Ed. Debate, 1991 |
En este marco de geografías enemigas se nos presenta la historia del protagonista, un músico cuyos pasos se van a perder en ambos espacios. Se le niega lo natural porque necesita de la expresión artística, del papel y la tinta; sucumbirá en el orden urbano porque ha conocido el sol, la lluvia, el idioma de los pájaros, la carnalidad del bosque, lo espontáneo y genésico.
Infinidad de veces hemos oído hablar del barroquismo de Carpentier. Estoy dispuesto a compartir ese adjetivo, siempre que sea entendido como exuberancia expresiva, no como lenguaje excesivamente recargado u oscuro. La naturaleza latinoamericana, la selva amazónica es exuberante y necesita de un vocabulario similar para ser descrita y transmitida. La segunda mitad de la novela es en este, y en otros mucho sentidos, ejemplar. Sin embargo, Carpentier también sabe utilizar la frase aforística, la economía de medios, la intensidad de lo breve. Así lo vemos en muchas de las reflexiones del protagonista y, sobre todo, en la respuesta del griego Yannes ante la pregunta esencial: Mujer de Marcos. No son necesarias más palabras. La historia se ha cerrado. No hay más pasos que dar.
Si os interesa un resumen de la novela, podéis echar un vistazo en este blog. Y si queréis ver la estupenda entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en 1977, pasaos por este otro lugar, merece la pena.