G. Diego, El Collado, 23. |
Rincón de Bécquer (Avenida Duques de Soria, 1) |
Estatua de Bécquer junto a San Juan del Duero. |
Con muy buen criterio se ha grabado en el envoltorio metálico de la fuente que se puede ver en la imagen del Rincón los versos 3º y 4º de la primera estrofa de la rima IV, esos que dan título a esta entrada y que son los que inspiraron a Neruda para darle la réplica con lo de las flores y la primavera, podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.
Y así es, a Bécquer estoy dispuesto a darle la razón poética y también la otra. La poesía se puede manifestar de muchas maneras. Una de ellas, en el caso de Soria, es por medio de su delicadísima imaginería románica, que si esta ciudad es tierra de poetas, también es tierra de románico.
Poesía también es la típicamente tópica estampa que forman sus cigüeñas y sus nidos.
O la más singular de las palomas creando nidos en los balcones de los hoteles, al abrigo de los aparatos de aire acondicionado y de las miradas curiosas de los turistas ocasionales, esos que prefieren la poesía de la vida a la de los renglones cortitos.
Lápida de B. Gaya Nuño en el cementerio. |
El mismo. |
A un olmo seco. |
O hasta la de una hoja de plátano deseosa de anunciar las más amables temperaturas de una futura estación.
Soria es poesía, o estimula al menos la poesía que viene con nosotros, que algo tenemos que poner siempre de nuestra parte para ayudarla a manifestarse.
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