martes, 23 de junio de 2020

EL CUERPO HUMANO, BILL BRYSON

Editorial
Si algo ha demostrado de manera fehaciente el desarrollo de la covid-19 —¿puede haber un nombre más estrambóticamente feo para una enfermedad que ese acrónimo?— es lo poco que sabemos todavía sobre el virus que la ha ocasionado, aunque después de unos intensísimos meses de investigación en laboratorios de todo el mundo alguna cosa sepamos. Si no compartís mi afirmación, repasad las noticias que se han ido produciendo sobre el coronavirus y veréis que lo que una semana se daba por cierto, la siguiente lo desmentía otra investigación.

Lo sorprendente del caso no es las pocas certezas que tenemos sobre un virus que, al fin y a la postre, es absolutamente nuevo. Lo sorprendente es la cantidad de cosas que ignoramos acerca de nuestro propio cuerpo, con el que llevamos conviviendo toda nuestra vida y sobre el que realizamos todo tipo de estudios y experimentos desde hace una barbaridad de años. Y no lo digo por mí, que soy un ignorante redomado en todas la cuestiones corporales. La salud nunca me ha atraído ni poco ni mucho como tema de reflexión. Hablo de nosotros como sociedad.

A quien aún no conozca a Bill Bryson le recomendaría el fascinante Una breve historia de casi todo, uno de los libros de divulgación científica mejor escritos y más atractivos que he leído. Y si ya conoce al autor, sería suficiente con decirle que este El cuerpo humano. Guía para ocupantes es otro hermoso y subyugante libro suyo. O sería suficiente, tal vez, con decir que a mí, tan poco dado a leer sobre estos temas, me ha encantado.

Pero a lo que iba. Es cierto, nadie puede discutirlo, que hoy sabemos —repito: la clase médica y la comunidad científica, no yo— muchas más cosas que hace, por ejemplo un siglo. Sabemos, en general, cómo funciona nuestro cuerpo. Somos capaces de tratar y de curar enfermedades tan dañinas como el tifus, el cólera, la difteria, la peste o la tuberculosis. Hacemos trasplantes de órganos. Con la generalización de las vacunas hemos hecho auténticos milagros y salvado la vida de millones de personas. Una simple mirada al pasado no muy lejano sirve para tomar conciencia inmediata de los enormes avances producidos en el campo de la medicina.

Acaso esta perspectiva optimista haya sido la que se ha desmoronado estos meses. No obstante, leyendo esta guía de ocupantes he sido realmente consciente de cuánto nos falta por conocer. Todo esto ya lo saben quienes se ocupan de estudiar el cuerpo humano y sus intríngulis. No es para la clase médica, ni para la clase científica para quienes se ha escrito el libro. Pero a mí, ingenuo e ignorante, me iban apabullando las  expresiones tipo todavía no sabemos cuál es realmente su funciónaún no se ha descubierto para qué sirve o nadie sabe con certeza cómo ocurre esto... a medida que iba pasando los capítulos. Expresiones de ese tipo abundan en todos ellos y en cantidad generosa.

Pero bueno, que nadie se asuste ahora. Gracias al inmenso desarrollo de los conocimientos médicos estamos donde estamos y la vida media de un ser humano occidental anda en torno a los 80 años. Lo que quiere decir que en poco más de un siglo se ha doblado la esperanza de vida. Otra cosa es que en algún momento de ingenuidad, como es mi caso, pudiéramos haber pensado que la ciencia lo curaba todo o casi todo. El libro, en cualquier caso, se lee como una novela, y lo dice alguien a quien le interesan poco estos temas.

Para que podáis juzgar, Sergio Parra, de xatakaciencia.com os lee las cuatro primeras páginas:



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