Juan de la Cruz y Vicente Aleixandre (1898-1984) no solo comparten la pasión por la poesía, el azar ha querido reunirlos en la contabilidad del tiempo. Ambos fallecieron un 14 de diciembre.De entre los muchos y ejemplares poemas que Aleixandre escribió en su dilatada obra poética, hoy quiero dejar aquí uno de entre los que más me gustan. Pertenece a Historia del corazón (1954). Es el que abre el poemario.
COMO EL VILANO
Hermoso es el reino del amor,
pero triste es también.
Porque el corazón del amante
triste es en las horas de la soledad,
cuando mira los ojos amados
que inaccesibles se posan en las nubes ligeras.
Nació el amante para la dicha,
para la eterna propagación del amor,
que de su corazón se expande
para verterse sin término
en el puro corazón de la amada entregada.
Pero la realidad de la vida,
la solicitación de las diarias horas,
la misma nube lejana, los sueños, el corto vuelo inspirado
del juvenil corazón que él ama,
todo conspira contra la perduración sin descanso de la llama imposible.
Aquí el amante contempla
el rostro joven
el adorado perfil rubio,
el gracioso cuerpo que reposado un instante en sus brazos descansa.
Viene de lejos y pasa,
y pasa siempre,
y mientras ese cuerpo duerme o gime de amor en los brazos amados,
el amante sabe que pasa,
que el amor mismo pasa,
y que este fuego generoso que en él no pasa
presencia puro el tránsito dulcísimo de lo que eternamente pasa.
Por eso el amante sabe
que su amada le ama
una hora, mientras otra hora sus ojos
leves discurren
en la nube falaz que pasa y se aleja.
Y sabe que todo el fuego que común se ha elevado
sólo en él dura. Porque ligera y transitoria es la muchacha
que se entrega y se rehúsa,
que gime y sonríe.
Y el amante la mira
con el infinito amor de lo que se sabe instantáneo.
Dulce es, acaso más dulce, más tristísimamente dulce,
verla en los brazos
en su efímera entrega.
"Tuyo soy —dice el cuerpo armonioso—,
pero sólo un instante.
Mañana,
ahora mismo,
despierto de este beso y contemplo
el país, este río, esa rama, aquel pájaro..."
Y el amante la mira
infinitamente pesaroso —glorioso y cargado—.
Mientras ella ligera se exime,
adorada y dorada
y leve discurre.
Y pasa, y se queda. Y se alza y vuelve.
Siempre leve, siempre aquí, siempre allí; siempre.
Como el vilano.
Páginas de interés sobre el poeta:
Y este breve documental que reivindica su presencia, su poesía y que se recupere para la cultura, para la literatura, es decir, para la ciudadanía, la casa en la que vivió el poeta antes de que sea demasiado tarde:
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