falta para acabar de una vez con esa extraña creación humana que ha sido el ama de casa. Seguro que va dar mucho que hablar. Léela antes de que empiecen a aparecer reseñas y comentarios. Y si no está en tu librería habitual, pide que te la traigan:
Paola Masino. Nacimiento y muerte del ama de casa. Alianza Lit(eraturas).