Editorial |
Comparto con el jurado eso de la lucidez precoz y la capacidad de resonancia colectiva, y me encanta el desparpajo para nombrar situaciones y vivencias de esta joven estepeña que puede enfrentarse tranquilamente a una realidad profundamente dura lo mismo que afrontar con garbo y humor otra mucho más amable y menos dramática.
LAS NIÑAS SIEMPRE DICEN LA VERDAD
I
Una niña se esconde debajo de la mesa.
El idioma del odio no entiende
de ojos tristes:
el odio nos susurra y balbucea,
rompe muebles, hace a los hombres ser
un poco extraños,
decir mentiras,
matar a sus esposas.
Una escena común en esta casa
de luto blanco y luces encendidas:
una niña escondida debajo de la mesa
que promete vivir allí por siempre
hasta que no haya riesgo ni castigos,
hasta que él ya no exista.
Permanecer allí durante meses,
quizá durante años, debajo del mantel,
hasta poder tener su propia mesa
en una casa nueva.
MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA SALIR DEL NIDO
1. Hablar más de la cuenta. La calidad
sucede en la abundancia.
Cuídate del silencio de los otros.
2. Acumular tarjetas de visita
como valiosos restos arqueológicos.
Nunca sabes qué pueden revelarte.
3. No perdonar jamás a quien olvida
tus fechas importantes.
No acumules amores sin memoria.
(No olvidar este punto).
4. No simular congoja ni tristeza
cuando olvides las fechas importantes.
No acumules amores rencorosos.
5. Al menos una vez cada dos meses,
redescubrir objetos olvidados.
¿Sigue siendo posible, todavía,
la ilusión fantasmal de los descubrimientos?
6. No olvidar tus orígenes.
Escarba, si es preciso, la tierra de los parques
con manos de urbanita.
7. Mantener intachables los prejuicios.
Las cosas suelen ser, salvo excepciones,
igual que parecían.
8. Cuidar la superficie.
Líbrate de quien teme las fachadas.
El interior real de las cosas reales
provoca claustrofobia.
9. No tener nunca ganas de marcharse.
Decir adiós es triste y es mentira.
10. Dejar que entre la luz.
Deja que entre la luz
y te despierte.
PRIMER AMOR
Era verano entonces y a nosotros
nos picaban las piernas del sudor
y la euforia.
Desde aquel día parece que los demás
tan tibios
se quieren siempre menos.
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