Amplíame, soy más bonita. |
La naturaleza, cuando no está enfadada, suele ser generosa. Por ejemplo, a veces salgo a dar un paseo sin otra intención que la de hacer un poco de ejercicio, dejar que la vista alargue su horizonte más allá de la página del libro o de la pantalla del ordenador, vaciar las ideas improductivas y dejarme llevar por el ritmo del día, y, mira por dónde, salen a mi encuentro sonidos que se materializan en hermosos cantos de pájaros, o en transcurrir de arroyos que rumorean entre ellos, o en pequeños seres vegetales acicalados de ternura que me dicen:
—Eh, tú, detén un momento tu caminar y mírame.
Solo eso. Solo piden que los mire. Yo, obediente y deslumbrado, hago caso y miro. Luego, si llevo el teléfono en el bolsillo, lo saco e intentó robarle, si se deja, parte de su delicadeza y de su encanto.
En ocasiones, incluso ser feliz resulta sencillo.
Bonita no ¡hermosa! diría yo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Sergio.
EliminarOtro abrazo.