Librerías con ejemplares. |
De las diferentes ediciones que tengo con la poesía de Verlaine esta es la que más unido estoy afectivamente, no porque sea la más completa ni la mejor traducida, sino porque fue la primera que compré cuando era estudiante y el dinero no abundaba. hoy tengo ediciones bilingües, ediciones comentadas, pero ninguna tiene el valor sentimental de esta.
De esta edición, cuya traducción corrió a cargo de Enrique Azcoaga, recojo dos poemas archiconocidos del poeta francés:
CANCIÓN DE OTOÑO
La queja infinita
de los violines
del otoño
hiere el corazón
de un tierno son
monótono.
Todo transido
y febril, cuando
suena la hora,
mi alma revive
días muertos
y llora.
Arrebatada dejo
por el mal viento
a mi alma, perpleja,
aquí y allá
igual que la
hoja muerta.
Y esta es la interpretación que Léo Ferré, uno de los grandes de la chanson:
III
Llueve dulcemente sobre la ciudad...
A. Rimbaud
Llueve en mi corazón
cuando en la ciudad llueve...
¿Qué lánguida emoción
penetra el corazón?...
Lluevo —¡oh dulce ruído!—
por tierras y tejados.
Para un dolor que angustia,
¡oh el canto de la lluvia!
¿Qué motiva el llorar
del corazón hastiado?...
¿Por qué si no hay traición
se duele sin razón?...
¡El más grave dolor,
es no saber por qué,
sin odio y sin amor,
siento tanto dolor!
Así de bien suena en francés y en la voz de Laura Dussard:
***
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