viernes, 20 de octubre de 2023

CARTUJA DE MIRAFLORES, Retablo de Gil de Siloé


 No sé cuántas visitas recibirá al año la Cartuja de Miraflores. Seguramente no aparecerá entre los 100 monumentos más visitados del país. Tampoco sé si existe esa lista. Pero no será por falta de méritos artísticos. La Cartuja es una deliciosa joya que atesora muchas y muy grandes virtudes. En su página web —la tenéis enlazada en la primera línea— podéis descubrir casi todos ellos. Otra página que está muy bien es la de Guías Turísticos de Burgos. Cualquiera de ellas os valdrá para comprobar lo que digo. Yo, aquí, solo quiero comentar brevemente ese prodigioso retablo que luce en su iglesia, obra de Gil de Siloé


El retablo lo encontramos al fondo, detrás de otra obra impresionante como es el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, que hay que circundar despacito para poder disfrutar de la magia del alabastro en todas y cada una de sus figuras. Después del festín del alabastro, podemos levantar la mirada y pasar a la madera. Las imágenes que aquí os dejo difícilmente dan una idea aproximada del volumen y magnificencia de la talla. Pero son más que suficientes para destacar la gran creatividad del artista al concebir, por un lado, el suntuoso programa iconográfico; por otro —y eso es lo que más me gusta a mí—, la originalidad de su disposición.


Y es que poco o nada tiene que ver la organización espacial de este retablo con la disposición en pisos y calles de los retablos que se hacían en aquella época y se seguirían realizando por mucho tiempo. Como bien señalan comentarios y guías de todo tipo, su disposición recuerda más a un gigantesco tapiz que a un retablo al uso; una distribución originalísima que a mí más me recuerda a un estandarte que a un tapiz.

Y algo que no se aprecia en la fotografía, pero sí estando allí, es el magnífico juego del color que se consigue con la alternancia del dorado, el azul y los variados colores de ropajes y cuerpos de la multitud de personajes que en él se recogen. 

No todas las tallas, es cierto, tienen la misma calidad. Hay, como es lógico en una obra tan descomunal, mucho trabajo de taller. Pero la que no deslumbra por su hechura, atrae por su naturalidad.





El otoño puede ser una época perfecta para realizar una visita y disfrutar del atractivo de esta inolvidable cartuja. Si mis palabras no son suficientes para animaros, daos un paseo virtual

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