Ejemplar del KM. Editorial. |
Soy de una tierra fría, pero hermosa.
Aquí la nieve, la esperanza helada
de que se alumbre cada madrugada
el destino difícil de la rosa.
Y me basta. Me basta si esta rosa
que al fin ha de nacer inmaculada
se la puedo decir a quien me agrada,
a quien conmigo va; y en mi reposa.
Queden en el dorado mediodía
la pronta floración bajo otros cielos
y los mares de lunas navegables...
Yo con vosotros. Dando cada día
testimonio de cómo entre los hielos
abre el amor sus minas imborrables.
Con este hermoso soneto a manera de prólogo poético o, mejor, de afirmación de intenciones, da inicio la recopilación de la poesía del ya desaparecido Antonio Pereira.
La edición por parte de Siruela convierte el ejemplar en un objeto de regalo por su magnífica factura. Aunque el auténtico regalo está en su interior, pues la poesía de este leonés ejemplar es de una extraordinaria belleza y una profundísima humanidad. Y si a los poemas de Pereira añadimos el hermosísimo prólogo de su paisano Juan Carlos Mestre, el libro resulta redondo. Lástima que el centenario del nacimiento del poeta haya pasado sin pena ni gloria.
Tres ejemplos más quizás os convenzan de la bondad de su poesía:
ORACIÓN CON MI CUERPO
Me desnudo.
Estreno una manera
de sentirme de sangre y no de ropas.
¿Cómo saber, si el frío los ataba,
la posible extensión de nuestros brazos?
Aquí me llama el mar hasta su boca,
y el hombre aquel que se tendía oscuro
desenreda su cuerpo y lo levanta
lento de asombro hacia la luz hermosa.
Hoy rezo con mi cuerpo, por mi cuerpo,
tan cercano de mí, tan fiel y amigo,
verdad a la que toco y que me toca.
Los poetas nacen en feligresías apartadas,
de concejos con nombre de lluvia cayendo.
En ciudades como Castelo Branco
o Vila Real, como Viseu
o Braganza,
crecen a mocedad con un cuaderno
que llevan bajo el brazo,
pegado al corazón.
Luego van a Coímbra y una imprenta
compone su saudade personal:
la ceniza del mirto,
el otoño del Távora,
las islas de la bruma,
las alas de los sueños,
el alma de los árboles,
el libro de las mágoas,
la sombra azul del humo .
...Hasta un día en que tocan con la mano
el pecho de otro hombre,
tan duro y contrincante de la niebla,
y es una chispa roja lo que salta,
la poesía
necesaria.
El pudor era un meteoro
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento y el fuego de santelmo
el pudor era un meteoro como la lluvia y el viento y el fuego de santelmo y la nieve y el rayo
porque no hay cabañuelas para el pudor,
sabes que va a llegar,
no dónde, cuándo,
si con la furia de la tormenta,
si en el agua sumisa de las lágrimas.
… Y la tarde pasaba larga larga,
jugando a un botón más, oh riesgo hermoso.