viernes, 5 de agosto de 2022

GOETHE: algunas opiniones sobre la guerra, la paz y la convivencia

Librerías que disponen del libro.
Ando sumergido en la obra poética de Goethe y en este libro, producto de la colaboración de especialistas en el alemán, me encuentro con unos cuantos textos del autor del Fausto que me han parecido relevantes, no por su valor literario, sino por su pensamiento social y, más concretamente, por su relación con la cuestión que me ocupa los miércoles. Aparecen en el capítulo 1, Goethe: ciudadano del mundo, escritor universal. Lo ha redactado Luis A. Acosta y se ocupa en él de realizar una aproximación al pensamiento y a la personalidad del escritor alemán.

Todo empezó en su momento con una frase un tanto peculiar que me llamó mucho la atención: A Goethe, por otra parte, no parece interesarle la guerra de una manera especial (p 25). Una extraña manera de decir que cuando estuvo salpicado por tan desagradable asunto, siempre intentó focalizar la atención sobre aspectos muy distintos a los que llevaban a los grupos humanos a destruirse mutuamente. Pero dejemos eso. Vayamos a Goethe y sus opiniones (cito siempre por esta edición, no por los originales, ya que sería más difícil encontrarlos, y algunos se refieren a textos en alemán):

El único fuego que ha de arder para el individuo es el fuego de la ciencia y el arte, y aunque no sea más que una pequeña chispa, tiene, no obstante, que ser protegida a fin de que, cuando hayan pasado los días de la guerra y su lugar sea ocupado por los de la paz, no falte el imprescindible fuego prometeico (p 26).

No soy de naturaleza guerrera (...), he escrito poemas de amor cuando he amado. Cómo voy a escribir ahora poemas de odio si no odio a nadie. Porque cuando un poeta hace política, tiene que tomar partido, y una vez que hace algo así está perdido como poeta; tiene que decir adiós a su espíritu libre, a su panorámica imparcial (p 27, la negrita es mía).

Y, entre nosotros, yo no odio a los franceses, bien que doy gracias a Dios de que nos deshiciesemos de ellos. ¡Cómo alguien como yo para quien cultura y barbarie son asuntos de importancia, iba a odiar a una nación que es de las más cultivadas de la tierra y a la que he de agradecer una gran parte de mi propia formación (p 27).

(...) ahora bien, la patria de sus fuerzas poéticas y su actividad poética es lo bueno, lo noble, lo bello, algo que no está ligado a ninguna provincia en especial y a ningún país en especial, algo que se prende de él y le da forma allí donde se encuentre. En ello se parece al águila que con mirada libre pende sobre países, y a la que es lo mismo si la liebre sobre la que se lanza va corriendo por Prusia o por Sajonia (p 28).

(...) desde la creación del mundo no he encontrado confesión alguna a la que pueda prestar pleno reconocimineto. Ahora, en cambio, en mis viejos días he sabido de una secta de los hipsistarios que, aferrados entre lo pagano, lo judío y lo cristiano, se manifestaron por valorar, admirar y honrar lo mejor, lo más perfecto que pudieran conocer, y venerarlo en tanto en cuanto estuviese en próxima relación con la divinidad (p 31).

Para contextualizar algunas de las citas recordad que Goethe (1749-1832) vivió la Revolución francesa (1789-1799) y las guerras napoleónicas (1803-1815), además del cacao interno que tenían los territorios de la Confederación Germánica.

Independientemente de todo esto, el libro, desde el punto de vista de la crítica literaria, es un libro excelente.

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Путин, немедленно останови войну!

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