miércoles, 8 de septiembre de 2021

EL CLUB DE LOS DESAYUNOS FILOSÓFICOS

Ejemplar del KM
No cabe duda de que el siglo XIX fue un siglo tremendamente estimulante para el desarrollo de los conocimientos científico-técnicos y la instauración de algunas de las especialidades que se desarrollarán más adelante. También fue el responsable de otras prácticas, creencias y opiniones insostenibles y degradantes para la conservación de la naturaleza. Fue, en definitiva, un siglo absolutamente apasionante desde el punto de vista de la renovación de muchos saberes. Recordemos que fue el siglo del estallido definitivo y deslumbrante de la revolución industrial, con todas las implicaciones sociales, políticas, económicas, culturales, antropológicas y medioambientales que acarreó.

Laura J. Snyder utiliza el famoso club que formaron William Whewell, Charles Babbage, John Herschel y Richard Jones durante su época de estudiantes en Cambridge para contarnos la fascinante aventura de una amistad y de un deseo de saber que contribuyó a cambiar algunos de los métodos obsoletos de aprendizaje y a sentar las bases de lo que sería el método científico, que todavía entonces deambulaba un tanto perdido y daba muchos palos de ciego. 

El relato del nacimiento del club y sus percances es delicioso. Y ganas me han entrado de volver a leer al empirista Bacon, pues básicamente eso es lo que hacían: a partir de un párrafo del filósofo inglés debatían, después de los oficios del domingo, sobre la mejor manera de extender y fundamentar el conocimiento de la filosofía natural, y a veces entre trago y trago valoraban virtudes y bondades de los métodos inductivo y deductivo. Desde luego, ya en su época de estudiantes eran muy conscientes del poder transformador del conocimiento.

El desarrollo del libro no sigue exactamente un orden cronológico. Las biografías de sus protagonistas se entremezclan y dan saltos en función del tema y de los quehaceres de cada una de las especialidades. La vida social de la época victoriana está muy presente y es de agradecer la gran cantidad de información consultada por la autora para entrelazar con soltura y buen ritmo descubrimientos, hechos sociales y problemática de la época. Además —no podía ser de otra manera—, están muy presentes figuras de la época o anteriores que tuvieron un peso específico muy notable. Así Darwin, Ricardo, Leibniz/Newton, Stuart Mill o Adam Smith, entre otros muchos.

Por el libro desfilan de manera más o menos extensa ámbitos tan heterogéneos como la actividad académica en Cambridge, las instituciones científicas de la época a las que pertenecieron y contribuyeron de modernizar —Royal Society de Londres o la British Association for the Advancement of Science—, el nacimiento de la fotografía, los estudios sobre la luz, el descubrimiento de Urano, la cartografía estelar del hemisferio sur, los viajes en busca de los polos magnéticos de la Tierra; la Gran Exposición de 1851..., y tantos otros la autora recoge con muy buen estilo y transmite con rigor histórico.

En fin, un libro que se lee con placer, que incentiva las ganas de seguir conociendo y que abre muchos interrogantes.

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