La tempestad comparte con Coriolano la rara cualidad de atraer versiones y lecturas tan diversas como disparatadas. A poco que busquéis representaciones o interpretaciones de ella, enseguida os encontraréis con alguna circunscrita al ámbito marxista, multiculturalista, feminista o neohistoricista. No sé si podemos considerarlo como una virtud del autor o como un defecto de quien la interpreta.
La historia que nos cuenta esta obra es la de una venganza que pudo terminar en tragedia, pero que por influjo del amor y de la naturaleza acabará convirtiéndose en una reconciliación. Así la pieza pasa a ser una comedia romántica de aire sereno, aparentemente sencilla, pero con una gran carga humanista. De hecho, podemos encontrarnos con algún texto sacado de Montaigne.
La obra es ligera y sencilla. El estilo es el propio de la comedia. Todo es sobrio, elegante, un punto soñador, aunque nunca se sale de los parámetros de la razón. La isla en la que vivían Próspero y su hija Miranda posee el velo de la irrealidad que no deja de ser real, como el amor mismo entre Marina y Fernando, que todos acabamos reconociendo como la mayor virtud de la expresión juvenil, esa que es capaz de limar todas las dificultades que la áspera realidad va creando.
Próspero cierra la representación con el famoso epílogo dirigido al público:
y me veo reducido a mis propias fuerzas,
que son muy débiles. Ahora, en verdad,
podríais confinarme aquí
o remitir a Nápoles. No me dejéis,
ya que he recobrado mi ducado
y perdonado al traidor,
en esta desierta isla por vuestro sortilegio,
sino libradme de mis prisiones
con el auxilio de vuestra manos.
Que vuestro aliento gentil hinche mis velas,
o sucumbirá mi propósito,
que era agradaros. Ahora carezco
de espíritus que me ayuden, de arte para encantar,
y mi fin será la desesperación,
a no ser que la plegaria me favorezca,
la plegaria que conmueve, que seduce
a la misma piedad, que absuelve toda falta.
Así, vuestros pecados obtendrán el perdón,
y con vuestra indulgencia vendrá mi absolución.
Es la lección última del maestro, la aceptación de la humildad como forma de establecer las relaciones y crear lazos sociales consistentes.
Podéis encontrar la obra en El Libro Total.
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