viernes, 21 de diciembre de 2018

EL ARTE ES UNA FORMA DE HACER (NO UNA COSA QUE SE HACE)

Editorial
Hay libros que abrazan y libros que expulsan de su lado a quien intenta leerlos. Hay libros que envuelven con sus palabras y libros que se niegan a compartir su espacio vital. Hay libros hermosos y libros decididamente feos. Hay libros llenos de ideas gozosas, sugerentes, reveladoras y hay libros que no van más allá del consabido tópico. Hay libros que reconfortan y hay libros que desasosiegan. Hay libros que iluminan y libros que oscurecen. Hay muchos libros, tal vez demasiados, y no todos buscan la verdad y la belleza.

No soy tan ingenuo ni tan dogmático como para pensar que los libros que a mí me gustan son los verdaderamente atractivos, los que dicen la verdad del mundo y muestran el camino de la belleza. Los criterios estéticos son variados, las formas de construir conocimiento son múltiples, y en esta labor fundamental de la sociedad todas las disciplinas colaboran, todas son necesarias, cada una desde su metodología y forma de trabajo.

En este transitar por los libros yo me siento atraído —tanto por devoción como por formación— por los libros de estética entre otros muchos. El arte y la reflexión sobre el mismo, como bien se puede comprobar en este espacio en el que diariamente escribo, es una de las disciplinas a las que vuelvo con insistencia. Ahora mismo estoy releyendo las Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime, he terminado hace dos días La salvación de lo bello y estoy sumergido en las páginas de Realidad, arte y conocimiento

La educación ha dado muchas vueltas y las seguirá dando, pero hay al menos una convicción en la que deberá mantenerse más allá de modas, tendencias y hallazgos. Es la misma que animó el pensamiento desde que apareció. Es la misma que se empeñan en proclamar las figuras relevantes de cualquier quehacer, ya sea científico, técnico, humanístico o artístico: la curiosidad, la sorpresa, el interés por saber y descubrir, la ilusión por encontrar respuestas y puntos de vista nuevos. Eso es, en primer lugar, lo que debe suscitar quien está al frente de un grupo humano en proceso de aprendizaje. Sea este el que sea.

Pongo toda mi voluntad en comprender el punto de vista. Asumo el aspecto en muchos momentos metafórico del texto. Me armo de paciencia, pero llego a la página 33 y esta me expulsa de la lectura (las negritas son mías):

Luis [Luis Camnitzer] tiene claro que el arte es una forma de pensar y producir conocimiento cuyo método desborda la lógica y, por ello, precisamente, se sitúa por encima de la ciencia

"El arte es una forma de pensar que para mí está por encima de todas las disciplinas, y veo la ciencia como una forma de pensar lógica; desde esa lógica hay que respetar causa y efecto, hay que respetar repetibilidad de experimentación, cosas por el estilo que también suceden en el arte. Pero en arte sucede todo lo opuesto al mismo tiempo; por lo tanto, como categoría, es mucho más amplia la parte artística que la parte científica, y veo la ciencia como un subproducto menor del pensamiento artístico, casi como un accidente mental que fue tomando primacía. 

En este punto me siento expulsado. No puedo seguir leyendo. Hay conflictos más serios que reclaman mi atención. Hay puntos de vista más acogedores y reflexiones más inclusivas. Hay otras páginas que poseen más belleza y mucha más verdad.

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