lunes, 8 de mayo de 2023

REGALOS DEL DÍA (diario de un epicúreo agradecido), 3

Flor de catalpa.
Vuelvo de Madrid con todas las catalpas del Parque de las Cruces ofreciendo sus hermosas flores en arracimados tumultos de belleza. 


Uno nunca sabe qué es lo que te va a dejar el día ante los ojos, pero es siempre tanto que a mí ni tan siquiera me da tiempo de agradecerlo todo. 

Cuando aún estaba fascinado con los impresionistas colores interiores de las blanquísimas flores de catalpa, me llamó la atención el suave perfume que desprendían unas florecillas de un grupete de árboles situados a pocos metros de la línea de catalpas.

Desconocía el árbol y su fragante primavera. Pero, atención, sus frutillos, que en pequeñas dosis han sido utilizados para matar las lombrices intestinales e incluso para bajar la fiebre, pueden resultar mortales si nos excedemos.

Tomaré esta información como otro regalo más que el día me ofrece.
 
Flor de melia azedarach, cinamomo.
De vuelta a casa, la naturaleza continúa mostrándose generosa y me ofrece una fea y kilométrica valla tomada al asalto pacífico y hermoso por cientos, tal vez miles, de rosas blancas. Ignoro a qué tribu, género y especie pertenecen. La rotundidad de sus presencia es lo único que me importa.

Rosas.

Una de ellas.
Y en esa misma calle, un punto destartalada, suburbial y salvaje, como pretendiendo reconquistar el terreno que acaso algún día de hace años le hubiera pertenecido como propio, la diminuta y elegante fresa silvestre se abre paso y en un ejercicio de valor supremo decide elevarse por encima del antinatural cemento.

Fresa silvestre.

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