jueves, 10 de junio de 2021

EMMANUEL LÉVINAS

Librerías que tienen ejemplares
 Del pensamiento filosófico siempre me ha interesado el lado práctico, es decir, el pensamiento ético, todo aquello que incide en nuestro comportamiento y cómo mejorarlo, si es que es posible. Sé que, en general, es difícil que cojamos como primera lectura  un libro de filosofía, pero estoy convencido de la bondad de ofrecer pequeñas píldoras divulgativas que nos aproximen al pensamiento de esos autores que, una vez descubiertos, pueden resultar muy atractivos y no tan complicados como podíamos pensar en un principio. 

Hoy traigo hasta aquí un párrafo de Lévinas (1906-1995) que, estoy seguro, puede ser leído y apreciado por cualquiera. No va a provocar que el mundo sea mejor mañana mismo, pero, tal vez, avive la curiosidad de alguien que se anime a leerlo. Eso ya daría por bien invertido el tiempo que me ha llevado escribir estas líneas. Vamos con él.

La apertura es el desnudamiento de la piel expuesta a la herida y al ultraje. La apertura es la vulnerabilidad de una piel ofrecida, en la herida y el ultraje, más allá de todo lo que puede mostrarse, más allá de todo lo que puede exponerse, de la esencia del ser, a la comprensión y la celebración. En la sensibilidad "se pone al descubierto", se expone un desnudo más desnudo que el de la piel, que, forma y belleza, inspira la artes plásticas; desnudo de una piel ofrecida al contacto, a la caricia que siempre, y hasta equívocamente en la voluptuosidad, es sufrimiento por el sufrimiento del otro. Al descubierto, abierta como una ciudad que fuese declarada abierta al acercamiento del enemigo, la sensibilidad, más acá de toda voluntad, de todo acto, toda declaración, de toda toma de posesión —es la vulnerabilidad misma—. ¿Es ella? ¿Acaso no consiste su ser más que en desvestirse de ser; no en morir, sino en alterarse, en ser "de otro modo que el ser"? Subjetividad del sujeto,  pasividad radical del hombre, el cual, por lo demás, se pone y se declara ser y considera su sensibilidad como atributo. Pasividad más pasiva que toda pasividad, rechazada en la partícula pronominal se, que no tiene nominativo. El Yo es de pies a cabeza, hasta la médula de sus huesos, vulnerabilidad (la negrita es mía).

Ya sé que no es el lenguaje normal de ir a hacer la compra, pero creo que están al alcance de todo el mundo un par de cosas: por un lado, percibir la pasión del autor por señalar la importancia que tiene abrirnos al otro, al prójimo, al tú que puedo tener al lado en cualquier momento de la vida y a quien debo, como persona que es similar a mí misma, un diálogo sincero y abierto; por otro, la belleza que resplandece en esa apertura, en el desnudamiento, y si me apuráis, hasta en la propia expresión del estilo. Podríamos, incluso, leerlo como como un poema en prosa sobre la inter-pelación.

En tiempos difíciles, cuando la sociedad parece más dividida y cada cual mira más hacia sí que hacia afuera, es cuando más necesitamos abrirnos sincera y desinteresadamente, darnos cuenta de la existencia de quienes a nuestro alrededor necesitan, como nosotros mismos, de atención y de cuidados. Seamos vulnerables.

 Leer a Lévinas en tiempos revueltos puede sernos de gran ayuda.

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